Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 4

Dylan Moya era el tío de Orlando, quien era un tabú para toda la familia.

Vanesa lo pudo reconocer porque lo había visto en el día de su boda.

—¿No estabas en el extranjero?

—Lamentablemente, acabo de regresar anoche.

Casualmente, Dylan había quedado con un amigo para tratar un asunto urgente en el Bar MC tras haber aterrizado.

«¡¿Qué he hecho?! ¡Me he acostado con el tío de Orlando!»

Vanesa empujó a Dylan para mantener la distancia, pero por accidente ella cayó al suelo de un tirón y se quedó un poco confundida abrazando la cocha.

—¿Te has hecho daño? ¡Qué despistada!

Dylan suspiró impotentemente y se inclinó para abrazar a Vanesa, pero esta se fue corriendo al baño como una liebre espantada.

—Voy a ducharme.

Vanesa suspiró de alivio cuando confirmó que estaba bien cerrada la puerta y caminó de forma rígida hacia la ducha. Dejó chorrear el agua fría sobre su cabeza y chocaba la cabeza contra la pared.

«Dios mío, ¿qué he hecho? ¡Cómo podré afrontar a Dylan después!»

Dylan, al terminar de vestirse, fue a la habitación de al lado a recoger las sábanas manchadas de la sangre virgen de Vanesa y luego entró al estudio.

Dylan se sentó, encendió un cigarrillo e hizo una llamada.

—Investiga lo que pasó tras el matrimonio de Orlando y Vanesa.

Recibió la respuesta cuando terminó de fumar el cigarrillo.

«¿Orlando no volvió en la noche de boda? ¿Y estaba con Melina, la bastarda de la familia Cazalla?»

Dylan mostró bastante interés, y recordaba que su querido sobrino amaba a Vanesa.

«¿Qué habrá pasado? Entonces, anoche la solitaria Vanesa quería buscar un romance en el bar y acostarse con cualquier hombre que le placiera.»

Entonces Dylan se puso un poco molesto al pensar en esto, golpeaba la mesa con los dedos y antes de que supiera cómo tratar con Vanesa, el robot doméstico le alertó:

—Mi señor, una persona no registrada intenta abrir la puerta.

«¿Se quiere escapar?»

Dylan curvó los labios dibujando una sonrisa y se levantó.

En el salón, Vanesa estaba agobiada, vigilaba las escaleras al tiempo que intentaba abrir la puerta.

«Maldita sea, ¿por qué no se abre?»

—¿Quieres irte sin despedirte?

«¡Mierda, me ha pillado!»

Vanesa se puso rígida, no se atrevió a moverse, escuchó cómo bajaba el hombre y cómo se acercaba a ella, cubriéndola con su fría presencia.

—¿Por qué no me respondes?

Dylan preguntó con voz baja en su oído, su ademán le parecia tan sexy a Vanesa haciéndole tragar saliva.

Ella se giró y dijo tratando de parecer inocente:

—Dylan, ¿puedes olvidar lo de anoche?

Vanesa pensó que a Dylan tampoco le gustaría que la gente supiera que se había acostado con la esposa de su sobrino y le miró ilusionada como una tierna conejita.

—Claro... —Dylan, bromeó maliciosamente con ella para verla entrar en pánico—. Claro, que no.

Las ilusiones de Vanesa cayeron al suelo.

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