Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 134

Después de la cena, Doria iba a regresar a su habitación. Israel le dijo, -Doria, acompáñame al jardín a dar un paseo.

Doria hizo una pausa y luego asintió, -Bueno.

En ese momento, no estaba completamente oscuro el cielo, sino era cubierto por el color gris. Se juntaban las nubes negras y se quedaba asfixiante el aire. Debería haber fuertes lluvias por la noche.

Justo cuando ella miraba a lo lejos, sonó la voz de Israel, -No estás acostumbrada a vivir aquí, ¿verdad?

Doria recuperó la mirada, frunciendo los labios sin negarlo.

Israel continuó, -Mi padre es un hombre testarudo. Me costará tiempo convencerlo. Doria, será un periodo difícil para ti.

Doria dijo silenciosamente, -Gracias por tenerme en consideración.

-De nada. Entiendo la sensación de estar atrapado en un lugar y no poder salir -Israel miró al cielo oscuro-, pero no tienes que preocuparte demasiado. Édgar no te abandonará.

-No se preocupará por mí.

Édgar había dicho que tendría que soportar las consecuencias una vez que la familia Santángel se enterase de que estaba embarazada.

De hecho, tenía razón. Ella era la que insistía en dar a luz al bebé. No tenía nada que ver con él.

Israel negó con la cabeza sonriendo levemente. Le dijo lentamente, -El genio suyo aparece y desaparece rápidamente a menudo. También necesita tiempo para arreglar otras cosas según esta situación. Dale un poco tiempo.

Doria lo miró a Israel y de repente sintió pena por él.

Israel era demasiado amable, fuera su temperamento, su carácter o su conversación, que era casi impecable.

Si no hubiese tenido un accidente de tráfico, habría sido un hombre prometedor con un futuro brillante.

A decir verdad, aunque Israel solo pudiese vivir la vida en la silla de ruedas, todavía había muchas chicas que lo querían. A pesar de eso, parecía que no le daba interés.

Después de un rato, Doria dijo, -Señor Israel, va a llover. Volvamos.

Israel asintió, -Bien.

***

Acostada en la cama, mirando el entorno completamente desconocido, Doria no podía conciliar el sueño.

Llegó la lluvia torrencial según lo programado. Las gotas de lluvia golpeaban contra las ventanas, sordas y densas como tambores. Se sentía extremadamente ruidoso en la habitación silenciosa.

Lo más incómodo fue que Doria descubrió que tenía hambre.

Eso era realmente terrible.

Levantó la colcha y se sentó, fijando la mirada en la ventana oscura y opaca.

Sin embargo, no pudo detener la protesta del bebé en el vientre.

En cuanto Doria estaba dudando y luchando por escabullirse abajo a fin de encontrar algo para comer, brilló fuera de la ventana una luz blanca que le hizo no poder abrir los ojos al instante.

“¿Quién viene por la noche avanzada de gran lluvia?” ella se preguntó.

De acuerdo con ella, había salido nadie de la familia Santángel.

Después de la interrupción, Doria desistió de bajar para buscar algo de comer. “Olvídalo. Espera al día.” pensó.

Decidió preguntar la cocina el día siguiente si pudiese darle algunos piscolabis y fruta.

Doria tiró de la colcha para cubrir la cabeza y se frotó el estómago nuevamente, tratando de tranquilizar el bebé.

Pasando un momento, Doria escuchó unos pasos que venían del pasillo, pero parecieron detenerse a su puerta.

Doria estaba atónita. Por alguna razón, tuvo el presentimiento de repente de que el que venía sería...

Se levantó apresuradamente, acudió a la puerta con las zapatillas y la abrió con rapidez.

Sin embargo, cuando vio a la persona afuera, desaparecieron poco a poco la esperanza y la luz en su corazón.

Briana la miró y sonrió levemente, -Señorita Doria.

Doria dijo tras un poco de silencio. -¿Por qué vienes aquí tan tarde, Señorita Briana?

Briana elevó la caja de almuerzo termal en su mano, -Pienso que estás embarazada, que debes tener hambre fácilmente, pero aquí no es conveniente para ti. Así que te traigo algo de comer.

Doria frunció los labios sin recogerla.

Briana le explicó, -Me quedaba al lado de Iris cuando estaba embarazada, así que entiendo un poco de estas cosas.

-Gracias por su amabilidad, Señorita Briana. No hace falta.

Pareció ser consciente de sus pensamientos, Briana le dijo, -Señorita Doria, lo que dije hoy no significa que arrebataré a tu hijo, es que en ese caso, solo puedo decir eso para que Saúl se sienta aliviado. Cuando nazca, no interferiré en vuestra decisión si pertenece a ti o a Édgar.

Doria le respondió, -Señorita Briana, no entiendes lo que quiero decir.

Briana estaba un poco sorprendida, -¿No?

-De todos modos, soy la ex-esposa de Édgar. Para ti, también fui la culpable de que robó a tu amado hombre. No necesita ser tan amable conmigo.

Al escucharlo, Briana sonrió, -Señorita Doria, he dicho que solo creo en ti a quien conozco. Somos amigas. Debemos ayudarnos mutuamente, ¿no?

Doria entrecerró los labios y no le dijo nada.

Si hubiese una persona a quien ella tenía más miedo de deber el favor en el mundo, sería Briana.

Briana le tomó la mano y le metió la caja, -Tómala. No defraudes mi visita.

Briana volvió a decirle, -Si te aburres aquí, también puedes llamarme. Te voy a acompañar. O puedes decirme lo que quieras. Te lo traeré. Ya he visitado a la familia de Santángel de vez en cuando. No van a decir nada los miembros mayores.

-Señorita Briana...

-No necesitas agradecerme. Todo esto es por mi propia voluntad -dijo Briana sonriéndole antes de irse.

Doria la tomó, exhaló y regresó al cuarto.

Se sentó en el sofá y pensó un rato. Luego la abrió. Cuando notó el contenido, se sintió un poco perdida.

***

Después de subirse al coche, Briana miró al hombre a su lado, -He visitado a la señorita Doria. Debe estar bien.

La cara de Édgar estaba fría y lúgubre, -¿Qué tiene que ver conmigo si le pasa algo a ella?"

Briana dijo, -Édgar, de hecho, todavía le prestas atención a ella. De lo contrario, ¿por qué te preocupas de que tenga hambre por la noche y la enviarás especialmente...

Afortunadamente, ella fue a buscarlo por la noche. Si no, sería Édgar el que entregaría la caja a Doria.

Édgar la interrumpió a la ligera, -Se la traigo por otros.

Briana no le preguntó por quién se la trajo, pero imaginaba que no obtendría ninguna respuesta que la hiciese contenta.

Media hora después, el Rolls-Royce negro se detuvo en la puerta de la casa de Collazo.

Briana extendió la mano hacia la puerta, pero tras unos segundos, se dio la vuelta de nuevo, -Édgar, ¿vas a entrar para visitar a mi padre?

La voz de Édgarno era ni fría ni ligera, -Ya es muy tarde. Tu padre deberá haber descansado.

Briana se dio cuenta de que se estaba negando. Le dijo con una sonrisa, -Bueno. Ya que nos vamos a casar pronto, nos quedarán muchas oportunidades en el futuro.

Tan pronto como Briana se bajó, se le acercó con un paraguas el sirviente que esperaba en la puerta.

Édgar dijo, -Arranca. Nos vamos.

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