Mi Esposa Astuta romance Capítulo 499

Fuera del estudio, Ismael se creía suficientemente sincero en esta relación, pensando que había hecho todo lo que tenía que hacer para ella.

«¿Qué es lo que no merezco de ella?»

Diez años atrás, ella le había tendido una trampa a uno de los más respetados de Ismael, Ignacio, para intentar forzarlo en la cama, pero fracasó al final. Ahora, ella se arriesgó a toda costa para cambiar las tornas y fue a por Ignacio de nuevo.

Durante los últimos diez años, Ismael la había estado guardando a ella. Preocupado de que los negocios no le fueran bien a ella en el extranjero, la había ayudado mucho en secreto a obtener muchos pedidos.

De repente, se oyó pasos pesados.

Ismael se volvió en sí, levantó la cabeza y se sorprendió bastante al ver que Julia, sosteniendo un puntero de enseñanza en la mano, se le acercó. Al instante un mal presentimiento le invadió.

—¡Ah! ¡¿Qué haces?! ¡¿Por qué me pegas?!

Antes de que Ismael pudiera evitar, el puntero ya le cayó en el brazo, dejando una marca roja.

—¡¿Por qué eres tan violenta como una chica?!

Nunca había pensado que un día recibiera una paliza. Pero la otra parte era chica y él no podía «pagar la violencia con violencia».

—Ja, ja, ja, ja, ¿ya no finges más? —Julia se rio a carcajadas cuando vio el miserable aspecto de este.

—¿Cómo te llamas? ¡Dime tu nombre y te daré una buena lección cuando esté libre! —Ismael gritó con extremo enfado acumulado en el pecho.

—¡Bah! ¿Qué te cree que eres? ¿Tengo que decirte mi nombre obedientemente si quieres saberlo? ¿Acaso quieres saber mi nombre porque te gusto? Por favor, no me asustes más. Date prisa y aléjate de mí. ¡Preferiría estar soltera por el resto de mi vida a estar con una persona como tú! —Julia lo ojeó de arriba abajo con una mirada de disgusto.

Ismael casi se desmayó por rabia al escuchar tales palabras de esta.

—¡Ya verás! Puedo averiguarlo aunque no me lo digas. ¡No te arrepientas cuando llegue el momento! —Ismael advirtió.

Al oírlo, Julia se quedó atónita en el mismo lugar.

«¡Vaya, me he olvidado de esto! Procedente de una familia de abogados, ¿no le será fácil a este tipo investigar mis antecedentes? Ay, yo no habría debido ser tan impulsiva y provocarlo tanto.»

Al ver que estaba un poco nerviosa, Ismael dijo:

—Si tomes la iniciativa de decirme tu nombre, puedo considerar perdonarte y prometer que no te buscaré más molestias en esta cosa.

—¡Bah, no te creo! Ismael Escribano, te advierto que no soy una cobarde, ¿eh? —Julia no se tomó en serio la amenaza de este en absoluto y soltó una risotada burlona.

—¡¿Cómo sabes mi nombre?! —preguntó Ismael con asombro.

«Parece que no he conocido a esta mujer antes, pero ¿por qué sabes mi nombre?»

—¡Por supuesto! Siempre soy una persona muy educada —Julia lo ojeó con desprecio.

Muy cabreado por su arrogancia, Ismael habló:

—Será mejor que hagas lo que te he dicho y no me provoques de nuevo. 

—¿Por qué debería confiar en ti? ¿Si faltas a tu palabra después de que te lo diga yo?

«No soy tonta. Claro que no voy a decirle mi nombre.»

—Ya sabes quién soy, ¿por qué no confías en mí? Vengo de una familia decente, ¿crees que yo rompería mi promesa por un asunto tan trivial y deshonraría la familia Escribano?

Ismael hizo una mueca muy sombría, con los puños bien encerrados.

—Los adinerados son arrogante y altivos en su mayoría, porque tienen la capacidad de ganar con seguridad. Solo soy una persona corriente. Si un día fuera a la corte contigo, aunque tuviera toda la razón, me obligaría a inclinarme y ceder ante tu poder e influencia —Julia se rio fríamente.

—¡No hay nada que no pueda averiguar mientras quiera yo! No creas que estoy bromeando contigo. ¡Comenzaré a investigarte después de volver a casa! —Ismael se puso furioso al ver que esta era tan terca.

Después de oír tales palabras, Julia no pudo evitar temblar un poco. Efectivamente, este hombre tenía la fuerza para investigar sus trasfondos claramente, después de todo, la familia Escribano tenía muchos prestigios en la abogacía y contaba con muchos contactos.

Tras pensárselo un rato, Julia cedió y tartamudeó:

—Mi nombre es... Julia Mariano...

No quería implicar a los demás su familia por su culpa.

Pero no se arrepintió de lo que había hecho y, si le diera otra la oportunidad, seguiría dándole una paliza a este tipo.

«¿Julia Mariano? Suena un poco este nombre, pero no puedo recordar quién es por el momento.»

Ismael por fin se despejó un poco de la resaca.

Siempre había sido una persona modesta y gentil, que raras veces se peleaba con las mujeres. Sin embargo, si la otra parte se sobrepasara demasiado, tampoco sería amable.

Ya había mostrado piedad cuando la tiró al suelo, de lo contrario, ¿cómo esta todavía podía seguir siendo tan agresiva hasta ahora?

Ismael era bastante bueno en la pelea. Si no hubiera considerado sus modales como caballero, habría sido más brutal con esta Julia.

«Ay, cuando uno está infeliz, ninguna cosa le va bien. Cuando estoy libre, tengo que volver y darle una buena lección a esta chica delicada. ¡A una chica agresiva como esta hay que darle una buena y seria educación para dejarle saber lo ridículo que es su comportamiento!»

Justo cuando Ismael estaba a punto de continuar hablando, sonó su teléfono móvil. Y lo sacó para ver que era Fermín Zapatero quien le llamaba.

Al instante vaciló en contestar al teléfono.

***

El hombre que apareció en la entrevista de caridad no era otro que Ignacio.

Iba vestido con un traje del color gris y bajo las luces del escenario, se destacaba más sus rasgos faciales apuestos.

Hoy él tenía su pelo corto bien peinado con laca para el cabello, dando una impresión severa.

Era la primera vez que Paola le veía con tal aspecto, que contenía un encanto ascético y algo pícaro.

Él se quedó en silencio allí, con la mirada profunda posada en ella.

—¿Señorita Abasto? —le recordó Belana al ver que ella estaba un poco distraída.

—Ah, es que ambos hemos acordado romper nuestro compromiso —Paola respondió, llevando una sonrisa amable y formal en la cara.

—Si no es una pregunta brusca, ¿me gustaría preguntar por qué rompieron el compromiso tan repentinamente cuando estaban a punto de casarse? —siguió Belana, mirándola con una sonrisa.

—Es muy sencillo. Decidimos romper el compromiso porque descubrimos que no somos adecuados el uno para el otro. El matrimonio no se puede forzar, ¿no? De lo contrario, sería una irresponsabilidad para ambas partes —Paola respondió a la ligera.

—Señorita Abasto, he oído hablar de que mantiene a un hombre en la intimidad, ¿ese señor tiene algo que ver con la terminación de su compromiso? —Belana le lanzó otra pregunta.

—Solo son unos rumores falos. Nunca he hecho nada malo a mi ex-prometido durante el tiempo que estuve con él y siempre he sido franca y honesta con cualquiera y con todo lo que he hecho. En cuanto a lo que hago después de romper oficialmente nuestro compromiso es un asunto personal mío y no necesito explicarlo a nadie. Mi ex-prometido no siente ningún afecto a mí, pero sí por otras mujeres. No obstante, hasta qué punto han llegado y quién es la que le gusta a él no me incumbe.

Paola se sentaba elegantemente en el sofá, sonriendo con gracia ante los espectadores.

El significado de su declaración ya era muy obvio: ella no le había puesto cuernos a su ex prometido durante su relación amorosa, pero era este último quien tenía otra mujer, lo cual era la causa de la cancelación del compromiso. No quería montar una escena y hacer que todos se quedaron deshonrados, por eso había optado por romper la relación pacíficamente.

Durante este tiempo, los rumores entre Pascual, Leila y Paola se había corrido volando por todas las partes.

Aunque Paola no lo dijera, todos sabían que la amante de la que Paola habló era Leila.

Belana sonrió, y cuando volvió a mirar a Paola, mostró mucho aprecio en sus ojos.

«En efecto, ella es muy diferente de esas señoritas delicadas. Cuando ella habla, muestra mucha calma y elegancia, dejando espacio para la otra parte sin ni un rastro de dominancia y agresividad. El motivo de que los dos no son adecuados el uno para el otro no solo es una forma de preservar la decencia de ambos, sino también una excusa razonable para terminar el compromiso.»

Con tales pensamientos en la mente, Belana se acordó de la reunión con unos sus amigos en el bar unos días atrás.

Esa noche, sin querer, Belana se encontró con la amiga de la infancia del hombre antes de entrar en la sala privada, y de repente le surgió un pensamiento de que esta mujer no se merecía un hombre tan bueno.

—Estás pensando demasiado. Él no tiene ningún sentimiento por esa supuesta amiga de la infancia. Todo esto son rumores. Su corazón de él solo está en ella. Aunque seas fuerte e inteligente, no puedes competir ni un poco con ella que está en el fondo de su corazón —Simón habló sonriendo con los ojos posándose en ese hombre, se sirvió una copa y se apoyó perezosamente en el sofá.

Belana se recuperó rápidamente de sus evocaciones de aquella reunión, la miró a Paola con naturalidad, como si no hubiera pasado nada y preguntó:

—Señorita Abasto, en el rumor reciente entre usted y ese señor, también implica a una señorita llamada Leila Amengual. Se dice que es una amante y ha llamado mucha atención pública, ¿qué opinión tiene usted al respecto?

—Lo siento, solo puedo comentar mis propios asuntos y la vida de los demás no es de incumbencia mía —Paola respondió con ligereza.

En realidad ella podía entender el significado de las palabras de Belana, sabiendo que ella la estaba tratando de ayudar con esta pregunta, dando a entender que Leila era la culpable de haber roto el compromiso entre ella y Pascual y que ella era la verdadera víctima en esta relación.

—Para obtener una verdad más completa, a continuación, ¡le pedimos a la señorita Amengual que suba y nos acompañe en la siguiente entrevista! —Belana la miró a Paola antes de hablar con una ligera sonrisa hacia el público.

Aunque confiaba en Belana en el interior, le dio un vuelco en el corazón a Paola al oír que Leila se presentaría a la entrevista.

Ella no tenía miedo a Belana, pero tenía que tener cuidado con la señora Alarcón, madre de Pascual.

Cuando la familia Abasto estaba en su mejor momento, esta última era muy halagadora como un perro fiel, pero ahora, cuando la situación aún no estaba clara, había cambiado bruscamente su actitud.

Para limpiar el nombre de su hijo, la señora Alarcón había hecho todo lo posible para que Leila, fingiendo ser miserable, se ganara más simpatía de la gente.

El siguiente combate sería muy duro sin duda alguna para Paola.

Por alguna razón, miró inconscientemente a la figura alta que estaba de pie junto a la caja de atrezzo.

El hombre, que había estado mirando fijamente en ella, sin apartar la vista, con sus huesudos dedos, acarició suavemente el brazalete de zafiro, un regalo que ella le había dado.

Su expresión seguía siendo tan indiferente como siempre, sin dejar percibir lo que estaba pensando.

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