El Amor De Antonio romance Capítulo 67

-Sí, José me lo ha dicho-

Y Antonio no reaccionaba mucho, y descascaraba los camarones tranquilamente para Clara.

Esta le miraba con sorpresa, -¿De hecho lo has sabido?-

-El Grupo Pastor lo ha resuelto de manera oculta, pero no es díficil de enterárnoslo. No lo hemos dicho a usted es porque creemos que usted será capaz de solucionarlo-

Antonio puso un camarón descascarado en el bol de Clara, y luego seguió pelando otro.

Y la chica le alimentaba un pedazo de pescado con los palillos a Antonio, mientras tanto, le contaba, -Tienes razón, yo acabo de estar en el palco, Cecilia ha querido que me ponga en una situación embarazosa, pero ella no lo ha alcanzado-

Antonio le pasó algo imperceptible por sus ojos y entre ellos, surgió la seriedad, -El Grupo Pastor ha financiado la participación del Grupo Santa y, el cual debe ponerte, mi amor, en el primer puesto para competir-

Ella encogió de hombros, -De neda, no tengo ningún miedo de que ellos quieren hacer algo malo a mí. Y espero que vea que hasta allí en quién caiga el infortunio-

Antonio le dio una mirada fieme y le contó lentamente, -Pase lo que pase, no quiero que sufras cualquier daño-

Eso le produjo una conmoción en el corazón. Le contestó con la sonrisa dulce y la voz bonita y baja, -Voy a cuidarme bien-

Después de cenar, Alejandra regresó al palco antecedente, y Clara se quedaba aquí para continuar acompañando a Antonio.

Salvo los dos, ya no estaba otro aquí, y el gesto del hombre se liberó de la indiferencia. Levantó la mano y le tiró de Clara para que ella se sentara en sus muslos, con las manos puestas en su cintura. La postura de ellos era entrañable. Antonio le dijo en un tono cariño, -Un rato después, encuentra un pretexto para regresar a casa conmigo-

-A pesar de que no me digas eso, quiero regresar a casa contigo-

Clara se enganchaban su cuello con ambos brazos y recostaba la cabeza en su hombro.

Para ella de actualidad, únicamente cuando él estuviera en su lado, podría calmarse.

En otra parte, a ella le encantaba tratar con Antonio, porque él respetaba a ella, no ignoraba sus esfuerzos y le trataba bien al revés.

Él era diferente con Francisco, por eso, la herida en su corazón fue suprimido fácilmente por él.

-Pues te espero-

Antonio le dio un beso en el labio con sonrisa, y la voz baja era especialmente bonita.

Clara asintió con la cabeza riendo, luego se levantó del seno del hombre. Cuando entró en el palco que celebraba la fiesta, encontró un pretexto al azar para marcharse temprano.

Pero en el pasillo, ella se encontró con Cecilia y Elisa que acababan de salir del baño.

Cuando las dos vieron a Clara, estaban hoscas que era obvio que todavía guardaban rencor a ella que habían perdido la cara ante todos.

Clara no quería hacerles caso, pero Cecilia no intentaba perdonarla, -Clara Gonzáles, ¿sabes? El Grupo Pastor ha financiado la participación del Grupo Santa, yo no tardo mucho en firmar el contarto con este, hasta allí, casi termine tu feliz vida. Tengo mucha curiosidad por qué hasta ahora puedes mantenerse tan arrogante-

-Como no me queda mucho tiempo que puede ser arrogante, por eso tengo que aprovechar bien esta oportunidad para hacer lo que quiero hacer a mi antojo. Señora Psator, es mejor que prepare bien antes de que todo eso realice-

Clara le contó riendo, y el tono burlesco como si quiseira enfadarle hasta la muerte.

De repente mudó de color Cecilia, -Clara Gonzáles, ¿crees que yo no me atrevo a hacer algo a ti? ¿Si tienes confianza en que con sola una palabra mía, el Grupo Santa te despedirá directamente?-

-Por supuesto te confío, pero te aconcejo de que no lo hagas. A fin de cuentas, no sé qué terrible hará mi novio-

Clara permanecía sonriente que se sentía seguro con plano apoyo de Antonio.

Y Cecilia no aguantó contraer las pupilas, que era notable que recordara que había sufrido la abofeteada, por eso le pasó el miedo por el mente.

Clara no servía para nada, pero aquel hombre no era ningún santo.

Al ver el susto de Cecilia, Clara estalló en llanto, -Señora Pastor, tente en buenas, no eres capaz de provocarle-

Cecilia se irritó de vergüenza y le insultó, -Hija de puta, únicamente has encontrado a un deshonesto de manera desenvuelta, ¿realmente crees que me asustas? Si Francisco quiere, fácilmente le hará desaparecer en la Ciudad Paz-

Frente a la amenaza, Clara le echó una risa sarcástica, -Se teme que Franciaso Pastor no tiene la capacidad como eso- Ella no quería seguir las palabras inútiles, por eso se volvió a dirigirse derechamente al ascensor.

En el pasillo, Cecilia estaba hosca, y la faz era feroz por el enojo.

Elisa le consolía con mucho cuidado, -Cecilia, no te enfades, su orgullo no llevará mucho tiempo, hasta que tú ingreses en la compañía, no te faltará la oportunidad de atormentarla. No le queda mucho tiempo que puede ser arrogante-

Pero Cecilia le repelió fuertemente, dijo con la cara distorsionada, -Para aquel entonces, tengo que ponerla en la situación penada que no lográ la vida ni la muerte-

...

Clara se iba del hotel, y no tardaba mucho en reunir con Antonio que la esperaba abajo.

Eran las nueve por la noche, como todavía era temprano, en vez de apresurarse en a regresar a casa inmediatamente, ellos manejaban el coche paseando por la calle hasta medianoche, luego volvieron a la vivienda.

El día siguiente era el fin de semana, como anoche Clara no hubo dormido hasta muy tarde, cuando ella se despertó, el sitio lateral estaba vacío. Se levantó, se lavó, luego bajó por la escalera. En el primer piso, vio que Antonio y Aquiles se sentaban hombro a hombro, y parecían estar descutiendo algo.

Los dos hombres eran mismos guapos, uno como un fascinante elfo, y la cara llevaba el orgullo y la desenvoltura. El otro era gentil y elegante, emitía un sabor indiferente, y la autoridad glacial prensaban el primero y atreía toda la vista, le hacía sentir el temor y la veneración de dentro hacia afuera.

Clara se sintió meneado.

Cuando se despertaba por la mañana, vio a los dos tan guapos. ¿Cómo era posible que existiera algo más feliz que eso?

En ese momento, los dos hombre descubrieron que Clara estaba en la escalera, por eso dejaron de hablar inmediatamente y caeron la mirada en ella.

Aquiles le bromeó riendo, -Cuñada, tu saliva va a derramarse de la boca-

Clara se despertó de la meditación, y el gesto escondía la violencia que se descubrió por ellos. Le puso los ojos en blanco, -¡Lo haces tú!-

-Jaja, Cuñada, no lo niegues, lo veo claramente. Mi este hermano mayor tiene mucho encanto, por eso te comprendo. Si yo fuera una mujer, estaría loca por él-

Aquiles rio desenfrenadamente, mientras decía, no olvidaba echar una mirada atractiva ridícula a Antonio.

La cara indiferente como si fuera un inceberg de Antonio parecía crisparse, luego mostró la repugnancia,-¡Aléjame!-

-Qué interesantes eres!-

Clara apenas aguantó la risa, luego se dirigió hacia Antonio, -¿Habéis desayunado?-

Y él afirmó con la cabeza, -Sí, y te dejamos el desayuno, cómelo, luego salimos juntos.-

-¿A dónde vamos?- le preguntó con curiosidad.

Antes de Antonio contestarle, Aquiles dio un paso adelante y le dijo riendo, -Paseamos por las calles-

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