NADIE COMO TÚ romance Capítulo 162

Valeria no esperaba que él hubiera encontrado de verdad a ese hombre...

Seguro que era un hombre feo y viejo repugnante...

Valeria pensó en la experiencia de hacía dos años y su cuerpo tembló severamente.

«No…No quiero saberlo...»

Realmente no quería saber la verdad en ese momento...

—Aitor... —la voz de la mujer estaba temblando— No quiero saber quién es, no me lo digas.

—No, quiero decírtelo.

—Aitor, ... ¿ya no te gusto? —la vista de la mujer se volvió borrosa por las lágrimas.

El hombre se sorprendió y le preguntó:

—¿Por qué piensas eso?

—De lo contrario, ¿por qué estás hablando de esto en esta habitación? Me estás despreciando.

Aitor sonrió.

«¿Puede ser más linda mi Valeria?»

El hombre quería dejar de burlarse de ella, de lo contrario ella se entristecería más.

Aitor se acercó con los labios finos presionados contra el oído de Valeria y susurró:

—Valeria, el hombre que estuvo en esta habitación hace dos años fui yo, de verdad que fui yo.

¡Valeria se quedó atónita!

¡El hombre que estaba con ella aquella noche resultó ser Aitor! ¿Cómo podía ser que sucediera tal casualidad?

Ella se levantó de la cama, lo miró y dijo:

—Aitor, estás bromeando, ¿verdad? Debes haberlo encontrado. El hombre de hace dos años debía ser viejo y feo, y por miedo a que me entristeciera, has decidido decir que fuiste tú, ¿verdad?

Aitor se levantó y encendió la luz, haciendo que la habitación se iluminara instantáneamente.

Valeria dijo de nuevo:

—Eres demasiado bueno conmigo, pero quiero saber la verdad. No quiero que lleves una carga tan pesada por tu cuenta. Me da miedo que te canses de mí algún día.

Aitor levantó su barbilla y dijo:

—Tonta, ¿cómo puedo cansarme de ti? No pienses en eso, ¿te hace tan infeliz que fuese yo?

Si ese hombre fuera realmente Aitor, la chica seguramente se alegraría. Sin embargo, ella realmente no tenía ninguna impresión de ese hombre.

Aitor la miró fijamente y le dijo de nuevo:

—Valeria, escucha con atención. La noche de hace dos años, tú y yo estuvimos aquí.

Al ver su expresión, no parecía estar bromeando. Entonces ella preguntó:

—Dime, qué diablos pasó, ¿cómo pudo ser tú?

Aitor sonrió y le tocó la naricita.

Le empezó a contar lo ocurrido en aquella noche.

Después de que Aitor regresara del País M, Diego siempre lo enviaba por temor a que él ganara el amor del abuelo, lo que amenazaría su carrera profesional y su estatus en la familia.

Aunque Diego sabía que sus piernas estaban discapacitadas, tampoco podía se sentía seguro, por lo que quería probar también si todavía contaba con la capacidad de sexo para tener hijos, porque su abuelo esperaba que la familia Cabrera tuviera descendientes.

Diego buscó a muchas mujeres hermosas para que se encontrasen de manera casual, pero Aitor no se dejaba engañar ni le agradaban esas mujeres.

Entonces Diego planeó algo más.

Ese día, se celebró un banquete no muy lejos del Hotel Gran Siglo. En el banquete, Aitor y Liam habían discutido, por lo que Diego pudo aprovechar la oportunidad para drogarlo.

Liam discutió con Aitor por el asunto de Sabela, y este último también tuvo cambios en el estado de ánimo. Probablemente fue en ese momento cuando lo drogó. Para cuando bebió esa copa de vino, todo era ya demasiado tarde y el plan de Diego estaba a solo un paso de salir en adelante.

Valeria frunció el ceño cuando escuchó eso.

Sabía que Diego también era miembro de la familia Cabrera, por lo que eran familiares, ¿cómo podía tratar a Aitor de aquella manera?

No pudo evitar preguntar:

—¿Estás seguro de que fue Diego? ¿Pero él no es tu hermano mayor?

Aitor se rio, y una pizca de sarcasmo brilló en sus ojos:

—Después de lo ocurrido, busqué a alguien para que investigara a Diego. Mi conjetura era correcta. ¿Qué más da que sea mi hermano? Diana también es tu hermana, ¿no? Ante los intereses personales, los familiares también pueden convertirse en enemigos, ¿cierto?

Valeria se quedó sin habla.

No esperaba que en la lujosa familia Cabrera en realidad montara un drama terrible en el que había intrigas y trucos sucios.

Valeria se dio cuenta de que la carga de que Aitor tenía era mucho más de lo que podía imaginar. Fingir tener las piernas discapacitadas no era cómodo. Si no fuera por la firme fuerza de voluntad de este, para la gente común sería muy difícil actuar sin defectos durante tantos años.

Valeria susurró:

—Resulta que también te han drogado, esa experiencia no es algo que la gente común pueda tolerar.

Aitor no lo negó.

La chica sintió que su hombre había experimentado la misma situación que él, por lo que lo entendía perfectamente.

Ella preguntó:

—¿Qué pasó después?

Aitor sirvió dos copas de vino y le entregó una.

Luego continuó:

—Sabía que algo andaba mal conmigo mismo, así que inmediatamente llamé a Jacobo y le pedí que me llevara al hotel más cercano. Porque sabía que Diego definitivamente buscaría a una mujer coqueta para que me sedujera. Me habían drogado y, naturalmente, no me podría resistir. No podía caer en su trampa.

Después de escuchar eso, Valeria sintió que lo que había sucedido fue estremecedor y que detrás de ello había varias historias.

Aitor dijo:

—Por sorpresa, me encontré contigo, Valeria.

—¿Yo?

—Vi a un anciano sosteniendo a una mujer borracha abriendo la puerta de al lado, le di algo de dinero para que se fuera, y luego entré a esta habitación contigo. Después, nosotros...

¡La mujer se sorprendió!

Al principio, ella había estado en un estado confuso, por lo que no sabía en absoluto que habían sucedido tantas cosas.

Valeria finalmente reaccionó. Apretó el brazo de Aitor con fuerza, todavía sin poder creerlo del todo, y su voz tembló ligeramente:

—Aitor, ¿fuiste tú? Hace dos años, ¿fuiste realmente tú? Nosotros, nos conocíamos en esa vez, y ya nos acostamos... Después, encima nos casamos.

La mujer estaba muy sorprendida, porque no esperaba que la persona en ese entonces resultara ser Aitor. Pero también se sintió afortunada, ya que eso significaba que era el destino que los unió.

Aitor se rio entre dientes y dijo:

—Por fin lo entendiste.

Valeria estaba muy feliz, pero también le parecía un poco irreal.

El hombre de hacía dos años estaba sentado frente a ella en ese momento, y era Aitor, su esposo, a quien amaba tanto.

Ella todavía estaba aturdida y dijo:

—Entonces, no me han tocado otros hombres, solo tú…

Ella se sonrojó, lo miró y no continuó.

—¿Yo qué? —Aitor besó el cuello de Valeria y se deslizó lentamente hacia abajo—. De esta manera, lo que pasó hace dos años, ya no es una pesadilla, ¿verdad?

La comisura de los labios de la mujer se curvó en una sonrisa.

Él le quitó la última ropa, inclinó la cabeza y la besó.

Valeria lo aceptó obedientemente.

«Qué bien.»

El nudo de su corazón que tenía desde hacía dos años finalmente se deshizo.

Resulta que ese momento fue el comienzo de su encuentro con Aitor como destino.

Valeria no pudo evitar sentirse excitada y ser tierna.

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