Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 34

«¿Papá fue engañado?»

Vanesa se quedó preocupada, porque según el tono de Felipe, era un problema muy grave.

Cuando no se oyó ruidos en la oficina, Vanesa llamó a la puerta, porque ella sabía que Felipe no quería que lo supiera, por eso ella ocultó sus preocupaciones y sonrió para alegrar a su padre.

—¡Papá!

—Vanesa, ¿has comido?

—Todavía no, vengo a buscarte para comer juntos. Han puesto el pescado picante y lo echo de menos.

—Tienes que comer menos de picante, que te salen los granos.

—No me preocupan los granos, porque he heredado los genes excelentes de papá y he nacido así de hermosa —Vanesa dijo con orgullo.

Felipe se alegró un poco por las palabras de su hija y dijo:

—Vamos a comer, que mi hija no puede tener hambre.

—Date prisa, que si no me puedo comer una vaca entera.

—¿Tan exagerada?

—¡Claro! —Vanesa frunció el ceño aposta, mostrando que tenía mucha hambre.

Felipe se rio y dejó que su hija lo llevara del brazo hasta el restaurante.

Al ver que había conseguido desviar la atención de Felipe, Vanesa exhaló un suspiro de alivio a escondidas y se arrepintió de no haber estudiado ADE (administración de empresas) para poder ayudar a su padre.

«Espero que la crisis se solucione pronto.»

Vanesa rezaba en su corazón, pero ocultaba sus preocupaciones cuando comió con Felipe.

En los próximos días, Vanesa estuvo charlando con el asistente de Felipe sobre el estado de la empresa y también se fijó en el ambiente para verificarlo.

«¿Qué hago? ¡Es cierto que hay problema en la empresa y es muy grave!»

—¿Directora Vanesa? Directora Vanesa, ¿se encuentra bien?

—¿Qué ocurre? —Vanesa recuperó su conciencia y preguntó.

—Estos son los informes de las siguientes salas que me pediste hace unos días, ya los he recopilado y he señalado aquellas que son aptas para el desfile. Puedes echarles un vistazo.

—Vale, déjamelos.

—Sí —el asistente dejó el archivo y se salió.

Vanesa los hojeó, pero no tenía ganas de preparar ningún desfile cuando el Grupo Cazalla estaba sufriendo una crisis tan grave. Luego, cerró el archivo, dudando si preguntárselo a Felipe en persona.

En ese momento, ella recibió un mensaje de WhatsApp de Dylan.

«¿Me echas de menos?»

Pero como Vanesa estaba muy molesta, bloqueó su cuenta por la ira.

Al segundo siguiente, Dylan llamó y Vanesa lo colgó sin dudar, pero en seguida recibió otro mensaje.

«Cógelo.»

Ese mensaje era muy acorde a la personalidad de Dylan y si fuera en otras ocasiones Vanesa lo cogería, pero en ese momento ella estaba tan furiosa que apagó el móvil.

Durante toda la mañana, Vanesa no se pudo concentrar en su diseño y tampoco fue a comer.

Por la tarde, Vanesa supo que no podía seguir así, intentó animarse y alguien llamó a la puerta. Ella pensó que sería algún empleado y le dijo que pasara.

—¿Qué haces aquí?

Vanesa frunció el ceño al ver la apariencia de Dylan, pero éste ignoró su disgusto y cerró la puerta de la oficina.

—¿Por qué cierras la puerta? —Vanesa miró a Dylan alertada y preguntó.

—Vaya, ya te atreves a pasar de mi llamada —dijo Dylan con una sonrisa encantadora.

Él se acercó a Vanesa y la atrapó entre sus brazos y la silla. Vanesa estaba envuelta entre el olor del perfume y de las hormonas masculinas de Dylan, que la hizo estar nerviosa.

—No quiero contestar a la llamada —respondió Vanesa.

—¿No quieres contestar a la llamada?

—Sí, no quiero.

«Si no estoy obligada a contestar a la llamada de Dylan, ¿cierto?»

—Ya entiendo —dijo Dylan.

—¿Que has entendido? —Vanesa preguntó confusa.

Sin embargo, Dylan no la respondió, sino se rio de una forma extraña. Con esta escena,Vanesa tuvo mucho miedo y quiso escaparse, pero Dylan bloqueó su camino con antelación. Luego, se acercó a ella y levantó su barbilla.

—¡Suéltame! ¡No me toques, que estás en mi oficina!

—La puerta está cerrada —dijo Dylan y la besó.

Esos labios suaves y familiares eliminaron el cansancio de Dylan, de modo que, solo quería disfrutar un tiempo amoroso con su gatita. Claro, si ella suplicase llorando y estuviera perdida en sus abrazos, mucho mejor…

Cuanto más lo pensaba, más lo deseaba. Su corazón empezó a contraer ferozmente, todas sus células la desearon. Pero Dylan logró controlarlo.

—Mi niña buena, dime ¿por qué no contestas al teléfono?

—Ah... —Vanesa ya estaba confusa y tuvo que responder de cabeza—. Estoy molesta y no me apetece.

—¿Por qué estás molesta? Venga, dime, ¿qué pasó?

—Papá... —dijo Vanesa con una expresión triste y luego empujó a Dylan de repente—. Es inútil decírtelo.

Dylan estaba tan estupefacto por sus actos, la abrazó para sentarla sobre sus pies y le persuadió en voz baja:

—¿Por qué crees que es inútil decírmelo?

—Porque es inútil.

Vanesa era muy orgullosa y no estaba dispuesto a contarle la crisis del Grupo Cazalla, porque lo intentó resolver por su cuenta y no iba a depender de otros. Y, mucho menos de Dylan, que tenían una relación sumamente extraña.

Por fin, Vanesa recuperó su conciencia e intentó levantarse.

—Querida, me tratas como un condón, me dejas tirado tras haberme utilizado.

Vanesa se sonrojó por las palabras eróticas del hombre y dijo:

—Tito, si no tienes nada que hacer, vuelve. Que voy a trabajar.

El Grupo Cazalla no colaboraba con la empresa de Dylan y su presencia era irrazonable, sobre todo cuando venía directo a la oficina de la esposa de su sobrino.

«Que él no temiera los rumores, pero a mí sí.»

—¿No me lo vas a decir?

—¿Qué te digo? —Vanesa fingía—. Si no ha pasado nada, ¿qué quieres que te diga?

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