El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 87

Dentro de la Vila de Carl, varios hombres buscan incansablemente cosas de valor.

Lucy camina sin prisa por ese lugar recordando su corto periodo viviendo en esa casa donde creyó que era feliz...

Cuan equivocada estaba!

Los hombres continuaban cargando con cuidado pinturas valiosas, piezas de arte, jarrones valiosos, joyas.

Lucy entra en la habitación que compartió alguna vez con Carl, ella se quedó quieta de pie un segundo.

Si Carl no le hubiera hecho daño...

Si no la hubiera alejado, ahora contaría con el apoyo de su multimillonario nuevo hermano para apoderarse con más facilidad de todo el imperio Situ.

Y de ese modo vengarse de Edward y de esa mentada matriarca Situ.

Pero Carl prefirió el camino difícil, por lo que ella lo haría más difícil y duro para él.

"Señorita Lucy, encontramos la caja fuerte."

Dijo uno de los hombres.

Lucy fue a dónde estaba.

"Abranla"

Ordenó la chica sentandose para esperar a que la abrieran.

Cortadores de sierra, ruidos, golpes, chispas volando...

"Listo!"

Dijo un hombre.

Lucy se acercó a ver qué contenía.

Una camara de vídeo y varias tarjetas de memoria SD.

Dinero, títulos de propiedades secretas, cuentas de banco en el extranjero.

"Hum..."

"Que contiene está videocamara?"

Se preguntó la chica antes de atrasar el vídeo.

lucy lo reprodujo.

La cara de la chica se volvió roja cuando una inmensa irá la invadió!

Carl había grabado sus encuentros sexuales y no una, si no casi todas las veces que habían tenido sexo!

"Ese bastardo cobarde y morboso!"

Lucy ibs a dejar caer la cámara y pisotearla pero calmandose, pero ella pensó que tal vez le servirían esas grabaciones para sus fines.

"Ven aquí y averigua que tienen estás tarjetas de memoria."

Le dijo a un técnico con su poderosa laptop.

El hombre asintío.

Tomando el enorme y afilado cuchillo bañado en oro que le había regalado su hermano, Lucy caminó con determinacion hacia la cama.

Subiéndose encima de ella, comenzó a apuñalarla.

Lucy imagina que apuñala a Carl.

"Bastardo"

"Hijo de puta !"

"Idiota mal parido!"

"Ni siquiera en la cama supiste complacerme!"

Lucy susurraba para si misma mientras el pobre colchón quedaba destrozado completamente.

"Señorita Lucy, creo que le interesaría esto."

Comenta técnico.

Lucy clavó el cuchillo en el colchón, se bajó de la cama para ir a ver la pantalla.

"Ooh!"

"Eso me servirá bastante para mis planes."

"Hay más grabaciones como está?"

Preguntó la chica ideando por fin su plan maestro para deshacerse de una vez de Emily, Carl, la abuela y Edward!

Todo sin que ella fuera involucrada.

"Excelente!"

Aplaudió la chica ante su idea asombrosa.

Feliz, Lucy termina de romper las almohadas y la cama.

"Arreglen esto para que parezca un robo."

"Después plantaremos las huellas que necesito."

Ordenó Lucy.

Caminando de modo provocativo la malvada chica salió de la villa.

Subió a su auto Jaguar XJ y se largó a toda prisa hacia la villa de su hermano.

En el camino, Lucy seguía planeando, pero lo que le preocupaba ahora era averiguar cuál era el nombre de máscara de bronce....

Ella no lo sabía, solo Emily.

De algún modo tenía que averiguarlo...

También necesitaba la sangre de Emily para tenerla a la mano en caso de que su hermano quisiera hacerle la prueba de ADN.

"Mucho por hacer y tengo tiempo suficiente..."

Piensa Lucy.

Aunque necesita que tanto como Edward y Carl se recuperen para poder dar marcha a sus planes.

"Por mientras, dejaré que trabaje mi equipo y me dedicaré a irme de vacaciones y consentirme."

Todo esto lo pensaba ella, manejando a toda velocidad en esa autopista vacía.

La adrenalina de correr ese potente auto tan hermoso le encanta y la hace sentir viva.

Máscara le había dicho que tendría que ausentarse un tiempo de la ciudad pues necesitaba ir a otros lugares para poder continuar los negocios.

Ella tendría a su disposición gente, protección, recursos y dinero de sobra para poder ir a dónde ella quisiera.

Y hacer lo que más le gustara.

En la casa, Lucy entró a su habitación especial y junto con su equipo puso manos a la obra.

Después, la chica empacó algunas cosas y pidió que la llevaran a Dubái en jet privado.

"Esta vez, todo saldrá como quiero y nadie lo arruinará."

Piensa Lucy mientras el jet despega.

Ella le manda una selfie a su hermano diciéndole que se dirige a Dubái.

En respuesta, Lucy recibió un mensaje de Máscara el cual dice que ya tiene reservada la suite más lujosa del hotel más lujoso y caro de Dubai.

El Burj Al Arab.

"Gracias hermano, eres el mejor!"

Le mandó mensaje de audio agradeciéndole, pues ese lujoso hotel era el más caro por noche en todo Dubái.

Además tenía reservaciones en todos los spas famosos, restaurantes de lujo y una tarjeta con crédito ilimitado para ir de comprar al Mall de Dubái.

"Es como un sueño hecho realidad!"

Gritó Lucy mientras bebé champaña y come fresas costosas.

"Debo hacer bien las cosas y mantener a este hombre a mi lado."

"Y haré cualquier cosa para ese fin."

Piensa Lucy mientras observa por la pequeña ventana del avión.

En el hospital, Emily había dormido tan bien con Edward que se negaba a despertarse.

Edward se había despertado antes que ella.

Le acaricia el cabello y mejillas despacio, con cuidado para no despertarla.

La enfermera había acudido a su llamado y le había dado las infusiones a la hora precisa escrita en el papel.

Emily se removió en la cama y comenzó a abrir poco a poco los ojos y...

"Me quedé dormida!"

Exclama sorprendidas niña poniéndose de golpe.

Apenada, Emily quiso bajarse de la cama.

"Las once de la mañana!"

Se quejó ella.

Era tan tarde!

"Emily, tranquila, no te preocupes."

Edward habla en voz baja.

"Estabas cansada y no te desperté."

"Ya tomé mis medicinas y..."

Ella volteó a verlo con incredulidad.

Entonces si había pasado la noche entera con él!

Emily había creído que había soñado que se recostabs a su lado y había tenido sueños hermosos de flores.

Edward le puso la mano en su brazo y ella volvió a recostarse confundida aún por haber despertado tan pronto.

"Perdoname."

Susurra la niña.

"No debí haberme quedado dormida."

"No te lastimé?"

Cuestiona muy afligida Emily.

"Pero tú medicina de la madrugada!"

"Que tonta soy!"

Se disculpa Emily con Edward a la vez que frota sus cansados ojos y bosteza.

Realmente estaba cansada.

"Tranquila, la enfermera me atendió bien."

Edward le de una sonrisa tranquilizadora.

Emily sonrie también.

La abuela entró y vió la hermosa escena, ella suspiró.

"Mi niña me da gusto ver qué descansaste tan bien."

"Edward que bueno que estés mejor."

Comenta la abuela Situ.

Ambos se apenaron.

Emily se levantó, se acomodó la ropa y comenzó a revisar infusiones y frascos en el gabinete.

Edward se recostó feliz en la cama.

Bolsa en mano, Emily caminaba junto con la abuela Situ y James para ir a ver a la señora que decía ser Baek.

Pero antes tenía que regresar a preparar más infusiones para Carl y para Edward.

"Y para Elizabeth, que está mucho mejor con tu infusión."

Le recordó la abuela Situ.

Emily entonces comenzó a hacer cálculos de tiempos y cocciones.

No estaría libre hasta pasadas las tres de la tarde.

Maggie en la casa recibió a Emily con alegría.

Le extendió un delicioso café y comenzó a ayudarle a preparar las cosas y las hierbas.

Elizabeth más recuperada, había dormido de maravilla y esperaba ver a Pigmeo en el consultorio veterinario.

Henry la acompaña feliz.

Ambos esperan sentados en una banca.

Ese día, Henry acompañaría todo el día a Elizabeth, pues tenía un día libre de su trabajo de enfermero.

Henry quiere invitar a Elizabeth al parque de diversiones para que la chica se divierta un poco.

Además, es una sorpresa para ella.

El veterinario les dió buenas nuevas.

Elizabeth pudo pasar a ver a Pigmeo que la recibió con ladridos y moviendo la colita feliz.

"Pigmeo!"

"Que bueno que estés bien!"

"Recupérate pronto!"

"Vendré a verte mañana!"

El pequeño perrito ladró feliz, la niña lo acarició.

La enfermera veterinaria le ofrece al perrito comida vitaminada para que se recuperará más rápido.

Elizabeth le agradeció al veterinario y cuando salían, Henry dijo.

"Cierra los ojos, tengo una sorpresa para ti."

Elizabeth titubeó un segundo pero al final cerró lo ojos.

Ella sintió que él la cargaba para después sentarla en un auto.

"Confías en mí?"

Preguntó Henry al ver qué ella comienza agitarse y respirar entrecortado.

Elizabeth aún siente algo de miedo debido a su experiencia pasada.

"Si."

Contesta ella al oír la voz del chico y sentir sus manos en las suyas.

El auto viajó sin prisas.

Elizabeth escuchó murmullos de gente, risas y gritos.

"Abre los ojos ya."

El parque de diversiones esta frente a ella!

"Vamos a entrar?"

Preguntó incrédula y algo feliz Elizabeth.

"Si quieres si."

"Pero si no quiere, podemos ir a otra parte aunque ya compré los boletos y..."

Explica Henry extendiéndole la mano para que descendiera del auto.

Cuando Elizabeth estuvo fuera lo abrazó feliz.

"Ssssiiiii!"

"Vamos!"

Exclama la niña muy feliz.

Henry la sostuvo a tiempo por la cintura.

"Entonces vamos!"

Henry paga la tarifa del taxi.

Ambos corrieron tomados de la mano para entrar al parque de diversiones.

Tantos juegos para elegir y subirse!

"A cual vamos primero?"

Preguntó Elizabeth.

Henry señaló la montaña rusa.

"No!"

"Me da miedo!"

"Mejor vayamos al carrusel o a ese, mira!"

Elizabeth señaló una rueda de la fortuna enorme.

Tiraron una moneda para decidir  a cual de ellos se subirían primero.

Henry ganó.

En la fila para subir a la montaña rusa, varias chicas no dejaban de cuchichear y reír viendo a Henry descaradamente.

Henry, con su cabello castaño claro, grandes ojos cafés con vetas verdes...

Nariz respingada y pequeña, piel blanca y rosada...

Alto, delgado pero musculoso y con esos labios tan condenadamente rojos y hermosos atrae mucho la atención femenina.

Elizabeth, sumamente nerviosa se muerde las uñas.

De repente, ella observa que las chicas que se acercan a Henry saliendo de la fila.

"Hola guapo, nos preguntábamos mi amiga y yo sí quieres subir con nosotras."

"Tu pequeña hermana también puede unirsenos y subir al carrito de atrás."

"Mi amigo la protegerá."

Comentauna de ellas señalando a un chico alto pelirrojo.

Henry no dijo nada antes de mirar a Elizabeth.

Pequeña hermana?

"El no es mi hermano mayor, es mi novio y te agradecería que nos dejaras en paz!"

"Queremos subir nosotros dos nadamás."

Elizabeth responde de forma cortante pues está algo molesta ante la audacia de esas groseras chicas.

"Vamos pequeña no te molestes."

"Solo queremos ser sus amigas y poder divertirnos todos."

"Además es más divertido andar con más personas no crees?"

Henry miraba a Elizabeth.

"Ya te dije que no!"

"Él es mi novio y queremos estar solos los dos!"

"No con más gente, así que regresa a tu lugar y déjanos en paz!"

Las chicas querían seguir diciendo algo pero Henry abrazó a Elizabeth para darle un beso en la boca frente a ellas.

Las chicas desilusionadas al verlos besarse con pasión volvieron a sus lugares.

El amigo pelirrojo las recibió con un abrazo y un "se los dije."

Elizabeth abrazó más fuerte a Henry para besarlo con más intensidad.

"No necesitas molestarte en decirles nada, solo bésame y se alejarán."

Le susurró al oído Henry.

Elizabeth sintió que su cuerpo se electriza por la cercanía del apuesto chico.

Ese día,los dos se divirtieron como niños pequeños.

Subieron dos veces a la montaña rusa, pues Elizabeth le había encantado, a la rueda de la fortuna y a diferentes juegos mecánicos y de habilidad.

Henry tenía una puntería impecable y había ganado tantos osos de peluche y demás baratijas, que se detuvieron a regalárselos a las niñas pequeñas.

Los dis corrían por el parque tomados de las manos hacia los videojuegos, a la pista de baile improvisada, a la pista de patinaje...

"Entremos!"

Invita Henry frente a la casa de los sustos.

Elizabeth frunce en ceño, pero después de pensarlo bien estuvo de acuerdo.

El recorrido a pie es muy escalofriante por lo que Elizabeth sujeta la mano de Henry con demasiada fuerza.

Él sonrie al verla tan temerosa y preocupada.

"Tengo miedo."

Susurra ella.

"Solo son actores."

Henry la tranquiliza.

Una risa macabra los sorprendió, las luces se apagaron.

Diferentes sonidos horribles y gemidos de dolor se escucharon.

"Aaaahhhhh!"

Gritó Elizabeth tomando del brazo a Henry, quien comenzó a caminar por el pasillo indicado.

De vez en cuando salían fantasmas con cadenas, demonios de color rojo, hombres que estiraban sus manos desde celdas para agarrarlos y hombres lobos se distinguían a la distancia.

"Vámonos, ya no quiero estar aquí!"

Pide Elizabeth antes de correr a la salida.

"Espérame!"

Gritó Henry, temeroso de que se cayera o lastimara debido a la escasa luz.

Varios zombies rodearon a Elizabeth quien se quedó paralizada debido al temor.

Después de unos segundos la chica comenzó a patear y golpear a los zombies.

"Oye, no nos golpees!"

"Es nuestro trabajo asustarlos niña!"

Henry, riendo llegó detrás de Elizabeth.

La cargó por la cintura para llevarla a la salida.

Todavía riendo divertido, entre risas le dijo que jamás pensó que sería tan valiente para poder enfretarse sola a varios "zombies" falsos.

"Ellos me asustaron de verdad y por eso los golpeé!"

Elizabeth también reía feliz.

Henry la rodeó con sus largos brazos para decorar sus labios rojos.

"Me encantas, Elizabeth."

"Me tienes totalmente hechizado con tu sonrisa."

"Me derrites con tu mirada."

"Te quiero demasiado pequeña Elizabeth."

Los ojos de ambos se encontraron y dejaron que sus bocas hablaran por ellos.

Después de mucho andar y caminar, los dos se sentaron en una heladería y pidieron varios postres no muy costosos.

Henry se disculpó.

"No puedo costear cosas muy caras por mi sueldo de enfermero."

"Yo lo lamento."

Elizabeth sonrió antes de ponerla la mano en su mejilla.

"No quiero que me compres nada, solo que estés conmigo."

"Puedes hacer eso?"

Henry sonrió satisfecho por la respuesta de la bella niña.

La correcta.

Ambos rieron tanto que les dolió el estómago, comieron algodón de azúcar de colores, se tomaron fotos graciosas haciendo caras curiosas.

Observaron a los valientes que se subían a juegos mecánicos muy peligrosos y vertiginosos.

Terminaron ese día los dos chicos, rendidos, felices y divertidos.

Por la tarde, Henry llevaba en taxi a Elizabeth de vuelta a la villa.

La niña quien recargó en el hombro del chico si cabeza, se quedó profundamente dormida.

Henry sostuvo su cabeza con su mano y ella buscó acomodarse en su suave pecho para poder dormir mejor.

Suspiraron al mismo tiempo los dos.

Henry le dio un beso en la frente.

"Es la chica correcta."

Pensó el chico.

Mirando al frente Henry sonrie orgulloso de haber confirmado su corazonada.

Dejando todos las indicaciones de administración y horarios de las infusiones y preparados más fuertes para Edward y Carl en las manos de la abuela y James, Thomas llevó a Emily a la casa de la supuesta señora Baek.

La señora vive a orillas de un río y tiene muchas flores, arbustos y plantas medicinales.

Emily se detuvo a ver varias de ellas, pues había visto sus fotos en algunos libros y en internet pero jamás en ningún mercado ni en tiendas especiales.

"Quién eres tú?"

Una señora de unos sesenta años salía de la puerta de madera de la pequeña casita de un piso.

"Buenas tardes señora soy..."

Emily quiso presentarse cortésmente pero la señora al verla dijo.

"Leila...te pareces a Leila."

Esas palabras dejaron muda a Emily.

"Señora, quien es Leila?"

Preguntó ella para tratar de averiguar qué tanto sabía de su familia.

"Será mejor que entres pues aún puede haber moros en la costa, si me entiendes..."

Emily entró a la casita.

Thomas espera afuera mientras vigila.

Dentro, el aroma de varias hierbas secándose al sol, invadió la nariz de Emily.

Un mar de olores y todos combinan perfectamente.

"Siéntate pequeña por favor."

"Leila, tu madre me dijo que vendrías."

"Ella está contigo, Lorna reencarnó ya."

"Tu hermano está cerca pero está siendo engañado, como tú padre engañó a tu madre..."

"Fue nuestra ruina."

"Muchos perdimos todo."

"Otros se escondieron."

"Yo me resigné a vivir fuera y renegar de mi apellido."

"Pero tú y tu hermano restaurarán nuestra gloria pasada."

"Pero antes pasarán por pruebas duras y difíciles."

"Estás lista?"

Emily escucha en silencio lo que la mujer dice.

Ella puede notar un halo de luz desprenderse de la señora y extenderse por todo su cuerpo.

"Entonces usted conoció a mi familia entera?"

"Porque no puedo encontrar al resto de mi familia?"

Cuestiona la niña

"Me llamo Diana y puedo sentir que necesitas más aprendizaje en hierbas y preparaciones."

Responde la señora Diana Baek.

"Lávate las manos y comencemos, no hay mucho tiempo."

Emily, duda un segundo, pero después se levanta para ir al lavabo para hacer lo que le pidió la señora Diana.

"Esta hierba es venenosa si la usas junto con esta."

"Pero si la pones a hervir solo diez minutos y tomas el líquido tibio te puede ayudar a sanar mejor..."

Emily observa con atención las hierbas y graba con su celular las explicaciones para después anotarlas en su propio libro de experimentos exitosos con hierbas.

No fue hasta pasadas las ocho de la noche cuando Emily terminó de grabar y aprender con Diana.

"Es tarde ya, debes irte, tu alma gemela te necesita."

Pide la señora Diana con voz tranquila.

"Niña, deberás tomar más de la hierba que te recomendó tu madre."

"La necesitarás."

"Regresa mañana a las cuatro de la tarde, necesitas aprender más."

Dicho esto, la señora Diana se levantó, guardó hierbas en papel y se las dió.

"Dale esto a él y sus pulmones sanarán."

"Regresa a salvo."

Emily le agradeció a la señora.

Ella salió de la casa para subir al auto y regresar al hospital donde está Edward.

Emily dejó escapar el aire de sus pulmones antes de esbozar una sonrisa feliz.

Su mamá la había guiado con otra Baek y ella está aprendiendo mucho.

"Por fin puedo aprender con alguien de mi familia que sabe más que yo."

Piensa Emily admirandose de la sabiduría y experiencia que posee la señora Diana.

Diana cerró la puerta al ver qué el auto se aleja.

La señora se sentó en medio de la sala y comenzó a hacer meditación para poder comunicarse con sus antepasados.

Nada había cambiado...

Aún seguía siendo un camino difícil y tortuoso para esas dos almas unidas.

"Esta es su última oportunidad..."

Diana abriendo los ojos suspiró.

"Ojalá estuvieras viva Leila..."

"Tus hijos te necesitan tanto."

Susurró con tono afligido la señora Diana Baek.

***By Liliana Situ***

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