NADIE COMO TÚ romance Capítulo 59

Valeria estaba perpleja.

«¿La niña de entonces?»

El rostro de Aitor cambió levemente al escuchar las palabras de Jacobo, y rápidamente preguntó:

—¿Qué pista?

—Es una foto tomada cerca del lugar donde ocurrió el accidente. ¿Se lo envío?

—Sí.

Después de colgar el teléfono, Aitor siguió ordenando comida por internet. Valeria tenía mucha curiosidad y preguntó:

—¿Quién era la niña de la que hablaba Jacobo?

Aitor miró de reojo a Valeria.

Se sentiría molesto si fuera otra persona quien hiciera este tipo de pregunta. Nunca le gustó que otros preguntasen sobre sus asuntos privados.

Sin embargo, se sintió de buen humor cuando lo preguntó Valeria.

Parecía que por fin esta mujer tenía algo de curiosidad por él.

—Una niña me salvó en el secuestro de entonces —Aitor no quiso ocultarlo—. La he estado buscando, quiero agradecérselo.

«¿El secuestro de entonces?»

Valeria se sorprendió.

«¿Fue el secuestro en el que la gente pensó que Aitor perdió sus piernas?»

Valeria tenía un poco de curiosidad, pero suponía que el secuestro debió de ser una pesadilla para Aitor, como lo que suponía el incidente de hacía dos años para ella. No era adecuado seguir preguntando.

Aitor terminó de pedir la comida, y media hora después, sonó el timbre.

Valeria corrió a abrir la puerta y vio al mensajero parado a la puerta, quien estaba muy nervioso.

—Perdone, ¿ha ordenado una pizza?

Valeria miró la caja que tenía en la mano y se quedó atónita.

«¿La comida que ordenó Aitor es pizza?»

—Sí.

El chico obviamente nunca había llevado comida a un área tan rica, por eso estaba tan nervioso.

Valeria rápidamente la cogió y firmó.

—Gracias.

Al entrar con la pizza, Valeria no pudo evitar preguntar:

—Aitor, ¿te gusta la pizza?

Aitor también se quedó boquiabierto al ver la caja de su mano.

—¿Ese restaurante era una pizzería?

—Sí, ¿qué te creías si no?

Aitor frunció el ceño y giró su portátil hacia Valeria.

—El restaurante se llamaba Humor Italiano. Pedí el estilo italiano. Pensé que sería un menú completo de platos italianos.

Valeria no supo qué contestar.

«De verdad es de una familia adinerada. Nadie se toma en serio los nombres de los restaurantes hoy en día.»

—La mayor parte de la comida italiana que se puede entregar a domicilio es pizza, simplemente pizza al estilo italiano.

Valeria puso la pizza sobre la mesa.

—Has comido pizza antes?

—Cuando viajé a Europa, probé pizza a la brasa —Aitor bajó la mirada—. Nunca lo he probado en una caja de papel.

—Entonces, considéralo como una vivencia de la vida de la gente común.

Valeria arrancó un trozo de pizza y se lo entregó a Aitor con una sonrisa.

Aitor tomó la pizza y le dio un mordisco. Frunció levemente el ceño.

—El sabor es diferente al que he comido antes.

Valeria estaba divertida.

—No está mal comer algo así de vez en cuando.

Mientras hablaba, cogió un trozo y se lo metió a la boca.

En realidad, le gustaban más las comidas sencillas como esta que los exquisitos platos que Estela preparaba todos los días.

Todavía recordaba que cuando estaba en la universidad había una calle de puestos de comida callejera detrás de la Universidad Z. Ella y Vicente siempre compraban comida basura como esta. Aunque no era saludable, estaban muy felices entonces.

Al ver a la mujer comiendo pizza con una gran sonrisa, Aitor se quedó embobado por un tiempo.

De repente, se dio cuenta de que tal vez no conocía lo suficiente sobre Valeria.

Jacobo llegó cuando éstos estaban comiendo pizza.

Tan pronto como entró por la puerta y vio la pizza en la mesa, los ojos de Jacobo casi le salieron de las cuencas por la sorpresa.

Como su asistente personal, Jacobo sabía lo quisquilloso que era Aitor sobre la comida. Pero, ¿ahora estaba comiendo pizza?

Trató de parecer menos sorprendido, le entregó el sobre y dijo respetuosamente:

—Señor Aitor, esta es la foto que encontré.

Valeria estaba comiendo y pensó si debería irse. Pero no esperaba que a Aitor abriera directamente el sobre y sacara las fotos.

Aitor frunció el ceño cuando vio la foto.

—No está muy nítida.

Se veía a simple vista que la foto fue tomada sin querer. El fotógrafo quería sacar los sauces junto al lago y en la esquina se veía vagamente a una niña con un vestido rojo. Pero su rostro estaba borroso.

—Perdona, presidente Aitor. Después de todo, la foto fue tomada por casualidad —Jacobo se sentía mal—. Pero la hora en la que apareció la niña y su vestimenta concuerdan. Debería ser la persona que está buscando.

Aitor tomó la foto y reflexionó. Valeria tenía mucha curiosidad y le echó un vistazo.

Aunque no se podía ver con claridad la cara de la chica,podía suponer que tendría unos quince años. Lo más claro en la foto era su ropa. Era una falda de tutú roja, y el estilo era muy especial.

Valeria frunció el ceño y dijo:

—Este vestido...

Aitor enarcó la ceja.

—¿Conoces este vestido?

—Me suena mucho —Valeria se mordió el labio y de repente recordó.

—Creo que este vestido lo llevaba la protagonista de unos dibujos animados de cuando estaba en secundaria. En ese momento, Disney lanzó una edición limitada del vestido. Todas las niñas soñaban con tener uno.

Cuando Jacobo lo escuchó, de repente recordó algo.

—Es verdad, hablando de eso. Señor Aitor, la chica que busca, y la señora Valeria, deberían tener más o menos la misma edad, ¿no?

El secuestro de Aitor sucedió hacía diez años, y Valeria tenía unos quince años entonces.

—¿También tienes esta falda? —Aitor enarcó las cejas.

Valeria esbozó una sonrisa irónica.

—Este vestido es una edición limitada, que costaba cientos de euros. Cómo podía permitírmelo.

Aitor asintió, volvió a poner la foto en el sobre y le dijo a Jacobo:

—Si era un vestido de edición limitada y fue comprada en una tienda oficial, debería ser mucho más fácil encontrarlo.

Jacobo asintió y se marchó.

Aitor y Valeria siguieron comiendo.

Valeria no sabía si era una ilusión suya, pero sintió que después de que Jacobo se fue, Aitor ya no tenía tan buen apetito como antes. Lo miró discretamente un par de veces y notó la confusión de su rostro.

«¿Aitor está pensando en el secuestro?»

Los medios no había revelado los detalles del secuestro por intervención de la familia Cabrera. Pero debió de ser muy gordo para haber sufrido un accidente tan grave en las piernas, ¿no?

Valeria estaba mirando la delicada cara de Aitor cuando escuchó a Aitor decir:

—¿Has mirado suficiente?

Valeria se sorprendió y se dio cuenta de que Aitor se refería a su mirada. Se sonrojó y rápidamente bajó la cabeza.

—Lo siento.

Aitor se rio entre dientes. Después de terminarse la pizza, mandó a Valeria a ducharse.

Valeria se bañó y se lavó el pelo. Cuando salió, se dio cuenta de que Aitor no estaba en el dormitorio, sino en el balcón adjunto al dormitorio principal. Parecía estar mirando a algo aturdido.

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