Mi Esposa Astuta romance Capítulo 55

—¡Ten cuidado, Lorenzo!

Lorenzo cerró la puerta con llave.

Silencio total.

Camila tenía la cara roja y las mejillas calientes.

—Bájame rápido...

A Camila le entró el pánico. Aunque fuera delgada y esbelta, no era una niña. ¿Cómo podía llevarla al hombro?

La abuela Sra. Cambeiro, el ama de llaves y los sirvientes estaban mirando y riendo.

—Por favor. Mientras sea feliz, te bajaré.

Lorenzo se rió y miró a Camila.

—He comprado algo para ti. Deja que te lo traiga.

Camila golpeó suavemente a Lorenzo en el hombro.

—¿Lo has comprado para mí?

Lorenzo sonrió. Estaba de buen humor.

—Suéltame y te lo daré.

Lorenzo la bajó. Rápidamente fue a buscar el regalo.

Lorenzo se quitó el abrigo y lo puso en el sofá. Se sentó y, naturalmente, se apoyó en el sofá.

Camila llevaba un vestido amarillo, con su hermoso pelo recogido de forma informal.

Su hermoso rostro se puso rojo en un instante. Lorenzo parecía ahora agresivo.

—Este es el regalo para ti.

Camila se acercó a Lorenzo y le entregó la caja de regalo.

Lorenzo lo abrió con cuidado. Había una corbata y un cinturón. Le gustaron mucho.

La atrajo hacia sus brazos. Ella cayó y se sentó sobre sus piernas.

Lorenzo abrazó fuertemente a Camila por detrás. Su cuerpo se puso rígido al instante.

—¿Quieres atarme para toda la vida haciendo un regalo así, eh?

Dijo Lorenzo en voz baja y ronca.

—¿Por qué no me atas ahora?

El corazón de Camila latía con fuerza y su mente se quedó en blanco.

Lorenzo abrió lentamente la hebilla de su cinturón.

—Puedes atarme ahora. Tómate tu tiempo. No tenemos prisa...

Camila se sonrojó.

—Sólo coqueteo contigo. No puedo evitar hacerlo.

—Baja la cabeza.

Camila cambió rápidamente de tema, cogió la corbata y le ayudó a abrocharla.

—Está tan apretado que debería pedirle a otro que lo haga por mí.

Lorenzo se rió.

—No lo harás.

—Soy el único que está cualificado para estar cerca de ti.

—Si tú lo dices.

Llevó a Camila en brazos y la puso suavemente en la cama.

—¿Por qué eres tan obediente a ti?

Camila levantó lentamente los brazos y se abrazó al cuello de Lorenzo. Su voz era suave y dulce.

Lorenzo se quitó la horquilla del pelo. Camila parecía un hada.

—¿No te gusta? —pregunta Lorenzo con suavidad.

—Yo... no lo sé —Camila era tímida.

—Yo te cuidaré, mi amor —Entonces Lorenzo descubrió que Camila tenía algo en la mano.

—¿Qué es?

—Me lo dio la abuela. Es la herencia de la familia Cambeiro.

—Bonito.

Lorenzo se quedó mirando la reliquia familiar y susurró.

—Lo apreciaré.

Camila lo guardó.

Entonces tuvieron una noche maravillosa.

Al día siguiente.

—¿Quién es?

El tono de llamada despertó a Camila. Frunció ligeramente el ceño y contestó al teléfono.

—Parece que has estado viviendo una buena vida. Hace mucho tiempo que no te veo.

—Leila, por fin has aparecido.

—Te echo mucho de menos —susurró Leila. Parecía que estaba de buen humor.

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