El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 120

En cuanto la abuela Situ sale del ascensor, Lorelay camina hacia ella para abrazarla con lágrimas en los ojos.

La abuela la abraza también y le acaricia la espalda para consolarla.

Su escencia sigue siendo pura y frágil, pero sabe que algo difícil ha pasado esa noche, por lo que la deja desahogarse con ella.

"Abuela..."

"Casi le hago daño."

"Pero no pude."

Susurra con voz afligida la niña.

La abuela percibe que está es la misma chica que un día lloró frente a ella en ese hospital...

"Mi niña, te entiendo."

"Tú serías la única adecuada para ocasionarle el mayor daño posible."

"Para devolverle el enorme daño que él te lo ocasionó a tí, mi nieta."

Asegura la abuela Situ.

"Pero aún sigues siendo tan noble en el fondo y tú amor por mi tonto nieto es tan fuerte que te duele ese pensamiento, no es verdad?"

Lorelay baja la mirada en señal de que la abuela tiene razón.

Siempre la tiene.

"Eso no te hace débil ni vulnerable, pues recononoces que lo odias y lo amas a la vez."

"Así son los más grandes amores."

"Y el suyo es un amor tan entrelazado y arraigado que podría considerarse legendario."

La abuela la insta a sentarse en el sillon de la salita de espera.

"Quisiera poder ahorrarte tantas lágrimas y penas por las que has pasado."

"Pero estas pruebas te fortalecen y te hacen más fuerte pequeña mía."

La abuela le limpia las lágrimas con un pañuelo.

Cuanta razón tenía la abuela Freda para decirle que Lorelay la necesitaría.

En ese tiempo que estuvo lejos de él, Emily comenzó su lento cambio a Lorelay.

Aunque hubo resistencia y sufrimiento.

Debido a la distancia, la chica se fortaleció.

Pero ahora, al estar conviviendo juntos por mucho tiempo, sus almas se reconocen al instante.

Su lazo es más profundo pues ya han intimado.

Sus almas y cuerpos se han entrelazado de formas mundana y espiritual.

Por eso ella ahora había tenido ese "episodio" donde su energía oscura y blanca la habían embargado.

La abuela debe hacer una pregunta difícil, por lo que le pide a Thomas que les de un minuto a solas.

"Mi niña, no intimaron cierto?"

La niña niega con la cabeza.

Ella no quería ese contacto de esa manera con Edward.

"No abuela, no ha pasado nada."

Se apresura a decir la niña.

"Me alegra escuchar que siempre eres la sensata en la relación."

"Ahora dime qué ha pasado y que haremos las dos a continuación."

Lorelay le cuenta a detalle todo lo que ha pasado con Edward y el estado cuando lo encontró.

Y que fue de esa chica.

Su sonambulismo causado por alguna reacción a algo desconocido que la asustó porque parecía realmente despierto.

Y cómo intentó estrangularlo.

"Eres su digna contrincante y complemento."

"Ambos son un contradicción innata."

"Siempre hay un sumiso y un dominante, pero cuando por fin estén juntos, los dos sabrán como equilibrar su relación."

Indica la abuela.

La chica agradece contar con la guía de la abuela, que aunque técnicamente sería más abuela de Edward ella sabe que la aprecia más.

Lorelay le cuenta su plan.

"No está mal y te cubre las espaldas."

"Llama a tu técnico."

"Yo iré con Thomas a ver qué tanto grabó la camara de seguridad."

La abuela se mueve con más soltura desde su viaje a Dinamarca.

Lorelay lo atribuye a las sesiones reparadoras con la abuela Freda.

Emily mira en su celular la hora.

Tal vez todavía no había llegado aún Bruce con la abuela Freda.

Sería mejor esperar a que amaneciera para llamar a su hermano y a su abuela.

La chica necesita hablar con ella.

Tommy estaba dormitando en su base, tenía una jarra de café y Teresse dormia a su lado, en una cama individual.

La llamada de Lorelay lo sobresaltó pues todo estaba en silencio.

"Lorelay pasa algo malo?"

"Dániel y Johana están bien?"

Tommy siempre está preocupado por sus amigos, pues ya no puede verlos diariamente.

"Tommy, todos estamos bien."

"Solo quiero pedirte un gran favor."

"Podrias ayudarme con edición de una cámara de seguridad por favor?"

Lorelay pide con voz entrecortada.

Ella sabe que tiene debe recuperar su estabilidad o la descubrirán.

"Envíame lo que tienes y haré lo que me pidas."

"Sabes que siempre puedes contar conmigo."

Responde el chico mientras cubre a Teresse con la manta.

"Tal vez no sea el momento adecuado pero quiero que seas la primera en saber esto."

"Me casaré con Teresse mañana por la noche y me gustaría que vinieras junto con los demás."

Susurra Tommy en secreto hacía Lorelay.

"Las invitaciones están en camino."

"Será solo una pequeña ceremonia, tenemos que ser discretos."

Tommy había enviado en secreto invitaciones para su boda en una locación secreta en un bosque frondoso con un claro de hierba fresca y flores blancas y amarillas diminutas.

"Que maravillosa noticia Tommy!"

"Claro que iremos todos!"

"Aprecio que haya sido la primera en enterarme."

Lorelay se alegra por Teresse y Tommy, pues hacen una hermosa pareja!

"Espero verlos pronto y ahora en cuanto a lo que quieres..."

Ella le cuenta lo que necesita por lo que Tommy se pone a trabajar.

"Mi niña, ve a casa y descansa."

"Te espero en mi casa a medio día para almorzar y hablar."

"Anda."

La abuela la despide en el ascensor.

Lorelay llega de nuevo a su auto, lo enciende y sale por fin de la empresa de Edward.

James la espera en la puerta de la casa, pues la abuela lo alertó.

James también la abraza, no sabe que ha pasado, pero en cuanto a la relación de Edward y ella todo es estresante.

Tanto James como Dániel agradecen tener con ellos a sus hermosas mujeres a su lado.

Y que sus relaciones sean más tranquilas que la de ellos dos.

"Primo."

"Bruce y Elizabeth despegaron a salvo ayer?"

Preguntóma con un hilo de voz, pues ella había querido ir a despedirlos al aeropuerto.

"Si prima, ellos aterrizarán en unas horas."

"Cuando estén instalados con la abuela podremos llamarlos."

"Entra, tengo para ti una infusión que la abuela Freda recomendó para ti."

Lorelay necesita fuerzas para seguir adelante.

Ambos se toman la infusión antes de ir a dormir.

La abuela en la empresa entró a la habitación privada de Edward y pudo verlo dormir tranquilamente.

Se sienta en la cama y lo contempla.

Le pasa una mano por el cabello con delicadeza y lo arropa bien.

"Emily..."

Susurra Edward entre sueños y la abuela se acerca a su oído.

"Ella está viva y debes de esforzarte por ser mejor hombre para atraerla de nuevo."

"Si me hubieras hecho caso en casarte con ella ahora serían inmensamente felices y tendría dos bisnietos."

"Si hubieras asumido tu responsabilidad con ella, ahora serías feliz."

En verdad la abuela piensa que Emily es la esposa perfecta para su nieto.

Pero ahora Lorelay es la que prevalece y ella le dará su merecido a este niño tonto.

"Cree que funcione Señora Situ?"

Pregunta viéndola desde el retrovisor Thomas cuando regresan a la Villa Situ.

"Debe funcionar y recuerda que debes decir."

"Indícale a Tim también cuando lo veas."

"Ahora descansemos un poco antes de que amanezca por completo."

La abuela se despide de Thomas y entra a su habitación donde mira la foto de Lorna, su hija.

"Esta vez no me equivocaré."

"Está vez será diferente hija mía."

"Tu hijo necesita aprender y este sufrimiento lo hará más fuerte y suspicaz."

En la casa de Carolina, ella le grita por décima vez a Paul desde su patio.

"Paul con un carajo, sube ya y comportate como un hombre!"

"Pero si sigues con tu estúpido intento de suicidarte hazme el favor de hacerlo en otro lado y en silencio!"

Paul desde la afilada roca está hecho ovillo recibiendo los embistes de las olas que lo golpean con fuerza.

Esta más que enojado,

más que enfurecido!

Se siente impotente,

estafado,

humillado,

degradado y jamás se había sentido de ese modo!

Cuando Carolina regresó por fin después de llevar a su jefe al aeropuerto con su prometida y se despidió de todos.

Carolina se fue a un bar a tomar algo.

Tenía la intención de hacer enfadar a Paul al máximo y que por su coraje comenzará una pelea.

Después de una hora de tragos y una conversación amena con un guapo banquero se despidió y se dirigió a casa.

Paul la esperaba en la puerta de su casa con un traje Armani negro hecho a la medida con camisa negra, se veía peligroso y sexy a la vez.

Tenía en la mano las orquídeas exóticas y una sonrisa de oreja a oreja en el rostro.

Carolina casi se derritió con su gesto y aceptó las caras flores impresionada.

Pero se impresionó más cuando entró a su casa y pudo ver una inmesa cantidad de flores plantadas en su jardín delantero.

Ramos de flores marcaban un camino hacia la entrada y habían unas pequeñas velas que iluminaban tanta belleza sutilmente.

Dónde mirara Carolina solo veía flores de diferentes colores,

especies...

Margaritas,

girasoles,

alcatraces,

gladiolas,

campanillas...

Estaba extasiada y se quedó sin habla.

Esto superaba de firma exponencial cualquiera de sus fantasías florales.

"Te gusta?"

Cuestionó Paúl tomándola de la mano.

Ella se la aceptó haciendo que Paul sintiera que estaba en el camino correcto.

Su casa por dentro era una explosión floral en jarrones!

Las flores exhalaban sus últimos alientos sin prisas, dejando un fresca fragancia en cada rincón.

No había rincón en las superficies planas y escalones que no estuviera lleno de jarrones decorados con más flores.

Carolina se tapó la boca ante este despliegue de más flores.

Pero antes de que pudiera si quiera procesar la hermosa vista, Paul abrió la puerta del jardín trasero y le mostró lo que los paisajistas habían hecho.

Una fuente iluminada resaltaba entre tantas flores plantadas con un estilo fresco, funcional y exquisito.

Carolina no lo pudo soportar más y volteó a ver a Paul.

"Hiciste todo esto por mi?"

Pues quería que le dijera que si.

Que la amaba y que no importaba si no tenían sexo.

Que solo le importaba ella.

"Si y eso no es todo."

Aún con las orquídeas en una mano, Carolina entró de nuevo a su casa, ahora irreconocible con tantas flores.

Subieron a una habitación que daba justo al jardín trasero.

Desde el balcón de la misma había una mesa pequeña para dos personas para que ambos cenaran.

El chef en persona los atendería y les presentaría los platillos.

Abrumada, Carolina le pidió unos minutos para poder cambiarse a algo diferente para poder cenar con Paul.

Paul accedió y ella caminó a la habitación contigua para poder cambiarse.

Ni bien hubo cerrado la puerta, sintió pánico.

Ningún hombre había tenido esas atenciones con ella, pero ella tenía que ser objetiva.

Carolina sabía que el único interés de Paul era tener sexo con ella y tal vez después seguiría con otras más.

Recordado ese punto, subió la apuesta aun más.

Ella se puso el vestido más corto y escotado que encontró, junto con unos tacones nude para que el vestido negro satinado resaltará más.

Dejó suelto su largo cabello que despidio el aroma de su acondicionador y se puso unos aretes pequeños.

Labial rojo encendido, un retoque de máscara y listo.

Si Paul creía que ella iba a caer con eso en sus manos, tendría que esforzarse más.

Casi se le paró el corazón a Paul cuando vió entrar a Carolina por la puerta.

Su miembro reaccionó de inmediato listo para poder complacerla de mil formas y durante todo el tiempo que quisiera.

Levantandose de la mesa, dejó la copa de cristal cortado con  champaña y extendió sus manos hacia ella.

Tan corto y escotado el vestido que sobresalía su delicada blanca piel.

Quién no conociera lo ruda y fiera que era Carolina la hubiera confundido fácilmente con una modelo o actriz por su belleza.

Paul la devoró completa con los ojos y Carolina pudo sentir su ardiente mirada en ella.

Vivir en un mundo rodeado de hombres no había hecho que ella fuera descuidada con su persona.

A escondidas se realizaba tratamientos en su cara y cuerpo, entrenaba a diario, tenía una dieta estricta y cuidaba de su piel y cabello con los mejores productos hipoalergénicos que podía comprar.

Ella se sentía feliz así.

Y no necesitaba ningún hombre a su lado que le dijera que era hermosa.

Ella lo sabe muy bien.

Pero le gustaba más mostrarse fuerte e inalcanzable.

Le gusta más su contraparte ruda y despiadada.

Ver el terror en los ojos de hombres que había derrotado cuando se quitaba el pasamontañas y descubrían que una mujer les había dado la golpiza de su vida.

O había asesinado a sus familias.

Si, así es Carolina.

Y le encanta ser fuerte, libre y soberana de ella misma.

Paul esta alucinado con su escote y piernas increíblemente torneadas.

Desde el ángulo que la observará era simplemente perfecta, firme, delicada y totalmente apetecible.

Ya quería quitarle despacio ese mini vestido que no dejaba nada a la imaginación para poder saborearla en su cama.

Quería escuchar sus gemidos y conquistarla.

Pero tendría que ir con cautela.

Ella es muy inteligente y sabe sus intenciones de antemano.

"Siéntate por favor, te ves hermosa."

Pide Paul reacomodandose el pantalón, pues su miembro esta despierto y reclama atención con urgencia!

"Gracias."

Responde Carolina jugando a ser la damisela tierna y delicada.

Su jefe no esta en la ciudad.

Lorelay esta con su amorcito en su oficina y no le llamaría para nada.

Porque no disfrutar?

Y ver qué más tenía Paul que ofrecerle.

Paul se desvivió por ser un caballero perfecto.

Le sirvió los platillos primero a ella.

Rellenó su copa sin que ella lo solicitara.

Y conversó de temas diversos.

Incluso mantuvo el contacto visual en los  ojos de Carolina en todo momento.

A pesar que Carolina se inclinó varias veces revelando su generoso escote.

Lo que ella no sabe es que le estaba costando todo su autocontrol a Paul y entrenamiento en tortura, pues lo que ella hacía con él le parecía una tortura psicologica y física.

"Disfrutaste la cena?"

Pregunta Paul cuando ambos acabaron de comer.

Ella asintió.

Paul pidió su mano.

Cuando se levantó la guío al balcón y pudo ver que ciertas flores en el jardín dibujaban su nombre.

La chica volteó hacia él, puso una de sus manos en su pecho.

Un brazo de Paul la rodeaba por su cintura y ella de verdad se sintió conmovida.

"Paul es maravilloso, muchas gracias!"

Agradece emocionada Carolina.

Paul tentó su suerte y busco sus labios.

Carolina sintió que un beso para recompensarlo sería lo justo así que no se aparto de él.

La química explosiva de ambos con ese besó los dejó impactados.

Primero fue un beso prudente...

Pero subió rápidamente a un beso con lengua devastador, urgente y caliente.

El espacio entre ellos se anuló.

Paul aún con un toque de cautela mantuvo sus brazos en su cintura y nuca para poder besarla con más pasión e intensidad.

Carolina se dejó llevar y de igual forma abrazo fuertemente a Paul por la espalda.

Ya había sentido su fuerte y marcado físico cuando luchaban, pero ahora podía acariciar su ancha espalda y sentir su aliento en la boca.

Carolina pudo sentir que su miembro duro le rozaba el vientre y sonrió mientras lo besaba.

Aún tenía mucho camino que recorrer para que ella pudiera permitirle acceso a su cuerpo.

Aún debía de castigarlo más.

Agitada y jadeando por aire, Carolina cortó el beso sin apartar los ojos de la cara de Paul.

Quería oír que tenía que decir.

Aunque no le iba a dar acceso rápido a estar entre sus piernas, tal vez consideraría "recompensarlo"con su boca de otra manera...

Paul no quería decir nada, solo quería seguir besándola.

Por regla general Paul no tenía que esforzarse demasiado para tener mujeres abiertas de piernas en su cama.

Su coqueteo con las mujeres consistía en mirarlas intensamente,

sonreirles,

platicar un poco con ellas para saber sus nombres que olvidaba al instante...

Para después sugerir ir a la cama.

Todas caían al instante.

Carolina se le resistía demasiado y era terreno virgen e inexplorado para Paul.

Al ser novato no sabía que más hacer en estos casos.

"Bailarias conmigo?"

Preguntó Carolina rompiendo el silencio.

Paul asintió.

Carolina puso música en su celular y ambos bailaron despacio en ese balcón.

"Eres tan irresistible y con ese vestido te ves demasiado sexy."

"Quieres que sea rudo o delicado en la cama?"

Listo.

Paul le había dado a Carolina la excusa perfecta para hacerle una escena.

Y la aprovecharía al máximo.

"Es todo lo que quieres?"

"Solo soy un pedazo de carne para ti?"

"Si solo quieres coger puedes irte con tus putas pues yo no pienso tener sexo contigo ni esta noche ni nunca."

"Lárgate."

Ella lo empujo antes de indicarle la salida.

"Pierdete Paul."

"Y no me vuelvas a llamar o buscar hasta que quieras algo más serio conmigo."

Algo dentro de Paul se rompió pues no estaba acostumbrado a tanto rechazo.

En su enfado volcó la mesa, los platos se estrellaron contra el suelo y él salió echando humo de esa habitación.

Carolina solo miró el balcón dándole la espalda.

Carolina se reía entre dientes.

Ella esperó escuchar el motor de su auto que rugía para alejarse de su casa...

Pero lo que vió la hizo interesarse.

Paul desesperado y derrotado se quitó los zapatos en el jardín trasero.

Aventó su fino saco al suelo, se arremangó la camisa y caminó al risco.

"Es que no entiendes que no puedo tener sexo con nadie más?"

"Dejé de funcionar con las demás y me estoy muriendo Carolina!"

"Esto es demasiado para mí y no pienso vivir más así!"

Paul comenzó a descender por las rocas.

Carolina se puso la mano en la boca para ahogar las risas que le ocasionó su confesión.

Ella observó como descendía por las piedras hasta que desapareció.

Entró a su casa y con una almohada en su cara, la chica se río tanto que le dolió el estómago.

"Que cabrón!"

"Tiene el descaro de decirme que soy su alivio a sus apetitos sexuales!"

Con toda la tranquilidad del mundo, Carolina se cambió a pijama en su habitación.

Se cepilló los dientes y bajó las escaleras para ver dónde estaba el melodramático Paul.

Paul estaba en un mini hueco hecho ovillo con la mirada perdida.

Reflexionaba seriamente si acabar con su vida.

Era como un adicto que estaba en recuperación y tenía ansiedad extrema.

Carolina le gritó que subiera.

Paul la ignoró, mojándose con las olas frías.

Ella solo se rió porque parecía niño haciendo berrinche.

"Paul si tantas ganas tienes de matarte hazlo rápido y déjame dormir!"

Carolina bostezó antes de alejarse de la orilla.

Entró a su casa y se recostó en el sillón esperando que Paul entrara.

Pero no lo hizo...

Las horas pasaron...

A altas horas de la madrugada, Paul aún estaba en su hueco de roca.

Harta de su actitud, Carolina tramó algo para poder hacer que subiera a la casa.

Aún quería seguir torturandolo otro poco y no quería perder su compañero ideal de batallas.

Unos treinta minutos después se escucharon disparos en la casa además de gritos de hombres y gritos por parte de Carolina.

Paul que estaba como ido, mojado hasta los huesos de agua salada escucho la conmoción y el grito de Carolina.

Escaló con rapidez la roca y pudo ver sangre en la fuente.

Carolina corría con los pies ensangrentados hacia el acantilado huyendo de un escuadrón de hombres armados.

Toda la debilidad que tenía Paul se le quitó.

Su corazón bombeó más sangre a sus extremidad y la adrenalina se apoderó de él.

La rescataría viva y mataría a quien le hiciera daño a su mujer!

Él sería el único en reclamar ese título con la ruda chica!

***By Liliana Situ***

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