Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 1231

No consiguieron divorciarse porque, en ese momento, Neria Arce se dio cuenta de repente de que, por obligación o por otra cosa, ya no podía permitirse marcharse.

Es más, aunque se fuera, no tenía adónde ir.

Desde la última visita de Nemecia a La Familia Valerio, no había tenido ningún contacto con La Familia Arce.

No hace falta pensar que Nemecia debió volver a destrozar todas sus cosas.

Pero no importaba, de todas formas allí no había nada que le importara.

De lo que Neria no se daba cuenta era de que el acuerdo de divorcio parecía haber hecho entrar en razón a Abraham Valerio, que en lugar de encerrarse todos los días en su estudio y revolcarse en su dolor, volvía a asumir sus responsabilidades.

Nadie volvió a mencionar aquel beso.

Fue como si nunca hubiera ocurrido.

Sin embargo, Neria, que se quedó atrás, quiso luchar por sí misma por una vez.

Esta vez, no se quedó callada como la Sra. Abraham nominal.

En lugar de eso, en mitad de la noche, por primera vez, cruzó la línea de la comida y se inclinó al lado de Abraham.

La voz de Neria era suave cuando le sintió hacer una pausa:

—Abraham, ¿has pensado alguna vez en empezar de nuevo?

—¿Qué es empezar de nuevo?

—Se trata de olvidar el pasado, no sólo de hablar de él, sino de abrir el corazón y dejar entrar a otra persona.

Abraham no dijo nada. Neria continuó:

—Sé que no puedes olvidar a la señora Doria, así son las relaciones, una vez que las pierdes, te pasas la vida lamentándote, pero la señora Doria está viviendo una vida feliz ahora, tanto para ella como para ti, esa relación es algo que hay que apreciar el resto de la vida, pero una vida es muy larga, ¿vas a vivir todos los días de la nostalgia del pasado?

Abraham se quedó callado largo rato antes de decir:

—¿Y tú?

—¿Yo?

—Dijiste una vez que tenías un favorito.

—Creí haber dicho que ni siquiera recordaba cómo era, pero en realidad era mi compañero de pupitre en la primaria, solía darme la leche y las galletas y chocolates que su mamá le traía todos los días, lo amé en la primaria y no pude olvidarlo hasta que me gradué.

Abraham se quedó callado y Neria no supo qué más decir, así que pensó un momento antes de decir:

—Abraham, no soy tan buena para resistir el estrés. Si no te divorcias de mí ahora, quizá dentro de tres años me gustes aún más y no quiera marcharme.

Pasó mucho tiempo en el silencio de la noche antes de que sonara la voz de Abraham:

—Si no te vas, no te vas.

—Entonces, ¿intentarás poco a poco caerme bien? Sé que no puedo quitarte el lugar de Lady Doria en tu corazón, pero yo también quiero un lugar en el tuyo.

Esta vez Neria no esperó la respuesta de Abraham hasta quedarse dormida.

Pero no se desanimó; era sólo el comienzo, y había muchas oportunidades por venir.

Al fin y al cabo, seguían siendo una pareja que dormía en la misma cama.

Una vez que Neria tuvo eso en mente, pasó a la ofensiva con Abraham.

Le llevaba la comida a la oficina todos los días, se acercaba inconscientemente a él por la noche cuando dormía y hablaba abiertamente de su afecto por él.

Pero no sé si era tan agresiva como para que Abraham no viniera a casa durante días y días, y ella fuera varias veces a la oficina a esperarle.

En vez de esperar a Abraham, esperó a Iris Valerio, la hermana de Abraham.

Fue a la habitación de su madre a recoger sus cosas.

Neria dudó en seguirla:

—Iris, ¿pasa algo con la compañía de Abraham? Él…

—¿Cómo te atreves a preguntarme? Debería haber sabido que no estaba de acuerdo con que se casara con una desgraciada como tú —Iris se mofó, —Vuelve y pregúntale a ese simpático padre tuyo qué ha hecho.

Neria se quedó inmóvil.

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