NADIE COMO TÚ romance Capítulo 55

—Comida —respondió Aitor brevemente—, si quieres pagarme, puedes cocinar para mí.

Valeria se sorprendió sin poder creer lo que oyó.

—¿Eso es todo? —preguntó con incredulidad— pero tampoco cocino muy bien.

Ella consideraba que la comida que hacía solo podía ser “no desagradable”. Comparada con la comida que preparaba Estela, era la diferencia entre un cocinero de un hotel de lujo y un puestecito de la calle.

«Aitor que es muy estricto con la comida, ¿dijo que quería comer los platos cocinados por mí?»

—¿Qué? —Aitor arqueó ligeramente las cejas— ¿No quieres?

—Por supuesto que sí quiero —dijo Valeria apresuradamente—. Pero son 6 mil euros, ¿cuántas comidas quieres que te haga?

—¿Cuántas crees que son más apropiadas? —preguntó Aitor otra vez.

Valeria se quedó atónita por la pregunta.

Una comida normal de un restaurante costaría unos diez euros. Le debía 6 mil euros, ¿pues no le tendría que hacer cientos de comidas?

—¿Cien comidas? —inquirió con cautela.

Al ver a Valeria que realmente estaba haciendo los cálculos, a Aitor le parecía muy mona, las comisuras de su boca formaron una leve sonrisa.

—De acuerdo, entonces cien comidas.

—Entonces, ¿qué quieres comer?

—No lo sé —replicó Aitor lentamente—. Puedes cocinar lo que puedes hacer.

—No puede ser —era unos 60 euros cada cena, debería ser hecha a la medida del cliente.

—Además, en verdad no sé mucho de cocinar, ¿investigo las recetas mañana e intento hacértela?

—Vale —la sonrisa en los labios de Aitor se veía más notables.

El día siguiente era fin de semana, pero Aitor tenía una reunión y salió de casa por la mañana temprano.

Después de levantarse, Valeria descargó varias recetas de Internet y comenzó a investigarlas una a una.

Las observaciones de estos días le habían hecho notar que a Aitor le gustaban los alimentos salados, eligió para probar los tres platos, el pollo asado con miel, salsa inglesa y papas a la francesa.

Después de estar en la cocina durante toda una mañana, hizo el primer plato, tomó una foto y se la envió a Aitor por WhatsApp, queriendo preguntar sus gustos.

En la sala de reuniones del Grupo Lustre.

Los jefes de departamento de todo el Grupo estaban haciendo informes con tensión en este momento.

—Presidente Aitor, este es el resultado de nuestro trimestre —dijo uno de los hombres de mediana edad con cautela mientras se secó el sudor.

—¿Está satisfecho?

Los dedos de Aitor hojeaban los documentos y parecía indiferente.

—¿Crees que estoy satisfecho con este resultado?

Todo el mundo de la sala se asustó una vez más, sudando inevitablemente.

—Entonces, ¿dónde está el problema?

—Todo —Aitor dijo simplemente una palabra, luego tiró el archivo de su mano y dijo sin expresiones:

—Rehacedlo.

Todo el mundo guardó silencio.

Así era Aitor, aunque era un hombre en silla de ruedas, con su estilo de liderazgo decisivo y preciso, el Grupo Lustre pudo convertirse en una gran empresa en tan solo dos años.

—Sí, sí, presidente Aitor —el hombre de mediana edad cogió el archivo temblando, y el siguiente gerente también estaba temblando a punto de comenzar a informar, pero en este momento...

Un nítido sonido del teléfono sonó en la silenciosa sala de conferencias.

De repente, todo el mundo palideció de miedo y se miraron mutuamente con pánico.

«¿Quién es tan valiente que dejó encendido el móvil durante la reunión?»

Cuando estaban mirando el uno al otro, Aitor miró con calma el móvil que estaba encendido sbre la mesa.

En la pantalla se mostró que Valeria le había enviado una foto.

Aitor cogió el móvil y vio la foto del plato, así como el mensaje de Valeria.

—Acreedor, ¿cuál quieres comer hoy?

Seguido un emoticono halagador.

Las personas de la sala de conferencias vieron a Aitor tomar su móvil, de repente reaccionaron, resultó que el móvil que sonó no era del otro sino de Aitor.

Todos intercambiaron una mirada de incredibilidad.

Aitor era un adicto al trabajo. Normalmente no usaba su teléfono móvil en absoluto excepto para el trabajo.

«¿Ahora está viendo WhatsApp en una reunión?»

Antes de que todos pudieran recuperarse del impacto, sucedió una escena aún más increíble.

La mirada de Aitor se posó en el móvil y dibujó una sonrisa muy leve en los labios.

Todo el mundo de repente parecía como si hubiera sido alcanzado por un rayo, que era demasiado impactante.

«El jefe que es tan indolente que parece un hielo, ¿realmente sonríes?»

Estas personas habían estado trabajando para Aitor desde que se fundó el Grupo Lustre. ¡Nunca habían visto a este hombre sonreír!

Por otro lado, Valeria, que estaba ocupada en la cocina, ni siquiera sabía que las fotos que envió causaron tanta sensación en el Grupo Lustre. Después de estudiar varias recetas, de repente escuchó sonar el móvil.

Rápidamente tomó el móvil y vio el mensaje de Aitor.

—Todos platos.

«¡Qué codicioso!»

Valeria torció la boca, comió la salsa inglesa sola, e hizo la otra nueva por la tarde.

Por la noche, cuando Aitor regresó del trabajo, vio unos ricos platos sobre la mesa del comedor y una mujer ocupada en la cocina.

Esta escena aparentemente ordinaria hizo que Aitor encorvara involuntariamente sus labios.

—¿Has vuelto? —Valeria se dio cuenta de Aitor en ese momento y se apresuró a salir.

—Lávate las manos y come. Hay muchos platos, pedesu comer tanto como puedas. Si no puedes terminarlo, Puedo hacerte tupper y así lo puedes llevar a la empresa.

—No hace falta —Aitor se sentó

—Lo puedo terminar de todo.

Valeria no le creía. Con tantos platos no los terminarían ni cuatro personas, encima solo eran dos.

Pero los hechos demostraban que ella subestimó el apetito de Aitor. Hoy parecía tener un apetito particularmente bueno y acabó con todos los platos que ella preparó.

Valeria se quedó estupefacta. Había comido muchas veces con Aitor y no se había dado cuenta de que Aitor comía tanto.

Al día siguiente, domingo, Valeria pasó todo el día ocupada cocinando para Aitor y el fin de semana pasó volando con una brisa viendo y yendo.

El lunes, Valeria se fue a trabajar.

A Valeria le gustaba su trabajo mucho antes, pero desde que Vicente se convirtió en el editor jefe, sentía que ir a la empresa era un rompecabezas.

Cuanto más temía, más probabilidad tenía de suceder. Poco después de sentarse en la oficina, la editora Ariana se apresuró a acercarse.

—Valeria, tengo una entrevista que hacer esta tarde. Ayúdame a organizar este archivo y déjalo en la oficina del editor jefe.

Valeria lo tomó y frunció el ceño.

—Ariana, esta tarde tengo que preparar para la entrevista de mañana. ¿Puedes encargar a otra persona que se lo entregue al editor jefe?

Antes de que Ariana pudiera responder a la pregunta, Alexandra que estaba a un lado dijo de repente de una manera extraña:

—Vaya, señorita Valeria, ¿puedes dejar de hacerte la difícil? Todo el mundo sabe la relación entre tú y el editor jefe Vicente, ¿por qué sigues fingiendo?

Valeria no esperaba que Alexandra dijera esto de repente, y se quedó atónita.

Mirando a Alexandra, que entró a la empresa al mismo tiempo que ella, frunció el ceño:

—Alexandra, no digas tonterías.

—Claro, ¿estoy yo diciendo tonterías o te sientes culpable? —Alexandra miró a Valeria con desprecio

—Valeria, no pienses que todos estamos ciegos.

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