Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 87

En el salón ancestral, excepto un asiento vacío que había al lado de Doria, todos los demás estaban ocupados.

Lourdes dijo, -Oye, ¿qué le pasa a Raimundo? ¿Se ha encontrado con un atasco?- se giró para mirar a Doria, -Doria, se me olvidó traer mi celular, ¿puedes llamar a Raimundo y preguntarle por dónde está?-

Mientras hablaba, miró triunfante a las personas que lo rodeaban.

Doria no supo qué decir.

La intención de Lourdes era demasiado obvia.

Roxana suspiró en silencio, -Haré la llamada.-

Lourdes empujó a Roxana, -Roxana, ¿qué pasa contigo? Por cierto, de repente me acordo de que hay dos platos más en la cocina. Date prisa, vamos a traerlos.-

Con eso, se llevó a Roxana a rastras.

Era evidente que los otros vecinos de la mesa redonda también acordaron algo antes con Lourdes, -Doria, llama a Raimundo, que en un rato la comida se va enfriar.-

-Sí, sí, pregúntale por dónde está ya.-

Doria suspiró. Cuando estaba a punto de coger el teléfono, la voz de Raimundo sonó de pronto a su lado, -No hace falta que me llaméis. Mis queridos vecinos, disculpad mi retraso.-

-Raimundo...-

La señora que habló se quedó pasmada por un momento al ver que había alguien detrás de él.

Raimundo rápidamente se lo presentó a la gente, -Este es el gerente Édgar. Lo habéis conocido todos ayer, ¿verdad?-

-Ay, el gerente Édgar es incluso más guapo que las celebridades que salen en la televisión, ¿cómo no lo recuerdo?-

-Eso, eso. Hola, gerente Édgar. No te saludé ayer porque estaba muy lejos, eres muy joven, ¿tienes novia? ¿Estás casado? Mi hija también trabaja en la Ciudad Sur, ella...-

-¿Para qué dices esas cosas? Ven aquí, gerente Édgar, eres un invitado especial, por favor siéntate.-

Todo el mundo charlaba. No solo la mesa de Doria sabía que Édgar había venido, sino que todos los vecindarios de la calle se enteraron y se acercaron a saludar.

Raimundo estaba muy preocupado, temiendo que tanto alboroto molestara a Édgar. Así que echó un vistazo a Édgar y descubrió que estaba bien, su expresión seguía tranquila, y no había impaciencia como se había imaginado.

Pero ese tipo de magnates de estatus social alto siempre había sido bipolar e incierto. Raimundo aún temía que se le agotara la paciencia, por lo que no se atrevió a quedarse de brazos cruzados por mucho tiempo, directamente persuadió a todos para que volvieran a sus puestos.

Cuando finalmente el entorno se volvió más tranquilo, alguien se acercó y dijo, -Gerente Édgar, esta mesa está llena, nos queda un asiento en nuestra mesa, ¿por qué no se sienta con nosotros?-

Édgar susurró, -Vine con el jefe Raimundo, así que me vale con sentarme en la misma mesa que él.-

En esa mesa, aunque Roxana y Lourdes aún no habían regresado, sus abrigos seguían en su asiento, por lo que era obvio que sus asientos estaban ocupados y solo quedaba un lugar libre.

Raimundo no tuvo tiempo de pensar mucho antes de ceder su puesto, -Gerente Édgar, por favor siéntese.-

Doria, que había estado callada todo el rato, se puso de pie de repente, -Raimundo, siéntate en mi puesto, me cambio...-

Antes de que Doria terminara de hablar, alguien le lanzó una mirada muy opresiva.

Raimundo también dijo apresuradamente, -Vaya, no es necesario, Doria, siéntate, yo...-

En ese momento, la señora que estaba a la izquierda de la posición de Raimundo se puso de pie, -Raimundo, siéntate aquí, iré a la mesa de Bea Sánchez, ocúpate de cuidar bien al gerente Édgar.-

Después de mucho tiempo discutiendo el tema, finalmente se sentaron todos.

Cuando Édgar se sentó, Doria se sintió incómoda y silenciosamente se movió a la derecha.

En ese momento, Lourdes y Roxana también regresaron con platos de comida en mano.

Roxana no pudo evitar quedarse un poco atónita cuando vio a Édgar allí. Por su lado, Lourdes se quedó pasmada por un momento antes de dar un paso adelante y saludar con mucho entusiasmo.

Doria echó un vistazo a Roxana en secreto y descubrió que había colocado el plato en la mesa redonda que había detrás con su expresión habitual para luego sentarse en su sitio.

A estas alturas, lo único que agradecía Doria era que al menos Lourdes estaba sentada a su derecha. Pero seguía sintiéndose muy incómoda en medio de la tensión que había entre la madre y el hijo.

Originalmente, todos en la mesa tenían mucho miedo de hablar con Édgar debido a su identidad y personalidad, pero Lourdes era diferente. Ella era famosa en algunas calles por su hospitalidad. Después de saludarlo, empezó a conversar con Édgar sobre cosas cotidianas.

-Gerente Édgar, oye...- Lourdes se dio una palmada en el muslo, -Es bastante distanciado que te llame gerente Édgar todo el tiempo. Creo que tienes la misma edad que mi hijo. Pues te llamaré Édgar, no te importa, ¿verdad?-

Édgar contestó, -No me importa.-

Lourdes dijo, -Así mejor. Édgar, te voy a preguntar a escondidas, dime, ¿estás casado?-

Doria se quedó estupefacta mientras bebía agua, “Lourdes, ¡¿puedes hacer las preguntas paso a paso?! ¡¿Cómo puedes hacer una pregunta tan personal nada más empezar?!”

Doria sentía que la cena iba a ser un rompecabezas.

Al mismo tiempo, se oyó una voz sin ninguna emoción, -Estoy casado.-

Tan pronto como dejó caer la voz, otra de las señoras respondió, -Édgar, eres tan guapo, seguramente tu esposa también es muy hermosa, ¿no?-

Édgar miró de reojo a Doria, y en un tono casual dijo, -Digamos que es aceptable.-

Doria se quedó sin palabras.

Lourdes dijo de nuevo, -¿Tienes hijos? No me tomes por pesada, Édgar. Pero tengo que recordarte que es mejor tener hijos a la edad que tienes ahora. Porque a esta edad, tus padres aún te pueden ayudar a cuidarlos niños. Si tardas unos años más, es posible que tus padres hayan envejecido y...-

Doria no pudo evitar toser un par de veces para interrumpirla.

Lourdes le dirigió la mirada y llenó de agua la taza de Doria, -Doria, ¿qué te pasa? Bebe más agua templada, no te resfríes.-

-Gracias, Lourdes.-

Raimundo también habló en el momento oportuno, -Lourdes, creo que en la familia del gerente Édgar no es necesario que los padres cuiden de los niños...-

-Es verdad, se me olvidó.- Lourdes dijo, -Pero Édgar, es muy diferente que los padres te cuiden a los niños o que contrates a niñeras para que te cuiden a los niños. Por ejemplo, mi hijo insistió en contratar a una niñera y no dejármelo a mí. ¿Ahora qué? El niño ni siquiera reconoce a su abuela. Tienes que confiar en mis palabras, tus padres serán los que más amarán a tus hijos.-

Doria ya quería escapar, esa señora de verdad era una habladora sin cesar.

Después de unos segundos, la voz de Édgar sonó en su oído, -Bien, me quedaré con todo lo que has dicho.-

-Genial, eso es lo que deberías hacer.-

Después de que Lourdes charló un poco más, se sentía cada vez más satisfecha, parecía que su agrado por Édgar ya no se podía expresar con simples palabras.

-Por cierto, Doria, Raimundo me ha dicho que fuisteis al cine hace unos días, ¿qué tal? ¿La película es buena?-

“¿Por qué de pronto el tema de conversación soy yo? ¿No hay ningún tiempo de descanso entre el cambio de temas?”.

Doria dijo, -Estaba bien. Si te interesa, te invito al cine la próxima vez.-

Lourdes no esperaba que respondiera de esa manera, se quedó sorprendida por un segundo y se rio, -Boba, ya soy mayor, ¿qué películas voy a ver yo? Eso es algo que os gusta a los jóvenes. No me acoplaré en donde no me llaman.-

Dicho eso, Lourdes la tomó de la mano y le dijo con seriedad, -Doria, has venido de un lugar tan lejano como la Ciudad Sur para hacerte vecinos de nosotras. No es fácil que nos hayamos encontrado. Así que te voy a decir cosas sinceras, espero que no me culpes por lo habladora que soy yo.-

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