NADIE COMO TÚ romance Capítulo 75

Aitor se quedó congelado, obviamente no esperaba que Valeria le hiciera semejante petición.

Al ver que Aitor no le respondió, Valeria se dio cuenta de lo que había dicho. Se sonrojó y mostró una sonrisa, pretendiendo como si no pasara nada.

—Esto... Estoy bromeando. Me voy ya.

Dicho esto, se apresuró a bajarse del coche.

Pero no esperaba que le agarrara la muñeca antes de que pudiera poner los pies en el suelo.

Al segundo siguiente, antes de que Valeria pudiera reaccionar, su cuerpo fue llevado hacia atrás y se cayó en un cálido abrazo.

Aitor tenía una fragancia de hombre maduro, mezclado con el tenue olor a cigarro. Su olor la envolvió y la hizo, sin razón aparente, sentirse segura y protegida.

—Gracias —murmuró Valeria.

Levantó la cabeza en los brazos de Aitor y con los ojos brillantes, dijo:

—Me voy a trabajar ya.

Al sentir el fragante y blando cuerpo entre sus brazos, Aitor sonrió ligeramente.

—Vale, te esperaré en casa.

Valeria asintió y salió del coche.

Cuando se bajó del coche, no se apresuró a volver al trabajo, sino que se quedó mirando cómo se alejaba el coche de Aitor.

El calor de la fiambrera atravesó su ropa, que era muy cómodo para ella.

«Es como el abrazo de Aitor.»

Valeria se sonrojó ligeramente al recordarlo, sintiendo que aún tenía el olor de Aitor.

«Ya está, ya te has embobado lo suficiente.»

Valeria se dio una palmada en la cara y se apresuró a volver.

Ni siquiera se había dado cuenta de que el mal humor por la molestia de Vicente, se había disipado por completo con la aparición de Aitor.

Tras todo un día y una noche de trabajo, el boceto de la revista llegó por fin a la imprenta a tiempo.

Cuando Valeria llegó a casa, ni siquiera tuvo fuerzas para hablar con Aitor. Se acostó y durmió durante dos días enteros. Se despertó cuando la revista se puso a la venta.

Esta vez, todo el trabajo había merecido la pena. Realmente causó un gran revuelo después de que se expuso la fábrica ilegal de procesamiento de alimentos. Aunque las ventas no alcanzaron el récord de Aitor, atrajo a muchos anunciantes.

De este modo, la crisis de la revista se resolvió por fin.

Valeria se alegraba por la revista, ya que era la empresa donde había trabajado durante dos años. Le tenía algo de afecto.

El único defecto de esto era que acompañando a la sensación de la revista, Alexandra se volvió cada vez más engreída.

Aun así, la mayoría estaba contento. Vicente, que siempre había sido muy distante, también dijo que invitaría a todos a cenar hoy.

Todo el mundo estaba muy animado planeado cómo hacer al jefe invitarle una cena más cara y exquisita.

Lola también se acercó emocionada.

—Valeri, tú también irás, ¿verdad?

Valeria miró a Vicente y negó con la cabeza.

—Tengo prisa por volver a casa, así que no acudiré. Buen provecho pues.

Lola se decepcionó un poco, pero era consciente de la incómoda relación entre Vicente y Valeria y asentó.

Valeria salió al pasillo con el grupo que seguían charlando sobre dónde ir a cenar y a cantar. Valeria tomó la iniciativa y dijo:

—Jefe, hoy tengo algo que hacer en casa, pues no iré a la cena de hoy.

Al oír que Valeria se iba, la mirada de Vicente cambió por un momento, pero al final asintió.

Todos miraron con cara rara la interacción entre Vicente y Valeria. No se atrevieron a decir nada ya que Vicente estaba presente.

Valeria fingió no ver sus miradas y se dispuso a salir.

Justo cuando estaba a punto de abandonar la revista, chocó contra alguien.

Se tambaleó unos pasos, levantó la vista y vio que era un hombre de unos treinta años, asqueroso y de piel áspera y oscura.

Valeria se quedó atónita.

Este hombre era en absoluto alguien que trabajara en una oficina. Además, con su agudeza de periodista, Valeria también se dio cuenta de que el hombre estaba extraordinariamente nervioso. Ni siquiera se disculpó o se detuvo después de tropezarse con ella, sino que avanzó tambaleándose.

A Valeria le surgió un mal presentimiento e inmediatamente giró la cabeza. Entonces vio que ese hombre sacó algo brillante.

Al ver lo que era, Valeria cambió de cara.

¡Era un cuchillo!

Valeria quería llamar a la seguridad cuando vio que este cayó por Vicente.

La cara de Valeria se puso pálida y corrió involuntariamente hacia Vicente exclamando:

—¡Vicente! ¡Cuidado!

El grito de Valeria fue casi instintivo.

Cuando Vicente escuchó la voz de Valeria, se dio la vuelta. Entonces descubrió que un hombre feroz con un cuchillo se abalanzó sobre él mismo.

Los demás compañeros también le vieron y se dispersaron de un grito.

El objetivo del hombre era claramente Vicente, y cuando la multitud se dispersó, inmediatamente aceleró el paso y se precipitó hacia él gritando:

—¡Vicente Cabrera! ¡Sinvergüenza! ¡Por tu culpa no me pagan! ¡Voy a morir contigo!

Vicente creció en una familia adinerada, incluso cuando se hacía pasar por pobre, sólo fingió ser un estudiante común. Nunca se había enfrentado a algo así. Se quedó completamente paralizado en ese momento y no sabía cómo reaccionar. Solo pudo ver cómo esa afilada daga se le acercaba.

Valeria, casi sin pensarlo, corrió hacia el hombre.

No estaban muy lejos y Valeria no tardó en alcanzarlo. Sin siquiera pensarlo, agarró el brazo del hombre y trató de impedirle.

El hombre estaba como loco y cuando fue cogido por una mujer, se tambaleó.

Al momento siguiente giró la cabeza y vio a Valeria. Su rostro se volvió aún más feroz y gritó:

—¡Puta! ¡Cómo te atreves a entrometerte! ¡Entonces te mataré primero!

Con eso, cambió su objetivo y apuntó la daga a Valeria.

Valeria estaba tirando de él. Pero cuando el hombre se dio la vuelta, ella se tambaleó por la fuerza del giro repentino. Antes de que ella pudiera ponerse en pie, la daga ya estaba enfrente.

Estaba demasiado asustada para esquivarla.

Cuando Vicente vio esta escena, volvió en sí y se puso pálido.

—¡Valeri! —gritó corriendo hacia ella.

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