Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 19

Cuando percibió su emoción casi imperceptible, él volvió en sí y relajó su agarre, manteniendo un rostro sereno.

—Te late fuerte el corazón —levantó la mirada, interrogante— ¿Por qué estás nerviosa?

Las orejas de Evrie se enrojecieron de inmediato—Yo... no estoy nerviosa.

Era cierto que no se podía ocultar nada frente a un médico, hasta un simple aumento del pulso era detectado y diagnosticado.

—Tu bazo está débil, es porque tu sistema digestivo es frágil —continuó Farel—. La comida chatarra es mala para el estómago, especialmente la comida rápida.

¿Ah?

Evrie no esperaba que él pudiera darse cuenta de eso, y menos con tanta precisión sobre lo que había comido.

—Evi, ¿sueles comer comida rápida con frecuencia? —Leandro intervino, curioso.

Con vergüenza, Evrie admitió—Cuando estoy muy ocupada con el estudio, me arreglo con lo que hay, quizás he comido un poco de más.

—Eso no está bien, Evi. La salud es la base de toda la vida, y a tu edad es cuando debes cuidarla. ¿Cómo te vas a conformar con cualquier cosa? No es de extrañar que te duela el estómago.

Leandro frunció el ceño preocupado—Farel, recétale algo para el estómago, por favor. Esta chica se mata trabajando y no se cuida para nada, y a saber si volverá a comer porquerías.

Farel tecleó algo en la computadora y luego le dijo con calma:

—El estómago se mantiene con buenos hábitos, los medicamentos no sirven de mucho.

Hizo una pausa y añadió—Pero si sigues así, puedes terminar con úlcera duodenal, gastritis crónica, pancreatitis y hasta... cáncer de estómago.

Al oír la palabra 'cáncer', Evrie se asustó y levantó la mirada, encontrándose con los ojos burlones de Farel.

Esa mirada irónica era similar a la que tenía la última vez que le explicó los riesgos de vender óvulos.

Solo estaba tratando de asustarla.

Evrie mordió su labio y asintió con la cabeza, algo abatida—Entendido, a partir de hoy empezaré a comer bien.

Después de todo, la palabra 'cáncer' si es dicha por un médico suena intimidante. Ella era una persona normal, por supuesto que le daba miedo morir.

—Bueno, justo es hora de comer. Evi, ven conmigo a almorzar, conozco un lugar cerca que tiene buena comida casera, es perfecta para cuidar tu estómago.

Leandro miró la hora y la invitó a Evrie a comer con entusiasmo.

Antes de irse, le preguntó a Farel al pasar—¿Te unes?

Farel se puso de pie—Claro.

Leandro quedó desconcertado.

¿Acaso había escuchado mal?

Farel siempre era un adicto al trabajo en el hospital, apenas salía del edificio y era casi imposible sacarlo durante el descanso de mediodía.

Había sido una cortesía invitarlo sin esperar que aceptara tan fácilmente.

¿Era ese el distante Dr. Farel?

—¿No vamos?

Farel ya se había quitado la bata y llevaba puesta una camisa blanca bien cortada. No llevaba corbata y los botones del cuello estaban desabrochados, dejando ver parte de su clavícula, añadiendo un toque sensual a su aura de abstinencia.

Evrie desvió la mirada después de unos segundos.

No podía negar que ese hombre era atrayente, ya que siempre terminaba mirándolo sin darse cuenta y, cada vez que lo hacía, su mente se llenaba de imágenes apasionantes.

Sus mejillas le ardían aún más.

—Vamos en mi auto, todos juntos —Leandro levantó una ceja y llamó a Evrie con un gesto—. Evi, sígueme. Hoy le vamos a invitar a comer al Dr. Farel, como agradecimiento por su consulta.

Evrie se apresuró a seguir a Leandro, manteniendo la cabeza baja y evitando a Farel, incluso se sentó en el asiento del copiloto, dejando a Farel solo en la parte trasera.

No era que no le gustara.

Sino que... le recordaba su actitud.

Él la había bloqueado, claramente no quería tener nada que ver con ella.

Por eso, se esforzaba por mantener distancia con él y actuar con indiferencia, siguiendo las reglas después de haber aceptado su dinero.

El restaurante estaba cerca, en la zona comercial junto al hospital.

Leandro, generoso, ordenó varios platos, pensando en el estómago de Evrie, eligiendo en su mayoría comidas suaves y haciéndole consultas a Farel sobre la mesa.

Durante la comida, no paraba de servirle comida a Evrie.

—Evi, come más, estás muy delgada. En nuestro trabajo hay que ser fuerte para aguantar el trote. Tienes que estar bien alimentada.

Evrie se sorprendió por la atención, asintiendo repetidamente: —Gracias, Sr. Reyes, yo me sirvo sola.

—Claro, come todo lo que quieras, no seas tímida. —

Leandro la miraba como si observara a una hija muy querida, con una sonrisa tierna en su rostro.

Evrie, consciente de la situación, empezó a revolver el arroz en su plato.

Parecía que el plato que Farel había recomendado estaba delicioso, pidió además una sopa de verduras. Después de terminarse el arroz, sintió que su estómago estaba mucho más a gusto.

Una vez que terminaron de comer, Leandro se levantó para pagar la cuenta.

Evrie aprovechó para ir al baño en ese intermedio.

Justo cuando terminó de lavarse las manos y salía, una figura alta y familiar se apoyó en la puerta del baño, bloqueando su camino.

Al ver claramente el rostro del hombre, las pupilas de Evrie se dilataron, sintiéndose un poco nerviosa.

—¿Doctor...?

—¿Tienes miedo de mí? — Farel inclinó su cabeza, con esos ojos claros pero profundos que la miraban fijamente.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel