NADIE COMO TÚ romance Capítulo 90

Mientras Diana se duchaba, Vicente estaba fumando en el balcón. Un cigarrillo tras otro. Antes de darse cuenta, había llenado un cenicero.

Por primera vez en su vida, supo lo que era el arrepentimiento. Era horrible.

Se arrepentía de haberse marchado sin despedirse, se arrepentía de haberse comprometido con Diana, y se arrepentía de haber humillado a Valeria una y otra vez.

Era él quien había alejado a la mujer que amaba. Ahora, ¿a quién podía culpar?

Valeria ya tenía a Aitor a su lado.

Pensar en Aitor le hizo apretar aún más su cigarrillo.

Recordó que cuando le enseñó a Aitor las fotos de Valeria, su primera reacción fue confiar en ella, casi sin pensarlo.

Tal vez porque ya lo sabía desde hacía tiempo y por eso estaba tan tranquilo. Pero fuera la razón que fuera, al menos nunca le hizo daño.

Se veía claramente la diferencia entre ellos dos y eso le molestó aún más.

Hablando de fotos, ahora se acordó de que aún no había borrado esas fotos de Valeria de su teléfono.

Ahora solo sentía dolor al ver esas fotos e inmediatamente sacó el teléfono para borrarlas.

Pero mientras borraba, descubrió algo.

«¿Estas fotos no parecen las mismas que las que se proyectaron en la cena?»

No memorizó deliberadamente todo lo relacionado con Valeria, pero de alguna manera, cada asunto parecía tan vívido como si estuviera grabado en su mente, incluidas esas fotos de la fiesta.

En su mayoría, eran las mismas que las del teléfono. Pero había una en la de Valeria estaba despeinada sobre la almohada que era diferente.

Vicente sentía que le costaba un poco respirar.

«¿Por qué...? ¿No dijo Diana que las sacó de su móvil? Pero, ¿por qué tenía una foto más que él? ¿Significa esto que...?»

Vicente pensó en una posibilidad y su corazón se estremeció. Antes de que tuviera tiempo de pensarlo, escuchó una dulce voz detrás de él.

—¿Vicente?

Vicente entonces volvió en sí y se giró. Vio que Diana estaba mirándole con el pelo mojado.

Por alguna razón, al ver la cara similar a la de Valeria, pero más tierna, sintió escalofríos sin razón alguna.

—Esto... Diana —no pudo evitar retroceder unos pasos—, la revista me acaba de llamar. Hay otro problema con la muestra y tengo que ocuparme de ello. Así que vuelve a casa y descansa.

Después, ni siquiera esperó a que Diana respondiera y se dirigió rápidamente a la puerta.

—Vicente... —Diana se congeló y trató de alcanzarlo. Pero Vicente ya había salido.

Diana se quedó perpleja en el sitio.

«¿Vicente tiene tanta prisa por salir en plena noche para ir a ver a Valeria?»

Al pensar en Valeria, Diana recordó lo que había oído antes por teléfono y palideció.

Se enteró del anciano que había mandado hacía dos años que no se salió con la suya, fue otro hombre misterioso.

Lo que más la sorprendió fue que ninguna de las personas que había enviado pudo averiguar nada sobre ese hombre. Esto significaba que el poder del hombre misterioso estaba muy por encima del suyo.

Entonces, ¿quién le quitado la virginidad a Valeria hacía dos años?

***

A la mañana siguiente, Valeria abrió los ojos y vio de cerca el apuesto rostro de Aitor.

Esta cercanía la hizo quedarse helada durante varios segundos antes de darse cuenta de que estaban en su cama.

Se apresuró a levantarse. No esperaba que Aitor la estaba sujetando con fuerza aunque tenía los ojos cerrados. Parecía como si percibiera su lucha y sin mirar si quiera, dijo:

—No te muevas. Solo son las siete, aún podemos dormir un poco más.

Valeria no esperaba que Aitor estuviera despierto y no tuvo más remedio que tumbarse. Pero no pudo dormirse más.

No sabía cuánto tiempo aguantó, sentía que iba a sudar de los nervios hasta que sonó la alarma. Aitor abrió y su mirada se posó en Valeria.

—Buenos días, Valeria —susurró. Su voz estaba ronca y baja. Hacía a la gente sentir como cosquillas en el corazón.

Valeria se sonrojó.

—Buenos días.

Valeria se levantó para prepararle la toalla y el cepillo de dientes. Después de prepararlo todo, hizo lo mismo para su madre cuando llegó Jacobo con el desayuno preparado por Estela. También había preparado uno para Bárbara.

Mientras comía, Valeria miró la mesa llena de desayuno y dijo:

—Realmente no hay necesidad de molestar tanto a Estela.

—No es ninguna molestia, sólo es emplear un poco más tiempo —dijo Aitor dando un sorbo a sus gachas—. Pero si quieres seguir viviendo aquí, solo podremos molestar a Estela todos los días.

Valeria se quedó atónita por un momento.

—¿Quieres decir que te vas a quedar aquí otra vez esta noche?

—Si sigues viviendo aquí, sí —Aitor dijo lentamente—. Le diré a Estela que me traiga el pijama. Tu ropa me queda un poco pequeña.

Valeria no sabía qué contestar.

Ahora era consciente del dominio de Aitor. Nunca le había levantado la voz ni la había oligado a hacer nada, pero siempre podía hacer que cediera una y otra vez a su manera.

Valeria se dio cuenta de que no podía con él.

—Ya lo sé —bajó la mirada—. Volveré esta noche.

Aitor sonrió levemente.

—También puedes traer a tu madre.

—Déjalo, mamá no se trasladará.

—Entonces te buscaré un cuidador y una niñera.

Valeria sabía que no podía ganarle y aceptó.

Después de la cena, Aitor llevó a Valeria al trabajo. Valeria recordó que esta mañana tenía una reunión y fue directamente a la sala de reuniones del primer piso.

Cuando entró, sólo vio a Vicente. Parecía que se estaba preparando la reunión.

Vicente la vio y se quedó helado un momento.

—Valeria, ¿no recibiste el correo del retraso de media hora de la reunión?

Valeria maldijo para sí misma.

La aparición de Aitor de ayer la había descolocado por completo y se olvidó de revisar sus correos.

—Lo olvidé, lo siento —se apresuró a bajar—. Me voy entonces.

—Espera un momento.

Pero antes de que pudiera irse, Vicente la detuvo.

Valeria frunció el ceño.

—¿Qué puedo hacer por ti, jefe?

—Tengo algo que preguntarte —Vicente se levantó lentamente.

En comparación con su actitud de antes, parecía amable y caballeroso como si aún fuera el maravilloso chico de entonces.

—¿Amas a Aitor?

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