NADIE COMO TÚ romance Capítulo 131

¡En el pecho de Aitor había una enorme ira que estaba por estallar!

Levantó la mano, miró a Diana y preguntó:

—¿Cuál es tu propósito de enseñarme la foto?

Diana estaba asustada por la ira de Aitor, no esperaba que se pusiera tan enojado.

Diana le replicó:

—Aitor, ¿estás ciego? ¿No has visto la aventura de Valeria y Vicente? ¡La Valeria que amas tanto no te ama a ti, sino a mi prometido, su ex novio! Solo quiero que conozcas la verdadera faceta de esta mujer, no te dejes engañar por su apariencia inocente, ¡he venido con buena intención!

—¿Buena intención? —Aitor se burló, su voz era fría, sin una pizca de temperatura—. Entonces, lárgate con tu buena intención.

El rostro de Diana se quedó pálido. Esto no era lo que Diana quería lograr.

«¿Por qué este Aitor me echa toda la ira a mí?»

Le mostró la foto para enfurecer a Aitor, así abandonaría a Valeria, la torturaría y la destruiría. ¿Por qué en lugar de todo eso la amenazó?

Este Aitor estaba realmente enamorado y obsesionado con Valeria, ¡ni siquiera juzgaba el bien del mal!

Diana también se emocionó y dijo:

—¿Quieres que me largue? Valeria te ha puesto los cuernos, ¿no te importa en absoluto? ¡¿Y te consideras un hombre o qué?!

Diana continuó:

—Aitor, sé que debes estar muy enojado por dentro, también estaba muy enojada cuando vi la foto, ¡tanto que me gustaría darle una paliza a Valeria! Es tu esposa, pero aún se lía con mi novio. ¡Lo que está haciendo es la pura traición!

Aitor miró a Diana, entonces el último rastro de paciencia que le quedaba desapareció por completo.

Por supuesto que estaba muy enojado. Sin embargo, ¡eso no quería decir que Diana podía decirle lo que debería hacer!

Si no tuviera en cuenta a que Diana era la hermana de Valeria, la trataría sin ninguna cortesía, ¡no le dejaría ir de arrogante delante de él!

Aitor no quería perder más tiempo con ella, solo habló en voz baja y había un rastro de peligro en su tono:

—Diana, no tienes turno de palabra en mis asuntos con Valeria. Te lo advierto por última vez, si vuelves a molestar a Valeria, morirás de las peores formas.

Diana se armó de valor y dijo:

—¡Solo estoy protegiendo mi matrimonio y a mi prometido! Si Valeria se atreve a ligar con Vicente de nuevo, ¡no la dejaré en paz!

Después de decir eso, Diana finalmente se asustó un poco al ver la ira en los ojos de Aitor, luego rápidamente dijo:

—Olvídalo. He dicho todo lo que tengo que decir. Que seáis felices. Adiós.

Al ver que no sacaba nada en esta visita, Diana solo pudo irse.

Cuando estaba en la puerta de la oficina, de repente se detuvo y susurró la última frase:

—¿Crees que Valeria te quiere de verdad?

Diana salió de la oficina, pero Aitor no pudo calmar los altibajos que sentía.

Empujó su silla de ruedas hacia la ventana y miró las calles de afuera. Fuera de las ventanas francesas había una escena animada: hombres y mujeres iban y venían, todos parecían ocupados. El hecho de encontrarse entre la multitud era parte del destino. Pero ese encuentro no se limitaba en una persona, sino en millones.

«¿Crees que Valeria te quiere de verdad?», la interrogación de Diana hizo pensar a Aitor durante un buen rato.

Ni siquiera pudo dar una respuesta afirmativa o segura. Nunca se había sentido tan inseguro por nada, pero Valeria le dio tal sensación de inseguridad.

Por la noche, Aitor regresó a casa y vio a Valeria ordenando el armario del dormitorio.

Extendió toda su ropa sobre la cama, agrupándola en categorías una por una.

Valeria vio que Aitor regresaba y dijo:

—¿Has vuelto?

Aitor notó que Valeria tenía una pinta preocupada, estaba un poco distraída al hablar y no había sonrisa en su rostro.

Aitor se tensó.

Por su lado, Valeria realmente estaba preocupada.

El trauma de haber sido besada a la fuerza no se había disipado. A veces la gente quería aliviar la tensión y la ansiedad ordenando el armario o limpiando la casa.

Se preguntaba si debería decirle a Aitor que Vicente la había besado a la fuerza.

«Pero ¿y si después de contárselo se pone enojado y no me hace más caso? ¿Qué hago yo entonces?»

Aitor tenía al tema de Vicente como un tema tabú, porque los hombres también eran quisquillosos. Lo del incendio de la otra vez hizo que Aitor se enojara varios días. Esta vez Vicente la besó a la fuerza, ¿la perdonaría fácilmente? No le gustaba que Aitor se enojara, quería que sonriera feliz todos los días.

Valeria pensó en el problema en su mundo, sin darse cuenta de que la cara de Aitor se estaba volviendo descontenta.

En ese momento, Aitor se levantó lentamente de la silla de ruedas, caminó hacia adelante y de repente presionó a Valeria para preguntarle:

—Valeria, ¿No tienes nada que decirme?

—No...

Valeria se puso aún más asustada ahora.

«¿Aitor ya lo sabe? ¿Cómo se enteró? ¿Se lo dijo Vicente?».

Aitor frunció el ceño y le preguntó con ojos profundos:

—¿De verdad que no?

—En realidad, sí… —Valeria vaciló—. Pero ¿ya sabes algo?

A Aitor se le hizo un nudo en la garganta y no sabía qué responder durante un rato. No era capaz de decirlo.

Valeria pensó que, si Aitor le había hecho esa pregunta, independientemente de si ya se había enterado, debería contárselo todo y demostrarle que la besó a la fuerza. Después de todo, estaban casados y deberían ser sinceros mutuamente.

Valeria tomó la decisión y le dijo a su esposo:

—Aitor, tengo algo que contarte, anoche en la revista...

Antes de que Valeria pudiera seguir hablando, la boca de Aitor cayó pesadamente sobre ella, bloqueando todas sus palabras.

Su beso fue muy dominante.

En el momento en que Valeria habló, Aitor descubrió que no quería que el nombre de Vicente saliera de la boquita de Valeria. Ya no quería escuchar ese nombre y quería eliminar a Vicente de la cabeza de Valeria.

¡Solo el nombre de Aitor podía pasar por su cabeza!

Valeria fue invadida por el beso de Aitor, poco a poco se le ablandaba el corazón como el algodón suave.

Estaba acostada en la cama, dejando que Aitor le diera todo su cariño, su cuerpo perdía las fuerzas gradualmente estando envuelta por la gentileza del hombre.

El beso del hombre fue dominante y fuerte. Valeria estaba completamente sumergida en el placer que le daba, le gustaba que le besara los labios, porque le hacía sentir que ese roce entre los dos estaba dando como fruto a chispas del amor.

Los dos se besaron apasionadamente. Valeria podía sentir que el corazón de Aitor latía cada vez más rápido. Estaba lista para entregarse a él. Este último le quitó la camisa para revelar la piel delicada y tersa.

Justo cuando los dos no podían controlar más el deseo que les invadía, sonó el teléfono de Valeria.

El teléfono estaba en la cama, encima de la cabeza de Valeria. Aitor echó una mirada, ¡resultó que era una llamada de Vicente!

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