NADIE COMO TÚ romance Capítulo 129

Valeria hacía horas extras por la noche, cuando todos en la oficina se iban uno tras otro, Lola le dijo que no se quedara hasta muy tarde.

Aitor estaba en una reunión esta noche, por eso no estaba en casa.

Estaba oscureciendo, Valeria estaba a punto de irse después de haber ordenado su escritorio y apagado las luces de la oficina, pero Vicente de repente entró a trompicones y la asustó. Esta podía percatarse de un fuerte olor a alcohol.

Valeria se adelantó apresuradamente para sujetar a Vicente y le preguntó sorprendida:

—¿Bebiste? ¿Por qué bebiste tanto? ¿Qué haces viniendo a la empresa a estas horas? Déjame llevarte de vuelta.

Vicente abrió sus ojos apagados y miró más de cerca. Era la Valeria que extrañaba tanto. Se puso feliz y se rio.

—Valeria, de verdad eres tú, ja, ja, sabía que aún estabas aquí.

Valeria no sabía cuánto había bebido Vicente para que ni siquiera pudiera hablar bien.

—Vicente, ¿me buscas por algo? Es tarde, hablemos mañana.

Valeria pensaba que era mejor irse de aquí. Sin embargo, no se quedaba tranquila sabiendo que estaba tan borracho.

Vicente se rio y dijo:

—¿Me estás evitando? Sí, bebí mucho. Sé que no te gusta que beba tanto. Solías decir que no toleraba el alcohol. Ja, ja, ¿ves? Recuerdo todo lo que pasó entre nosotros.

Valeria suspiró y dijo:

—¿Para qué mencionar el pasado? Ahora cada uno tenemos nuestras propias vidas, ¿no es bueno eso?

—¿Bueno? ¿Has dicho bueno?

Vicente sonrió amargamente y replicó:

—¿Qué sentido tiene mi vida sin ti?

—Vicente, no puedes decir eso... —Valeria sintió un poco de lástima por Vicente.

No esperaba que Vicente la agarrara de repente por los hombros y le gritara como un loco:

—Valeria, ¡¿por qué no puedes quererme más?! Aunque es un hecho que no confié en ti, ¿de verdad no sientes nada más por mí?

Valeria hizo una pausa, sintiéndose impactada.

—Valeria, sé que aún me quieres, dejamos lo pasado estar en el pasado, ¿vale? Estaba equivocado, soy un cabrón.

—Vicente, deja de decir tonterías, vamos, te llevaré de vuelta. Descansa bien por la noche y mañana se te pasará la borrachera.

Vicente dio un paso adelante y abrazó a Valeria con todas sus fuerzas.

—¡Vicente, suéltame, estás borracho!

Valeria trató de luchar, pero Vicente la abrazó con más fuerza, casi ni podía respirar.

Vicente abrazó a Valeria de manera dominante y le gritó llorando:

—¡Solo estando borracho puedo abrazarte como en el pasado! Valeria, nunca te he olvidado, sea en el pasado o en el presente. Valeria, no me dejes, perdona lo que hice, no me dejes por favor...

Por un momento, Valeria admitió sentir misericordia por él. Después de todo, Vicente era parte de su pasado. Los dos tuvieron los mejores años y el mejor amor juntos.

Sin embargo, todo había cambiado. Conoció a Aitor, y él...

Valeria pensó en Diana, aprovechó para apartar a Aitor y le dijo:

—Vicente, todavía tienes Diana, ¿no te vas a casar pronto? Se nota que ella te quiere mucho, tendréis una vida feliz.

Vicente se alteró más cuando mencionó a Diana. Parecía muy disgustado.

Gritó:

—¡No menciones a Diana! ¿Sabes por qué quiero casarme con ella? Es porque os parecéis, quería usarla para vengarme de ti, de hecho, no siento nada por ella, solo te quiero a ti. Valeria, de verdad me arrepiento mucho, ¡pero te odiaba tanto en ese entonces porque te amo! ¡Te amo, Valeria!

Valeria se sorprendió al escuchar la confesión de amor de Vicente. Su mirada era tan sincera y cálida como antes.

Había estado ocultando su amor porque tenía miedo de que ella fuera una mala mujer, por eso no creía en ella.

Cuando la salvó del incendio arriesgando su vida, en ese momento Valeria sintió por un momento que el Vicente de hacía dos años había regresado.

—Valeria, eres mía, eres mía... Me gustaría volver al campus universitario, volvamos juntos, ¿vale? Volvamos al campus... ¡Somos la pareja perfecta!

La mirada que le dirigía Vicente a Valeria fue un poco explícita, llena de un deseo apasionante.

Vicente sentía que Valeria era hermosa esta noche, se quedó un poco fascinado mirándola.

En este momento, solo estaban ellos dos solos en la oficina. Era tarde en la noche afuera y había luces brillando afuera de las ventanas. Era el momento perfecto para hacer algunas cosas íntimas. Estando en un ambiente así, era inevitable sentir algún deseo.

Todo el mundo había tenido una juventud hermosa. No importaba si las huellas de la juventud eran de dolor o felicidad, después de muchos años, estas se habían convertido en los poemas más bellos y memorables de la vida.

En ese entonces, Valeria y Vicente caminando juntos era un paisaje hermoso del campus universitario. Él la llevaba en bicicleta a la universidad, comían juntos en la cafetería, veían películas juntos y hacían trabajos voluntarios juntos, como si fueran inseparables. Parecía que estaban destinados a estar juntos y no separarse nunca.

Las sonrisas de los dos se detuvieron en un instante de hacía dos años, luego todo se volvió como una pesadilla. La indiferencia y determinación de Vicente en ese entonces se había convertido en una cicatriz en el corazón de Valeria, una cicatriz que nunca desaparecería.

Valeria le dijo:

—Vicente, todos somos adultos, el pasado ya está pasado, el tiempo no puede regresar al pasado, lo de nosotros ya se va como todo se va, como agua del río hacia el mar.

—No, Valeria, no, no seas tan cruel... —Vicente se acercó a ella de nuevo paso a paso.

—Dame otra oportunidad, te amaré mucho, te protegeré bien, lo que Aitor no te puede dar, ¡yo te lo puedo dar!

Valeria se vio obligada a retroceder hasta la esquina, un poco asustada, dijo:

—Vicente, no te acerques más, bebiste demasiado, no te lo tendré en cuenta, pero no te acerques más. Me he enamorado de Aitor. ¡Lo siento, Vicente!

¡Se enamoró de otra persona! ¡Ella le dijo en persona que amaba a Aitor!

Vicente se vino abajo por completo porque ella no aceptó sus ruegos.

Tal vez aprovechándose de la borrachera o quizá porque Vicente no estaba convencido, abrazó con fuerza a Valeria. ¡Tan fuertemente que la dejaba inmóvil!

—Vicente, para, Vi...

¡Antes de que pudiera decir nada, los labios de Valeria fue bloqueados por la boca de Vicente!

¡La besó a la fuerza! ¡Besó con fiereza sus labios y su cara! A pesar de las súplicas y las resistencias de Valeria, el hombre no dejaba de besarla, ¡quien deseaba que este momento no terminara nunca!

Después de haber reprimido el anhelo durante mucho tiempo, Vicente no iba a soltarla con facilidad, ¡quería hacer todo lo posible para recuperarla!

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: NADIE COMO TÚ