NADIE COMO TÚ romance Capítulo 88

La cerradura de la puerta del baño de la casa de Valeria estaba rota desde hacía tiempo, por eso Aitor pudo entrar directamente.

Nada más entrar, vio a Valeria con un brazo en alto y con el otro tirando apresuradamente de una toalla para intentar cubrirse. Estaba tan ocupada que se olvidó de cerrar el grifo y rápidamente se mojó la herida.

«¡Qué descuidada es esta mujer!»

Al ver a Valeria zarandeándose así, Aitor se enfadó un poco e inmediatamente se le acercó a ella. Cogió a Valeria en brazos y cerró la ducha.

—Valeria, ¿cómo puedes ser tan tonta? —no pudo evitar regañarla en voz baja.

Agarró su brazo y examinó la herida. Al ver que estaba casi séptica por el agua, se enfureció aun más.

—¿Cómo puedes ducharte sola con una alcachofa así?

Aitor estaba reprimiéndola angustiado, pero Valeria no escuchó nada en ese momento.

Sólo sintió que su cuerpo estaba pegado al de Aitor. La única distancia que los separaba era la delgada camisa de Aitor, y encima estaba empapada por ella.

Valeria incluso podía notar los pectorales y los abdominales de Aitor, y…

Sentía que su cabeza estaba a punto de estallar.

Aitor regañó unas palabras a Valeria, y al ver que no dijo nada, frunció el ceño.

Cuando bajó la cabeza, vio a Valeria encogida en sus brazos. Estaba muy tensa y tenía la cara como un tomate.

Aitor se quedó aturdido. Antes estaba tan preocupado por Valeria que ni siquiera se dio cuenta del estado en el que se encontraba Valeria.

La pálida piel estaba ligeramente enrojecida por el calor del baño y las gotas de agua corrían por ella. Aunque no era la primera vez que Aitor vio el cuerpo de Valeria, de alguna manera parecía sentir una mayor atracción cada vez que lo hacía.

Pero esta vez fue aún más desafiante. Ya que el cuerpo de Valeria estaba pegado al suyo. Podía sentir su cuerpo aunque no la mirara.

En un instante, Aitor sintió como si estuviera ardiendo.

Valeria ya estaba muy ansiosa. Cuando sentía el cambio del cuerpo de Aitor, se enrojeció más e instintivamente se resistió.

—Aitor, suéltame…

No sabía que su resistencia era como un cosquilleo para Alain. ¡Más que negación, parecía una seducción!

Casi sin pensarlo, empujó de repente a Valeria contra la pared del baño.

Las dos personas se acercaron aún más. Incluso se podía sentir claramente la respiración del otro.

—Aitor, qué haces… —Valeria se resistió en vano y levantó la mirada con pánico.

Aitor no sabía lo que le pasaba. ¡Incluso el suave interrogatorio de Valeria en ese momento casi derrotaba los últimos vestigios de su cordura a sus oídos!

Se inclinó y acarició lentamente la cintura de Valeria, haciendo que se le pusiera la piel de gallina.

Susurró:

—¿Qué crees que voy a hacer?

La voz de Aitor era extremadamente grave, más baja y sexy que de costumbre. Valeria sintió que su cuerpo se calentaba más y más.

Dijo tartamudeando:

—No… No…

—¿Por qué no? —Aitor inclinó su cuerpo un poco más y besó el lóbulo de la oreja de Valeria— La última vez dijiste que podía.

Los oídos de Valeria ya eran muy sensibles, y en este momento bajo el toqueteo de Aitor, estaba aún más insoportables. Pero lo que le quedaba de sentido común le dijo que...

«No. No puedo. No puedo tener sexo con Aitor.»

Era cierto que la última vez lo había aceptado en la antigua casa de la familia Cabrera. Pero ahora, sus pensamientos cambiaron.

Había aceptado antes porque consideraba que, aunque era un matrimonio sin amor, estaban casados al fin y al cabo. Y no le importaba tener un hijo con Aitor, que era su obligación natural como esposa.

Pero ahora no era capaz de pensar de forma tan racional.

Porque se dio cuenta de que tenía sentimientos que no debería tener por Aitor y no se atrevía a entregarse a sí misma a Aitor.

Tenía miedo, miedo de que después de hacerlo, se enamorara y no pudiera dejar a Aitor.

Al pensarlo, apartó a Aitor fuertemente.

—Mamá está en la habitación de al lado. No podemos…

Cuando Aitor vio la mirada tranquila de Valeria, volvió en sí.

Aitor suponía que Valeria seguía sin estar preparada por lo ocurrido de hacía dos años y la soltó un poco.

Aitor nunca había pensado que un día estaría tan desamparado que tendría que soportar la sensación de “quiero conquitarla pero no puedo” una y otra vez.

La sensación era aun más notable cuando la mujercita estaba a su frente de esta manera coquetea.

«Déjalo, de todos modos ya está herida...»

Pero tampoco tenía intención de soltar a Valeria. Volvió a rodear su cintura y, ante su mirada de asombro, dijo:

—No te preocupes, no voy a forzar a una mujer. Pero voy a ayudarte a ducharte.

Si lo hiciera sola, seguro que se infectaría la herida.

Valeria seguía muy sonrojada.

—No hace falta, me limpiaré sola.

Dicho eso, intentó escabullirse. Pero Aitor la tenía agarrada y no la dejó ir.

—¿De qué te avergüenzas? No es la primera vez que lo veo —dijo despreocupadamente.

Cogió la alcachofa y la abrió.

—Si me tienes miedo, no te preocupes, tengo un autocontrol decente.

Con eso, duchó a Valeria con mucha naturalidad.

Valeria sabía que Aitor era un hombre de palabra y era inútil rechazarlo. Solo pudo dejarle hacerlo.

Pero cuando el tacto ligeramente áspero de las manos de Aitor recorrió su cuerpo, sintió como si un millón de corrientes la atravesaran, y tuvo que contenerse para no temblar.

Aitor, en cambio, aguantó su deseo por esta mujer aún más.

Aunque dijo que tenía un buen autocontrol, ¡descubrió que su autocontrol no funcionaba frente a Valeria!

Pero se lo había prometido, así que sólo pudo apretar los dientes y aguantarlo.

Aitor secó a Valeria con cuidado después de la ducha.

Al sentir que Aitor le limpiaba el cuerpo con cuidado, Valeria se quedó momentáneamente aturdida.

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