NADIE COMO TÚ romance Capítulo 66

Dicho esto, la silla de ruedas de Aitor se deslizó lentamente por la pista de baile al ritmo de la música.

Valeria, por su parte, se recostó en sus brazos y “bailó” con él entre las brillantes luces y junto a los deslumbrados transeúntes.

Valeria, en ese momento, estaba totalmente estupefacta.

Miró el apuesto rostro de Aitor, bien afiliado sin ningún defecto. Tenía una suave sonrisa muy dulce y atractiva.

«Un hombre tan guapo resulta ser su marido…»

Incluso Diana, que estaba disfrutando de la atención de todos en el centro de la pista de baile, no pudo evitar detenerse en ese momento.

—¿Bailar en silla de ruedas? —se sorprendió, pero pronto, un matiz de cinismo y sarcasmo apareció en sus ojos— Un lisiado es un lisiado, qué miserable.

Diana quería burlarse de Aitor y Valeria, pero cuando vio el apuesto rostro de Aitor y la forma en que se deslizaba por la pista de baile, de repente sintió que sus burlas no servían de nada.

No sólo ella, también los demás invitados que la rodeaban pasaron poco a poco de la sorpresa a la envidia.

—Dios mío, por primera vez sé que el mero hecho de estar en una silla de ruedas puede ser tan atractivo.

—Me da mucha envidia esta Valeria, con un marido que la quiere y encima es tan romántico y maravilloso.

—Se nota que es el señor Aitor de la familia Cabrera.

Algunos de ellos, un poco mayores, recordaron el accidente y hablaron con más pena.

—Qué adolescente más brillante era entonces, si no hubiera sido por ese secuestro…

Al otro lado, Valeria, sentada en el regazo de Aitor, oyó vagamente a la gente hablar de algo, pero no escuchó con claridad y no pudo evitar levantar la vista.

De repente Aitor levantó la mano y le agarró la barbilla, impidiéndola moverse.

—¿Te importa lo que hablan? —Aitor sabía lo que pensaba Valeria.

Valeria sonrió tímidamente.

—Que no te importe —Aitor susurró y la acarició—. Sólo necesitas gozar del momento.

La voz de Aitor era aún más baja que de costumbre, como si tuviera algún hechizo. Todo el cuerpo de Valeria parecía estar bajo su encanto y asintió. Rodeó su cuello mientras se deslizaba lentamente por la pista de baile.

La comisura de la boca de Aitor se levantó ligeramente al notar la cooperación de Valeria.

Al otro lado, en la escalera del primer piso.

Julián se mantuvo erguido, mirando toda la pista de baile con claridad,

Se conmovió al ver a Valeria y a Aitor deslizarse por la pista de baile, la brillante sonrisa en el rostro de Valeria y la tenue y ligera sonrisa en el de Aitor.

Hacía mucho tiempo que no le veía sonreír tanto.

—Señor —en ese momento se acercó un mayordomo anciano—, ya es hora. Deberíamos despedirse de los invitados y dejar que los señoritos y la señora Valeria descansen.

—Sí, ya es la hora —Julián volvió entonces a sus cabales y asintió—. Por cierto, llámame a esa Valeria, y que venga al estudio.

Con estas palabras, Julián se dio la vuelta y se dirigió al estudio.

El baile no tardó en terminar y no fue Diana, la protagonista del banquete, quien acabó sacando el máximo partido, sino Valeria, que estuvo sentada en el regazo de Aitor toda la noche.

Al terminar la última canción, Valeria se puso de pie, y antes de que el rubor desapareciera de su rostro, vio de pronto a un mayordomo acercarse. La dijo respetuosamente:

—Señora Valeria, el señor quiere hablar con usted en el estudio.

Valeria se quedó congelada.

«¿Julián me busca? ¿Es por las fotos?»

Valeria se puso un poco nerviosa al pensar en los ojos de Julián e instintivamente miró a Aitor.

Aitor, sin embargo, se limitó a asentir levemente.

—Está bien, el abuelo es bastante excéntrico pero no es una persona irracional.

Valeria se tranquilizó con lo que dijo y siguió al mayordomo al estudio del primer piso.

El estudio de Julián era muy antiguo, iluminado con incienso de sándalo. Valeria tuvo la ilusión de haber viajado en el tiempo nada más entrar.

El anciano se había puesto una bata y estaba sentado detrás del escritorio. Su mirada severa se posó en ella desde el momento en que entró.

Intentando tranquilizarse, Valeria se dirigió al escritorio y dijo respetuosamente:

—Señor Julián.

—¿Cómo me has llamado? —preguntó Julián seriamente.

Valeria no reaccionó.

—Ya que estás casada con Aitor, deberías llamarme abuelo —al ver que Valeria no lo entendía, Julián le explicó de mala gana y con paciencia.

Después añadió, —Tú y esa hermana tuya, Diana, sois muy diferentes. Una se muere por llamarme bisabuelo y la otra no lo hace cuando debería.

La cara de Valeria se puso sonrojada.

Julián, sorprendentemente, sabía que ella y Diana eran hermanas.

Pero pensándolo bien, era imposible que Julián no la hubiera investigado cuando llevaba tanto tiempo casada con Aitor.

En cualquier caso, como Julián le había pedido que le tratara del abuelo, pues la reconocía como la esposa de Aitor. Se sintió algo aliviada y le saludó:

—Abuelo.

Julián asintió satisfecho e hizo un gesto con la barbilla.

—Siéntate.

Valeria se sentó y escuchó a Julián hablar de nuevo con autoridad:

—¿Por qué crees que te busco?

—Es por las fotos de la fiesta, ¿no? —Valeria se armó de valor y levantó la vista.

Si tenía la oportunidad, debía explicarse.

—Abuelo, las fotos en realidad...

Pero antes de que pudiera empezar, Julián levantó la mano para detenerla.

—No tienes que darme explicaciones —el tono de Julián era ligeramente impaciente— ¿Acaso crees que, después de todo este tiempo que llevas casada con Aitor, no lo he averiguado?

Julián era muy inteligente en la elección de las palabras, expresando su significado con la palabra “averiguar”.

No sólo investigó lo ocurrido de hacía dos años, sino que averiguó la verdad. Por eso sabía que a Valeria la tendieron una trampa.

Entonces Valeria entendió por qué Julián la culpó después de ver las fotos, aunque se sorprendió mucho.

Resultó que ya sabía toda la verdad.

Valeria suspiró aliviada y dijo, —Gracias abuelo.

—No tienes que agradecerme —Julián resopló con frialdad—. No creerás realmente que no te he culpado porque eres inocente, ¿verdad?

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: NADIE COMO TÚ