Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 76

Una semana después, Doria se instaló por completo.

Esa era una ciudad pequeña, no era comparable con la prosperidad, riqueza y las luces brillantes que tenía la Ciudad Sur. Pero como no había sido urbanizada, aún conservaba un gusto único con paisajes de puentes y ríos. La gente del barrio también la cuidaban mucho, definitivamente era un lugar muy apto para vivir.

Cuando llamó a Claudia, esta última se sorprendió y no entendía por qué se fue de repente.

Ya después del divorcio, Doria había querido vivir en un lugar donde nadie la conocía, pero se había retrasado varias veces por un montón de asuntos. Si Édgar no le había dado una razón para escapar esa vez, era posible que aún no se había decidido.

Ese lugar era muy agradable, el aire era fresco y el sol estaba a gusto. Además, todos eran afectuosos y amables.

También se comunicó bien con David, si hubiera algún problema en el trabajo, lo resolvería a través de llamadas. Por suerte, básicamente solo tenía que aportar el diseño y directamente enviarles los archivos electrónicos.

No obstante, Doria no sabía cuánto tiempo duraría ese ocio y esa tranquilidad. En su mente sabía muy bien que para Édgar era fácil encontrarla.

Él no la buscó para tratarla con crueldad, tal vez el último rastro de bondad en su corazón despertó su conciencia.

A Doria le gustaba sentarse en el banco junto al río todas las tardes. Esperaba hasta que los últimos rayos del atardecer desapareciesen y luego caminaba de regreso lentamente.

Su casera era una señora mayor con un temperamento extraño. Parecía tener sólo 40 o 50 años, pero siempre se vestía como si tuviera 70 u 80. Ella hablaba con frialdad, no le gustaba reír y tampoco le gustaba el baile de plaza. Se podía decir que no le gustaba las actividades que le gustaban las personas de mediana edad o anciana. Pero leía un periódico financiero todos los días.

Aunque Doria tenía un poco de curiosidad, nunca se lo preguntó. La casera vivía en el primer piso y ella vivía en el segundo piso, se podía decir que no se molestaban entre sí.

Después de regresar, Doria gritó hacia el interior de la casa, -Roxana Mohammad, compré un ramo de flores, ¿tenemos un jarrón para ponerlo?-

Una voz femenina despreocupada vino de la casa, -Búscalo tú misma en el patio.-

En el pequeño patio había un montón de botellitas y frascos. Doria encontró uno justo para poner las flores. Después de regarlas, Roxana salió con la bandeja, -Tu comida está dentro. Cógelo tú misma.-

Doria sonrió y dijo, -Gracias.-

Aunque al momento de firmar el contrato se dijo que cada una viviría su propia vida, Roxana cocinaba una porción para ella todos los días.

Sentada en la mesa del comedor, Doria se humedeció los labios y elogió con sinceridad, -Roxana, tu comida está deliciosa.-

Roxana la miró, -Eres la primera persona en decir que cocino comida deliciosa.-

-¿Eh? Pero realmente creo que está deliciosa.- Doria tomó un sorbo de la sopa de pescado, -Si alguien dice que tu comida no está deliciosa, yo soy la primera en estar en desacuerdo.-

Roxana sonrió en silencio, -Mi hijo dijo que preferiría comer cualquier cosa antes que comer lo que yo cocinaba. Por eso no esperaba que me dieras una calificación tan alta.-

Doria no supo qué responder.

Ese tono era realmente provocante.

Doria preguntó de paso, -¿Tu hijo vuelve a menudo?-

Roxana hizo una pausa mientras estaba comiendo y al cabo de un rato dijo, -No lo he visto en muchos años.-

-Entonces seguro que tu habilidad culinaria ha mejorado mucho después de tantos años. Si tu hijo vuelve a comer tu comida, definitivamente no podrá decir tal cosa.-

Roxana se rio de sí misma, -Olvídalo, de su boca no puede salir palabras bonitas. Ahora mismo me estará odiando, es imposible que quiera comer la comida que prepare.-

Doria negó levemente con la cabeza, -No pienses así, no hay un odio profundo entre madre e hijo. Aunque haya algún malentendido, se solucionará con una charla.-

Ahora que estaba embarazada, Doria cada vez más podía comprender el sentimiento de ser madre. No había madre en el mundo que no quisiera que su hijo tuviera una buena vida, incluso estarían dispuestas a darlo todo a cambio de eso.

Roxana dijo, -¿Cómo lo sabes?-

-Simplemente lo sé.-

-Entonces, ¿por qué te escapaste de casa? ¿No te peleaste con tus padres?-

Ahora, le tocaba a Doria hacer una pausa por unos segundos.

Roxana apartó la mirada, -Solo pregunté por preguntar, si no quieres decirlo, olvídalo.-

Doria sonrió levemente, -No me peleé con mis padres. Mi madre murió de distocia cuando dio a luz a mi hermano menor. Yo solo tenía tres o cuatro años en ese momento. Ahora mismo incluso ya he olvidado su apariencia. Esta vez no me escapé de casa. Solo quería vivir en un nuevo entorno.-

Roxana le puso otra sopa de pescado, -Está bien, no quiero saber de tus asuntos liosos, come.-

Por la noche, Doria estaba acostada en la cama mirando la brillante luz de la luna que había fuera de la ventana, no podía conciliar el sueño.

De repente descubrió que se había olvidado de algo muy importante.

Doria sacó del cajón la tarjeta SIM de antes y vaciló un buen rato antes de marcar un número.

El teléfono sólo se conectó cuando sonó casi hasta el final, su voz era muy suave, -Gerente Édgar, soy yo.-

-Dime.-

La voz del hombre era un poco ronca y somnolienta, obviamente se despertó mientras dormía.

Doria agarró la colcha, se preparó para aguantar la burla que le soltaría el otro y tentativamente dijo, -Gerente Édgar, sé que rompí el acuerdo entre nosotros, pero de verdad prometo que nunca volveré a aparecer delante de ti. Pero en cuanto a lo de mi hermano, quiero rogarte...-

-¿Rogarme qué?-

Doria apretó los dientes y dijo, -Sé que esta petición es muy descarada, pero creo que el gerente Édgar accedería.-

Al otro lado del teléfono, Édgar se burló, -¿Cómo podrías decir algo como esto si sabes que eres una descarada?-

-Me has malentendido en el concurso de diseñadores de hace tres años. Sabía que estabas arrepentido después de saber la verdad. Por eso está lo de que el Grupo Santángel quiere apoyar a los diseñadores de la editorial de joyería SG. No quiero esta oportunidad. Si realmente quieres hacer algo, entonces…-

Édgar la interrumpió, -¿No lo rechazaste hace mucho tiempo?-

Doria dijo mentiras como si nada, -En ese momento, no conocía tus buenas intenciones, pero ahora me acabo de dar cuenta, espero que no se lo tengas en cuenta a un tipo como yo.-

Édgar se quedó un rato en silencio antes de decir, -Tu evaluación de ti misma es correcta, realmente eres bastante descarada.-

Doria frunció los labios y no refutó, -¿Entonces me lo tomo como si has accedido?-

Édgar dijo a la ligera, -Puedes tomarlo así, pero yo también puedo optar por no acceder.-

Doria se quedó sin habla.

¿Ese cabrón no podía decir cosas que un humano debería decir?

Pronto, Édgar volvió a decir, -Doria, si te atreves a llamarme en medio de la noche la próxima vez, en esta vida no vas a conseguir que acceda a ninguna de tus peticiones.-

Ella rápidamente dijo, -Lo siento, me equivoqué.-

-¿Tienes algo más que decir?-

Doria miró por la ventana y dijo después de unos segundos, -Nada más, gerente Édgar, adiós y dulces sueños.-

Antes de colgar el teléfono, llegó la voz de Édgar, -¿Esta vez no me vas a desear que me quede sin descendencia?-

Doria no supo qué responder.

Al parecer el cabrón era rencoroso.

Ella sonrió, -Qué dices, gerente Édgar, ¿cómo podría desear que te quedes sin descendencia? Claro que te bendeciré por tener una larga vida con muchos hijos y nietos, hasta el punto de poder reuniros las cinco generaciones juntas...-

Édgar directamente colgó su teléfono.

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