NADIE COMO TÚ romance Capítulo 72

A primera hora de la mañana siguiente.

Cuando Valeria se despertó, Aitor ya se había lavado la cara y estaba de pie frente al espejo, abotonándose la camisa.

La mayoría de sus botones aún estaban sueltos, dejando al descubierto un poco de su pecho, firme y fuerte, perfecto como una obra de arte.

Valeria no esperaba tener una vista tan espectacular a primera hora de la mañana y se quedó un poco embobada.

Al descubrir la mirada estupefacta de Valeria en el espejo, Aitor sonrió discretamente y preguntó:

—¿Qué? ¿Estás satisfecha con lo que ves?

Valeria entonces reaccionó que Aitor la había preguntado si estaba satisfecha con su forma.

Se sonrojó al instante y apartó la mirada.

Al ver que la mujer esquivó la mirada, Aitor frunció el ceño. Estaba un poco disgustado.

Ignorando los pocos botones que aún tenía sin abrochar, se giró y se acercó a Valeria. Se inclinó y agarró su barbilla, obligando a que su mirada se posara de nuevo en él.

—Valeria —susurró Aitor—, míralo cuando quieras. No te voy a cobrar.

Valeria se sorprendió.

«¿Es mi ilusión? ¿Por qué Aitor habla cada vez más descaradamente?»

Valeria no era rival para Aitor en este caso. Pero cuando vio su pecho, se sonrojó aún más.

Temiendo que Aitor notara su nerviosismo, cambió de tema.

—Entonces, ¿crees que tu abuelo sabrá que no tuvimos sexo anoche?

Aitor se inclinó un poco más.

—Tal vez, ¿y?

—Y... —esa cercanía hizo que Valeria se pusiera más nerviosa y dijo sin pensar— ¿Y nos regañará?

—Valeria, ¿estás insinuándome algo?

Valeria se quedó estupefacta. Cuando se dio cuenta de lo que había dicho, quería morderse la lengua.

«¿Soy tonta? ¿Por qué hablo de este tema?»

—Yo, yo no quería decir eso —replicó asustada, temiendo que Aitor la malinterpretara.

—¿No es eso lo que quieres decir? Entonces, ¿qué quieres decir? —Aitor se rio.

Su aliento sopló en la nariz de Valeria mientras hablaba.

—¿No sabes que los hombres tienen más deseos por la mañana?

La cara de Valeria estaba ahora roja como un tomate y tartamudeó aún más.

—Yo, realmente no quería...

Aitor sólo estaba bromeando. No esperaba que se lo tomara en serio y se pusiera tan nerviosa. Mostró una sonrisa más grande.

—Es broma —dijo, y antes de que Valeria pudiera aliviarse, la segunda mitad de su discurso, la tensaron de nuevo—. Pero tus preocupaciones tienen su razón, así que es mejor que hagamos algo.

—¿Qué? —Valeria entró en pánico.

Y antes de que pudiera preguntarle, éste se inclinó y enterró su cabeza en el cuello de Valeria.

—¡Ah! —Valeria se asustó e intentó forcejear. Pero como si lo hubiera previsto, Aitor le agarró las manos, dejándola inmovilizada en la cama.

—¡Aitor, qué estás haciendo! ¿Qué haces?

Una sensación de cosquilleo le llegó del cuello. Valeria estaba aterrorizada, quería gritar, pero la sensación de cosquilleo se transmitió por todo su cuerpo. Su voz empezó a temblar.

Después de un largo rato, Aitor se enderezó y miró los chupetones del cuello de Valeria. Sonrió satisfecho.

—Eso debe bastar —susurró Aitor mientras miraba a la mujer sonrojada a su frente.

Fue entonces cuando Valeria lo entendió. Se apresuró a apartar a Aitor, se levantó de un salto de la cama y corrió hacia el espejo.

Al verse en el espejo, Valeria se quedó boquiabierta.

En el espejo, estaba sonrojada, con los ojos brillantes y una mirada coqueta.

«¿Esta mujer en el espejo sigue siendo yo?»

Pero eso no era lo más importante.

Lo más importante era que los chupetones en su cuello eran muy evidentes.

—¡Aitor! —Valeria estaba enfadada— ¡Cómo quieres que me enfrente a los demás así!

Aitor se había acercado por detrás a Valeria y rodeó su cintura con mucha naturalidad. Se rio suavemente:

—Sólo estaba dejando mi marca en tu cuerpo.

Valeria miró a Aitor, pero no podía hacer nada más que cambiarse de ropa.

Cuando llegó anoche, Estela la había preparado bien la ropa para cambiarse.

En realidad, cuando se casó con Aitor, éste le compró un montón de ropas. Valeria pensaba que era demasiado cara y llamativa, así que no se las ponía mucho.

El vestido que Estela la había preparado era uno de esos. Un vestido aparentemente era ordinario, pero de corte y material extremadamente fino. El conjunto se veía muy elegante.

El único defecto era que era un vestido de tirantes, por lo que se veía notablemente los chupetones en su cuello.

Valeria tampoco llevaba corrector, así que tuvo que aplicarse un poco de base de maquillaje para disimularlo. Después bajó las escaleras con Aitor.

En el comedor, Julián, Diego, Vicente y Diana ya estaban desayunando.

Al ver la tardanza de Aitor, la cara de Diego se hundió.

—Aitor, eres un demasiado lento, ¿no? Encima tiene que esperarte el abuelo.

—¿No está comiendo ya? —la silla de ruedas de Aitor se deslizó lentamente hasta la mesa— Anoche estuve un poco ocupado, así que me acosté tarde.

La frase “anoche estuve un poco ocupado” fue tan evocadora que los presentes miraron a Valeria.

El ángulo de Julián era perfecto y vio las marcas en el cuello de Valeria con claridad. Al instante, se le iluminaron los ojos y enseguida le dijo a Santiago:

—Santi, prepare a Valeria algo nutritivo.

Valeria se sintió un poco sorprendida y dijo:

—Gracias abuelo.

Diego y los demás cambiaron de expresión al ver que Julián cuidaba tanto a Valeria, especialmente Diana, cuyos ojos casi escupían fuego por los celos.

Vicente no pudo evitar mirar a Valeria y pronto descubrió las evidentes marcas rojas de su cuello.

En un instante, su mano bajo la mesa se apretó involuntariamente y su cuerpo se tensó.

Aunque sabía que era muy normal para la pareja hacer el amor, al ver las marcas de sus íntimos relaciones con sus propios ojos, ¡todavía se sentía muy enojado!

Además, al ver el rostro sonrojado de Valeria y su coquetería, no pudo evitar imaginar que lo que había heco con Aitor anoche…

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