Matrimonio de primera romance Capítulo 212

Yadira cenó demasiado por la noche y vomitó mucho en ese momento, por lo que no olía nada bien.

Ella misma no podía sentirlo, pero Delfino sí.

Él solo frunció el ceño levemente, y cuando ella terminó de vomitar, cogió un pañuelo y la ayudó a limpiarse. Luego sacó una botella de agua del coche y se la entregó.

-Salgámonos del coche-, en la voz de Delfino se notaba que se había calmado.

Abrió la puerta y salió del coche. Se quitó el abrigo y el suéter con el vómito de Yadira, dejándose puesto solo una fina camisa.

Pero Yadira no se manchó en absoluto.

Cuando salió del coche y percibió el viento frío, se sintió mucho más refrescada.

Girando la cabeza miró a Delfino, que tenía puesta solamente una fina camisa, no pudo evitar preguntar, -¿Tienes frío?-

Cuando miró al hombre, este también se volvió para mirarla.

Ella acababa de vomitar una vez, sus ojos estaban húmedos y ligeramente enrojecidos, en su rostro pálido tenía los labios fruncidos y le estaba mirando, lo cual presentaba una imagen bastante lamentable.

Entonces, cuando la frase "Qué crees tú" iba a salir de sus labios, se convirtió en, -No tengo frío.-

Yadira estaba lista para aceptar la maldad de Delfino, y luego contestarle con "Te lo mereces", pero dijo que no tenía frío.

El joven señor Domínguez, seriamente no era una persona común, la temperatura estaba casi bajo cero, pero no tenía frío con su fina camisa.

El "No tengo frío" de Delfino no lo decía porque sí, Yadira estaba temblando con el viento frío, pero Delfino ni siquiera reaccionó en absoluto.

...

El coche estaba sucio y Yadira tomó un taxi de regreso con Delfino.

En cuanto al coche de Delfino, se lo entregaron al guardaespaldas para que lo llevase de regreso.

De vuelta a casa, el hombre fue al baño del estudio para ducharse, y la mujer volvió a la habitación para bañarse.

Cuando Yadira salió del baño, descubrió que Delfino ya estaba usando un albornoz sentado en el sofá individual frente a la ventana.

La luz de la habitación no estaba encendida, junto a él había una lámpara de pie de color amarillo pálido y el halo lo envolvía, dándole un aspecto más amable.

Pero nadie sabía mejor que Yadira que en Delfino, toda ternura era una ilusión.

Yadira caminó hacia él, para sentarse a su lado.

Sin embargo, al acercarse, Delfino la tiró y la atrajo a sus brazos.

Acercó la copa de vino, del cuál había tomado un sorbo, a los labios de Yadira, -Toma un sorbo.-

Yadira frunció el ceño y se apartó, -No quiero beber.- Después de ducharse, no quería comer ni beber nada.

Delfino no la obligó, tomó un sorbo para sí mismo y lo presionó contra sus labios.

Él curvó sus labios y vertió el vino tinto de su boca en la boca de la chica.

Yadira fue sorprendida y al tomar el sorbo de vino casi se atragantó.

Delfino extendió su mano y acarició su largo cabello, con un movimiento suave y con un toque tranquilizante.

Después de acercarse, Yadira golpeó el pecho de Delfino.

Este extendió su mano para envolver su pequeño puño, bajó ligeramente los párpados y dijo con indiferencia, -¿Él es la razón por la que te escapaste de los guardaespaldas?-

Su pregunta, salida de la nada, dejó a Yadira desconcertada por un momento antes de darse cuenta de lo que estaba hablando.

-¿Qué quieres decir?- ¿Quería decir que ella se escapó de los guardaespaldas solo para encontrarse con Severo?

Delfino levantó los ojos y la miró profundamente, -Quieres dejarme.-

-¡De qué estás hablando!-, Yadira frunció el ceño, -No entiendo de qué estás hablando.-

-No quieres tomar fotos de la boda ni casarte conmigo.- Cuando Delfino hablaba, la expresión de su rostro permanecía sin cambios, pero Yadira escuchó algo de tensión cuando hablaba.

-Ya te lo expliqué antes, estaba... uhm...-

Delfino no quería escuchar su explicación en absoluto, sabía exactamente lo que estaba pensando.

Con una mano sujetaba a Yadira por la cintura y con la otra mano dejó caer la copa de vino al suelo. En el suelo había una alfombra, por lo que la copa de vino no se rompió y el vino sin terminar empapó toda la alfombra.

Delfino aprovechó que Yadira estaba sentada encima de él para levantarla cogiendo por la cintura y las piernas, e ir hacia la cama y ​​los dos cayeron sobre ella juntos.

Yadira estaba un poco incómoda, jadeando preguntó, -¿Te divorciaste de Perla?-

-Sí.-, respondió Delfino con una respiración agitada y con finas gotas de sudor en su frente.

No era el momento adecuado para tener hijos.

Ella pensaba en eso aturdida, y finalmente se durmió profundamente.

Delfino se dio la vuelta y se levantó de la cama, luego cogió una toalla húmeda con agua tibia para limpiar el cuerpo de Yadira.

Con la mirada bajada, sus movimientos eran suaves y lentos, enfocados como si fuera un artista tratando obras de arte preciosas.

Después de limpiar el cuerpo de Yadira, hizo a un lado el flequillo sudoroso que tenía en su frente y le dio un beso, su voz era tan suave que apenas podía escucharlo, -Solo te tengo a ti.-

Yadira parecía haber escuchado a alguien hablar en su oído, levantó sus pesados párpados, aunque el contorno de la persona frente a ella estaba borroso, sabía que se trataba de Delfino.

Tenía tanto sueño que levantó la mano laboriosamente, y al momento siguiente, sintió su mano sostenida por otra más fuerte y cálida, entonces se sintió más segura, cerró los ojos y se volvió a dormir.

Delfino se sentó en el borde de la cama, la miró fijamente durante mucho tiempo y volvió a poner su mano bajo la manta.

Al día siguiente.

Cuando Yadira se despertó, el lugar a su lado estaba vacío.

Extendió la mano y sondeó, sin notar nada de temperatura, lo que demostró que Delfino había estado despierto por un tiempo.

Se sentó con el cuerpo erguido, apoyándose en la cabecera de la cama y cerrando los ojos para calcular su período de seguridad.

Los cálculos parecían inexactos, por lo que se tomó un medicamento.

Todavía no había pensado en tener un bebé.

Además de la relación inestable entre ella y Delfino, todavía tenía muchas cosas por hacer.

Solo tenía veintidós años y su vida acababa de comenzar, no había tenido una buena madre y tampoco podía asegurar que ella fuese una hija bien calificada.

Incluso si tuviera un bebé en ese momento, no sabría cómo cuidarlo.

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