Siete Años Más Para Siempre romance Capítulo 32

Ese día, Wilfredo cuidaba a su novia con ternura y la familia Lozano la recibía con calidez, mientras Lavinia se escondía en un rincón, observando todo con silencio, como un espectador.

Pero, al final, no logró controlarse y se metió en todo eso.

Celina paseaba por Villa Roja y se encontraba en el balcón cuando Wilfredo tuvo que ir a contestar una llamada, dejándola sola allí.

Lavinia no pudo resistir la tentación de subir al balcón.

Porque quería saber cómo era la mujer que le gustaba a Wilfredo.

Luego, Celina cayó del balcón.

Los trabajadores de la familia Rojas la vieron en el balcón, por lo que la consideraron como la culpable.

Cualquier asesino, siempre tiene un motivo.

Por ese incidente, todos en la familia Rojas sabían que ella estaba enamorada de Wilfredo.

Y por este incidente, fue expulsada de la familia Rojas.

Para la familia Rojas, ella era una problemática, una joven llena de intrigas y maldad.

Para él, era lo mismo.

A su manera, Wilfredo había sido misericordioso al dejarla ir, así que su desdén por ella ahora era bastante natural.

Lavinia aún recordaba cómo había reaccionado Wilfredo cuando sus sentimientos juveniles fueron expuestos al público.

Esa noche, él había agarrado fuertemente su mandíbula. Hasta la fecha, Lavinia aún recordaba el dolor de aquel momento.

"Eres una soñadora", le dijo.

"Soñadora", esas palabras, las recordó durante muchos años.

Pero, ¿qué derecho tenía él de acusarla de ser una soñadora?

Después de todo, el que había reaccionado era él.

¿Acaso había olvidado su crueldad hacia ella o había olvidado a su pobre novia?

La mirada de Lavinia se volvió juguetona, observándolo como si estuviera viendo una obra de teatro, esperando su respuesta.

Para sorpresa de Lavinia, él no mostró ninguna reacción al oír el nombre de Celina.

"¿Te preocupa si ella está bien o no?", preguntó Wilfredo.

Ella parpadeó y sonrió, "No me importa ella, solo me importas tú. ¿Sigue sintiendo lo mismo por la Srta. García, Sr. Rojas?"

Bajo su atenta mirada, Wilfredo extendió la mano y volvió a agarrarle la mandíbula.

Lavinia frunció el ceño. Ese hombre aún tenía la misma fuerza, además sostenía un cigarrillo entre sus dedos, cerca de su cara y si no tenía cuidado, podría quemarla.

Wilfredo exhaló lentamente un anillo de humo hacia la cara de Lavinia.

Ella cerró los ojos para resistir y cuando los abrió de nuevo, había un brillo en su mirada.

Desde la noche anterior, la actitud de Wilfredo hacia ella parecía haber cambiado, aunque era un cambio sutil, ella podía sentirlo.

Como ahora, el normalmente distante Wilfredo, haciendo tal gesto audaz, ¿estaba intentando provocarla?

Lavinia no pudo evitar reír, "Sr. Rojas, ¿le pediste a Alejandro que se fuera a propósito, verdad?"

"Lavinia." Wilfredo pronunció su nombre con un tono grave, "Si yo quisiera acostarme contigo, no importaría si Alejandro está o no, si Celina está bien o no, e incluso si tú estás dispuesta o no, nada cambiaría."

Ella hizo una pausa.

No esperaba que Wilfredo dijera algo así, ni que pudiera entender tan fácilmente lo que realmente pensaba él.

Era evidente que Wilfredo la deseaba.

Pero solo era un deseo físico, un instinto masculino que, para Wilfredo, podía ser fácilmente controlado por la razón.

Tenía ganas de acercarse a ella, pero no quería hacerlo.

Para una mujer, eso sin duda era un gran insulto.

Pero después de que ambos se miraron por un momento, ella de repente aceptó esa realidad.

Se levantó lentamente de su regazo, arregló su pijama desordenada y dijo con una sonrisa: "Ya entiendo, tiene un sentimiento muy profundo por la Srta. García. A pesar de todos estos años, le sigue siendo leal. ¿Quizás Alejandro fue solo un accidente? Si es así, no hay necesidad de seguir acercándome. No se preocupe, no le molestaré más."

Dicho eso, volvió a su lugar anterior y comenzó a comer la pasta que ya se había enfriado.

Wilfredo seguía sentado en el sofá y no fue hasta que terminó su cigarrillo que lo apagó, lo tiró a la basura y se levantó para irse.

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