NADIE COMO TÚ romance Capítulo 83

Valeria sabía lo mala que era su excusa. Había rebuscado en los objetos de otra persona sin su permiso.

Ni siquiera ella misma sabía cómo había heco algo tan terrible. Aitor miró la palidez de Valeria y sintió dolor en su corazón.

«Maldita sea. ¿He sido demasiado duro mi tono de voz y la he asustado?»

Aitor no quería gritarla de verdad. Pero aún tenía la escena de antes en la mente y no pudo evitar sentirse enfadado.

Este collar significaba mucho para él. Si se hubiera roto de verdad, no podría imaginárselo.

Sabiendo que su actitud seguiría sin ser buena estando con Valeria, se dirigió hacia su armario y sacó una camisa.

—Tengo algunos asuntos que resolver en la empresa, saldré un momento. Descansa primero.

Valeria se agitó.

«¿Ahora Aitor no quiere ni verla?»

Pero no pudo decir nada, sólo se mordió el labio y asintió.

Aitor se cambió rápidamente la ropa y, sin siquiera secarse el pelo, se sentó en su silla de ruedas y salió de la habitación.

En la planta baja, Estela iba a regresar a su habitación. Cuando vio a Aitor, se congeló por un momento.

—Señor Aitor, ¿a dónde va tan tarde? —se acercó— Y, ¿por qué está mojado su pelo? Dese prisa y séquese.

Aitor detuvo la silla de ruedas y con el rostro todavía un poco frío, dijo:

—Estela, tengo trabajo. Acuérdate de recordarle a Valeri que debe cambiarse la pomada.

—Sí, pero…

Antes de que Estela pudiera terminar, Aitor se fue sin mirar atrás.

En la habitación.

Valeria se acostó en la cama como si hubiera perdido el alma.

Sentía un dolor agudo proveniente del brazo. Cuando abrió con cuidado el vendaje, vio que efectivamente, la herida se había desgarrado.

Sabía que tenía que volver a atender la herida, así que se apresuró a coger un bastoncillo de algodón. Pero su mano izquierda era poco ágil y lo hizo varias veces torpemente y salió más sangre de la herida.

Sus lágrimas empezaron a caer. Ni ella misma sabía si era por el dolor o por la reprimenda de Aitor de antes. Parecía que el collar tenía realmente un significado especial para Aitor.

Se enfadó tanto por que ella lo tocó.

Pero, ¡qué ironía! Una persona viva como ella no era rival para un collar. Al parecer, tampoco era tan importante para Aitor.

Valeria se quedó atónita cuando aparecieron esos pensamientos en su mente.

Pero al momento siguiente, sonrió con amargura.

«Valeria, Valeria, ¿por qué Aitor tiene que pensar que eres más importante que ese collar?»

«El collar probablemente se lo regaló su ex novia, esa chica llamada Sabela. Es tan hermosa que no puedes compararte con ella. Claro que ese collar es más importante que tú. Eres tú el que te has subido un poco por las nubes. Sólo porque Aitor ha sido un poco más amable contigo y ya no sabes ni quién eres. ¿Cómo te atreves a tocar sus cosas sin permiso? Eres demasido creída.»

Debería saber mejor que nadie que en este mundo nadie, excepto su madre, nadie se preocuparía realmente por ella.

Ya fuera su padre, Ramón, o Vicente, que dijo que estaría con ella toda la vida. Todos eran pasajeros de su vida.

«¿Cómo puedo esperar que Aitor me trate especial? »

Valeria lo entendía, ¿pero por qué...?

¿Por qué le dolía tanto?

Valeria se cubrió el pecho aturdida y confusa sintiendo como si una mano invisible estuviera agarrando su pecho. ¡Qué dolorosa!

¿Sería que…?

Sus ojos brillaron y de repente sintió algo que ya no podía ignorar.

«¿Acaso estoy enamorada de Aitor?»

***

Esa noche, Aitor no regresó.

Estela quiso cambiarle la pomada a Valeria, pero ésta lo rechazó. Temía que viera sus ojos rojos e hinchados, así que lo hizo sola bruscamente.

A la mañana siguiente, justo después del amanecer, Valeria se despertó. Al ver la mitad vacía de la cama, sintió que su corazón también estaba vacío.

«Maldita sea.»

Se dio una palmada en la cara para despejarse.

El estado en el que estaba era realmente horrible.

Tras la rotura con Vicente hacía dos años, había decidido que en esta vida, se casaría y tendría hijos. Pero jamás se enamoraría otra vez así de otro hombre.

¿Ahora iba a romper su promesa?

«No, jamás.»

Valeria rápidamente tomó una decisión.

Se levantó apresuradamente y empaquetó brevemente un par de cosas en la maleta y los llevó escaleras abajo con una mano.

—Señora Valeria, ¿qué está haciendo? —se horrorizó Estela en cuanto vio su equipaje.

—Mi madre va a salir del hospital y me voy a casa a cuidarla —Valeria sonrió a Estela—. Al fin y al cabo, tampoco no he estado con mi madre desde hace tiempo.

—Señora Valeria, ¿cómo va a cuidar de alguien cuando usted misma está lesionada? —Estela se puso ansiosa— ¿Por qué no trae a su madre y les cuido yo?

—No hace falta molestarte. Mi madre no está acostumbrada a vivir en lugares extraños —Valeria se negó—. Le diré a Aitor los detalles, no te preocupes.

Tras un apresurado desayuno, Valeria tomó un taxi y se marchó.

Después de regresar a su casa, Valeria limpió brevemente la habitación. Miró la hora y aún era temprano. Así que decidió ir a trabajar.

Llevaba una semana de baja, no debería estar tanto tiempo en casa por una lesión tan pequeña. Pero nadie en la revista la había dicho nada. Si estaba en lo cierto, era obra de Vicente.

Cuando llegó a la revista, Lola y Aurora se acercaron a mostrar su preocupación y a saludarla. Valeria estaba de buen humor a pesar de los comentarios sarcásticos de la gente de Alexandra.

Cuando se sentó y estaba a punto de empezar a trabajar, oyó unos pasos apresurados.

Se sorprendió y giró la cabeza. Era Vicente.

—¿Editor jefe? —Valeria se levantó de golpe y frunció el ceño ante la cara extraña de Vicente—¿Quiere algo?

No sabía si era su ilusión, pero pensó que Vicente estaba especialmente raro hoy.

Vicente parecía estar poseído y olvidó que había gente alrededor. Se acercó apresuradamente y agarró a Valeria por los hombros.

Le gritó:

—¡Valeria, por qué no me lo has dicho! ¿Por qué no me dijiste que te habían tendido una trampa hace dos años?

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