Héroe Retrasado romance Capítulo 17

Cuando terminó la reunión, Lin Yuzhen suspiró profundamente. No esperaba que saliera tan bien. Había sido difícil trabajar con estos encargados de proyecto durante las últimas visitas. Miró a Jiang Ning, que estaba parado en la puerta. Debe haberlos asustado hace rato.

—Ustedes supervisen de este lado. Avísenme de inmediato si algo sucede.

Terminó de dar instrucciones y salió. Vio que Jiang Ning no dejaba de mirarla y comenzó a sonrojarse, volviendo a su carácter de muchachita tímida.

-¿Por qué me miras tanto?

-Eres bonita -respondió Jiang Ning.

Por dios, ¿este señor siempre le hacía cumplidos a los demás de manera tan directa? ¿Los indigentes dependían de su facilidad de palabra para conseguir comida?

Riiiiiiiing...

El teléfono de Lin Yuzhen comenzó a sonar. Lo sacó. Era Sume!.

-¿Qué pasa, mamá?

En ese momento escuchó el llanto lastimoso de su madre en la línea y su expresión se volvió sombría.

—¡Mamá! ¿Qué pasó? ¿Quién te golpeó? Estaré allí ahora mismo. —Sus ojos estaban enrojecidos—. ¡Alguien golpeó a mi mamá!

Jiang Ning frunció el ceño al instante.

-Súbete al auto.

¡Bruuuuum!

El motor del BMW rugió con fuerza, como si también estuviera enojado. Jiang Ning dio una vuelta cerrada y se dirigió al banco. De camino, Lin Yuzhen no pudo evitar llorar.

-Nunca habían abusado tanto de mi mamá, es una persona muy fuerte.

A Sumei la habían detenido en el banco y la acusaban de robar. ¿Cómo podría haber pasado? Incluso si su familia tenía que morir de hambre a causa de su pobreza, nunca se rebajarían tanto.

-Ni siquiera mi papá se atrevía a regañarla. Alguien de verdad tuvo las agallas de golpearla.

Jiang Ning no dijo ni una palabra y pisó a fondo el acelerador.

De vuelta en la oficina del gerente general del banco.

El cabello de Sumei estaba hecho un desastre y todavía tenía las marcas de dedos en el rostro. Después de colgar el teléfono, no dijo nada, pero siguió llorando.

-Si su familia no puede explicar esto, no tendremos otra alternativa más que llamar a la policía —le dijo con frialdad el gerente.

BANG.

En cuanto dijo eso, la puerta de la oficina se abrió de un golpe. Casi se rompió en varias partes.

—¿Quién eres?

Los guardias de seguridad vieron que tenían un invitado violento y sacaron sus pistolas de electrochoque.

PAF.

PAF.

A Jiang Ning no le preocupó y les dio a ambos una bofetada. Los guardias salieron volando del impacto. El gerente y la cajera palidecieron de miedo.

—¡Seguridad! ¿Dónde están los guardias? ¡Llámalos a todos!

Jiang Ning sólo avanzó y agarró al gerente por el cuello de la camisa, su expresión era fría como el hielo.

—¡Ella es mi madre y usted se atrevió a golpearla!

El gerente estaba temblando. No esperaba que el hijo de esta señora fuera tan violento.

-¿Tu madre robó algo y te atreves a causar problemas? Llamen a la policía, rápid...¡AAH!

La cajera no había terminado de hablar cuando Jiang Ning le soltó una bofetada. La boca se le llenó de sangre en el momento.

La mirada furiosa de Jiang Ning hizo que el gerente temblara de miedo.

-¿Que se robó algo? -Jiang Ning miró la tarjeta que estaba en las manos del gerente. ¿No era suya?—. ¿Te refieres a esta tarjeta?

El gerente tragó con dificultad y asintió.

-Se la di para que hiciera las compras. ¿Hay algún problema?

El gerente no pudo evitar reírse con frialdad cuando escuchó eso.

-¿Sabe qué tipo de tarjeta es? ¿Hacer las compras? ¡Qué tontería!

Este tipo de tarjeta especial requería que el dueño tuviera mil millones de dólares en el banco. ¿Quién usa una tarjeta como esa para hacer las compras? ¿Acaso pensaba que había llegado a ser gerente de un banco nada más con soñar?

Jiang Ning lo soltó y sacó su teléfono. Con rapidez, marcó un número extranjero y de inmediato le respondió una voz.

—¡Póngame a su director de la unión bancada al teléfono ahora mismo! —Transfirieron la llamada al instante—.

Theseus, parece ser que no cumplo los requisitos para usar estas tarjetas que me mandaste -resopló Jiang Ning fríamente-. Un simple gerente de banco de una de tus subsidiarias me está cuestionando.

En cuanto escuchó esto, el hombre caucásico al otro lado de la línea se estremeció. Hizo una señal a su personal para que usaran el GPS para localizar a Jiang Ning.

-¡Señor Jiang! Lo siento mucho. Arreglaré esto ahora

mismo.

Jiang Ning colgó el teléfono y caminó hacia Sumei.

-Mamá, perdóname. Es mi culpa que esto te sucediera.

Sumei seguía sin decir una sola palabra. Lin Yuzhen jadeaba cuando entró corriendo a la oficina. Sintió un dolor en el pecho al ver que Sumei había llorado sin consuelo y corrió a abrazarla.

-Mamá, está bien.

Una docena de guardias de seguridad ya tenía rodeada la oficina del gerente.

-¡Gerente!

—¡Llamen a la policía! ¡Arréstenlos a todos! chilló la cajera mientras se cubría la cara.

Pero el rostro del gerente estaba pálido. Vio el número al que Jiang Ning acababa de llamar. Era la línea de servicio de atención a clientes VIP de la unión bancada mundial.

¡Riing!

Sin demora, el teléfono de la oficina sonó y el gerente sintió un temblor en su cuerpo. Miró a Jiang Ning pero él no se molestó con el gerente.

-¿Diga? -El gerente vaciló al tomar el teléfono y su rostro palideció aún más-. ¡Presidente Xue!

—¿Acaso estás ciego? ¿Te atreves a dudar de un cliente VIP de la unión bancada? No sé tú, pero yo no quiero morirme. Pronto voy a jubilarme pero ahora quizás me despidan. ¡Maldito seas! -lo imprecó la otra persona-. Si no resuelves esto como se debe, voy a matarte.

En cuanto colgó, el gerente de la sucursal llamó y lo reprendió tan fuertemente, deseando poder meterse en el teléfono y matar al gerente de una mordida.

El gerente ya no podía escuchar lo que su superior decía. Su mente había explotado y estaba toda en blanco. ¿Cliente VIP de la unión bancada? ¿Jiang había dicho que el director le había enviado la tarjeta personalmente?

GLUP.

No pudo evitar tragar saliva, luego empezó a toser con violencia.

¡Acabado! ¡Estaba acabado!

—Gerente, ¿llamamos a la policía? —la cajera intentaba incitarlo.

-¿Llamar a la policía? -El gerente general se giró y le dio una fuerte bofetada-. ¡Llamar a la policía, las pelotas! ¿Quién trata a un cliente VIP como tú lo hiciste?

La cajera aulló y cayó al suelo, un diente suyo salió volando. Sin embargo, ya no se atrevía a decir nada.

Con un ruido seco, el gerente se dejó caer sobre las rodillas.

-Lo siento. Lo siento tanto. Es mi culpa. ¡Todo es mi culpa! No pude darme cuenta de quién es usted y lo menosprecié. -Se abofeteó varias veces-. Espero que pueda perdonarme. ¡Por favor!

A Jiang Ning no le importaba. La frialdad de su rostro le provocó escalofríos en todo el cuerpo. Sabía que si esta señora no lo perdonaba, moriría ahí. Era un cliente VIP de la unión bancada y el propio director le había enviado las tarjetas personalmente. En ningún lugar del mundo se atreverían a ofender a un cliente así.

—Señora, es mi culpa. Lo siento de verdad. Puede golpearme o regañarme, pero deme una oportunidad, por favor. ¡Se lo ruego!

El gerente se arrastró hasta Sumei y se arrodilló para inclinarse al suelo en gesto de súplica. Casi de inmediato le comenzó a sangrar la frente.

-Señora, por favor, déjelo pasar. Tengo una familiar que mantener y en verdad no puedo meterme en problemas. Si no, asumiré toda la responsabilidad, pero le suplico que me perdone.

Sumei miró al increíblemente patético gerente. No se portaba así hace unos minutos. Estaba muy cansada y se sentía muy mal. Nunca la habían humillado de esa manera.

-Yuzhen, quiero irme a casa.

-Te llevaré a casa, mamá.

Lin Yuzhen miró a Jiang Ning. Él asintió y se fue con Sumei. Todos los guardias que estaban en la puerta les abrieron paso al instante y no se atrevieron a bloquearles el camino. ¿Quién se atrevería ahora? Su gerente seguía de rodillas en el suelo.

-¿Quién fue el que golpeó a mi mamá?

Jiang Ning esperó a que Lin Yuzhen y Sumei se fueran para preguntar. El guardia culpable apenas había podido levantarse del suelo y se puso pálido al instante. Sintió que le iba a dar un ataque.

-La mano que usaste para golpearla, rómpetela tú mismo. No me hagas rompértela.

Jiang Ning sólo le echó una mirada, luego se volteó y se fue. En cuanto salió por la puerta de la oficina, se oyó un fuerte crujido desde adentro, seguido por un grito que helaba la sangre.

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