Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 5

—¿Por qué? ¿No temes que lo sepan?

—No.

A Dylan no le importaba la reputación de la familia Moya, incluso le alegraría si pudiera difamarla.

Vanesa sabía que sus palabras eran ciertas y preguntó mordiéndose el labio inferior:

—Entonces, ¿qué quieres a cambio para comprar tu silencio?

Dylan se acercó a Vanesa, le lamió la oreja ambiguamente y dijo sin prisa:

—Lo daremos por finalizado cuando me canse de follarte.

«Dios sabrá cuándo será ese momento.»

—Sí, pero nuestra relación debe estar oculta.

Vanesa no sabía lo que estaba pensando Dylan y asintió con la cabeza. Dado que no había forma de deshacerse de él, tuvo que aceptarlo.

Por otra parte, ya que Orlando podía acostarse descaradamente con Melina, ¿por qué ella no podía tener a Dylan como amante?

—Vale.

Dylan se comprometió a no contar lo suyo, pero no sería su culpa si alguien lo descubriera.

Luego, soltó a Vanesa, le ordenó que le diera el móvil para anotar su teléfono y lo guardó con el nombre de “Tío”.

—Es mi número, tienes que venir siempre y cuando te llame.

—Vale —Vanesa respondió con calma, cogió el móvil y le indicó que abriera la puerta.

—Tengo que volver.

—Gordi.

Dylan dijo en voz alta hacia la esquina del salón, y apareció sigilosamente otro robot doméstico, exactamente igual al que tenía en el estudio, y este registró a Vanesa tras un escaneo.

—Hermosa señora, esperamos su próxima visita.

La puerta se abrió y Vanesa se fue a toda prisa sin decir ni un adiós.

Cuando Vanesa se alejó de la casa de Dylan, por fin se quedó aliviada, tardó una hora en llegar a su vivienda matrimonial en la Villa Real.

Tenía puesto en ese momento un chándal muy grande de Dylan, ya que su ropa estaba destrozada por la noche insaciable.

—Vanesa, ¿a dónde fuiste anoche?

—Orlando, ¿por qué estás en casa?

Vanesa se sorprendió tanto que olvidó lo de su ropa cuando escuchó la voz de Orlando, porque este solía volver siempre en la media noche y acompañado de Melina.

—¿De quién es esta ropa? Vanesa, ¿ya no vas a fingir más? Vaya, cuando salgo con Melina, vas directo a buscar al otro gilipollas, ¿no?

Orlando se puso de pie abruptamente y tiró del pelo a Vanesa obligandola a mirar hacia arriba.

—¡Duele! Orlando, suéltame.

—¡¿Quién fue ese gilipollas?!

Vanesa se asustó al ver la mirada feroz de Orlando, que parecía un demonio, y no paraba de ejercer fuerza como si fuese a pelar su cuero cabelludo.

—Orlando, ¡¿me quieres matar o qué? !—Vanesa se burló de manera desesperada.y sarcástica.

—Sí, he follado al otro hombre y fue una gran experiencia. Ja, ja, aunque tú no me quieres, hay otros que me adoran.

—¡Puta! —Orlando la abofeteó con fuerza.

—Orlando, ya que te niegas a divorciarte conmigo, nos tendremos que poner los cuernos mutuamente.

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