Mi Esposa Astuta romance Capítulo 205

—No lo sé, de verdad. Yo...

Camila nunca prestaba atención a tales cosas y no entendió en absoluto lo que significaban las palabras de Lorenzo. Aunque era una novata en el amor, aunque era tarda en eso, percibió los sentimientos de Daniel por ella.

Si Daniel no sintiera nada por ella, no estaría tan nerviosa al ver que ella se arriesgara sin preocuparse por la vida y no se preocuparía nada por ella.

—Te lo digo con claridad. Desde la primera vez que te encontró en la calle, Daniel se enamoró de ti a primera vista. ¿Has te has preguntado por qué Daniel vino a Ameriart? Porque quería encontrarte y reanudar la relación amorosa contigo. Aunque padeció mucho en Ameriart, está dispuesto a buscarte durante tanto tiempo, lo que demuestra sus intenciones y sentimientos. —Lorenzo interrumpió fríamente las palabras de Camila.

—¿Esto tiene sentido? Sabes que, en mi corazón, no hay lugar para él en absoluto. Aun cuando me ame hasta la muerte, ¡no me sentiría atraída por él nunca! —Camila miró a Lorenzo con la mirada firme.

Lorenzo se mantuvo tranquilo y miró la carretera delantera con indiferencia, con sus manos grandes sosteniendo el volante, haciendo que Camila no pudiera adivinar lo que Lorenzo estaba pensando.

***

En la finca privada.

—Ve a bañarte y cambiarte. —Lorenzo regresó a la habitación con Camila y le dijo a ella.

—Hoy yo... —Camila estaba ansioso por explicarle.

—Sal del cuarto de baño y hablamos. —Lorenzo levantó los ojos y miró a Camila, sin que ella le dudara.

Lorenzo rara vez le hablaba en un tono tan fuerte y firme a Camila.

Camila no estaba de humor para tomar un baño con aceite esencial, por lo que se duchó con precipitación, se cambió de ropa y salió del baño rápidamente.

Lorenzo metió su mano en el bolsillo y se paró frente a la enorme ventana francesa. Este hombre llevaba un traje cortado a mano, sereno y reservado, con un cigarrillo entre sus dedos delgados. El humo desdibujó el perfil de Lorenzo, haciendo que su trazo del cuerpo parezca más confuso.

Se exteriorizó un aura de peligro en su presencia misteriosa.

—Sr. Lorenzo, no te enfades. Lo que ha sucedido hoy se debe a mi alucinación...

Camila miró a Lorenzo. En medio de la noche, su espalda parecía tan abatida, incluso un poco indefensa.

Dando un paso adelante rápidamente, Camila abrazó a Lorenzo con fuerza por detrás, cuya carita apoyó contra la espalda del hombre.

—Es un trabajo muy duro —dijo Lorenzo.

—¿Cómo?

—Siempre piensas demasiado, por eso te sientes cansado mucho, ¿verdad? —Lorenzo no esperó a que Camila terminara de hablar e interrumpió lo que quería decir.

Camila se sorprendió, y su cuerpo se puso rígido.

Lorenzo no volvió la cabeza, y dejó que Camila lo abrazara y continuó hablando.

—Soy desconfiado, mi estado de ánimo es inestable y podría ocurrir situaciones incontrolables en cualquier momento. Deberías tener miedo y encontrarse exhausta. Todos los días, estás pensando en cómo evitar que yo te malinterprete, en cómo consolarme. E incluso no puedes saber lo accidental que me haría emocional va a pasar a continuación.

—Lo más importante es que estás preocupada por mi salud, intentando averiguar cómo curar mi enfermedad todos los días, mientras tanto, tienes que aguantar la injusticia que te he impuesto y explicar cosas que no existen en absoluto.

—Si yo fuera tú, también me sentiría sufrido y cansada.

—No. Lo hice todo de buena gana —Camila le respondió sin vacilación. Ella le dijo directamente lo que pensó en su corazón.

—No quiero escuchar más la explicación tuya. ¿Acaso cada vez que me expliques el malentendido sobre la relación entre tú y Daniel es una coincidencia? Camila, vamos a divorciarnos.

Camila casi se desmayó al escucharlo.

Lorenzo...

¿Qué acababa de decir?

¡Camila, vamos a divorciarnos!

—No te preocupes, siempre soy generoso. De todos modos, somos cónyuges. Te daré todo lo que yo pueda darte. No tienes que preocuparte por tu vida futura. Solo necesitas firmar el acuerdo de divorcio lo antes posible —Lorenzo se dio la vuelta, cuyos ojos se posaron en el rostro casi pálido de Camila, y le dijo con frialdad.

Al principio, Camila pensaba que Lorenzo se puso enojado, pero después de mirarlo fijamente durante un rato bastante, se dio cuenta de que Lorenzo estaba en serio. Él había decidido a divorciase de ella de manera resulta.

—¿Por qué? ¡Dame una razón aceptable! ¿Por qué tenemos que divorciarnos?

Camila no sabía cuál era el problema. Ya que el matrimonio de ellos salió bien, ¿por qué quería divorciarse?

—Mi vida siempre es tranquila como el agua. Después de que te casas conmigo, han sucedido muchas cosas. Estoy muy ocupado con el trabajo, pero tengo que dejar de trabajar una y otra vez para impedir que me pongas los cuernos.

—Cada vez era Daniel a lo que abrazas. No me digas que nunca tengas ningún sentimiento a él. ¿Por qué yo no busco a una mujer misma cada vez para que yo le abrace de vez en cuando?

—No espero que le permita a Daniel quitarte la máscara de zorro. ¿Acaso te parece que creeré tus palabras?

—Sostuvo tus brazos para que no te fueras. Te abrazó en la Escuela de Medicina de Capttar. Te sostuvo en brazos en la habitación del hotel. Si hubiera llegado más tarde, ¿habría visto echaros un polvo en el dormitorio con mis propios ojos?

—Hay tanta gente a la que le gustas. Ahora es Daniel. ¿Qué sería otro mañana? ¿O pasado mañana? Yo... —Lorenzo miró a Camila con una mirada sarcástica.

—¡No lo digas! ¡Basta! No necesito mentirte. No me llevo al huerto con Daniel. ¡La verdad es la verdad! ¡Soy inocente, hasta ahora! Si no me crees, te dejo revisar mi cuerpo como quieras. Si te miento, no solo puedes negarte a compensarme nada, ¡sino que también tiene derecho de demandarme!

La cara de Camila se encontraba pálida. Su cerebro zumbaba. Todo su cuerpo no podía evitar temblar y las lágrimas rodaban en sus ojos.

¿Cómo podría Lorenzo no saber qué crueles eran las palabras que él dijo? Estas palabras rompieron el corazón de Camila, y también el de Lorenzo.

¡Pero tenía que hacerlo!

Daniel tenía razón. Lorenzo no quería recibir repentinamente algún día la mala noticia de la muerte de Camila. Más aún, ella murió por su culpa. En tal situación, aun cuando solo hubiera un 1% de probabilidad, Lorenzo no permitió que esto sucediera de veras.

Desde que Lorenzo aceptó a Camila en su corazón, pensaba que, al final, su vida oscura fue iluminada por un rayo de luz solar, que calentó su frialdad.

Pero él era demasiado ingenuo. La enfermedad suya no podía curarse. Si no, ¿por qué no tenía ningún efecto, aunque la abuela invitó a tantas médicos para curarle?

Había vivido en la oscuridad desde que era un niño. En la actualidad, era lo mismo. La luz nunca pertenece a Lorenzo.

—Camila, eres muy ridícula. La ciencia médica es muy avanzada y tú eres una médica. ¿Por qué hace falta explicarte las razones?

—Vosotros estáis enamorados dulcemente. No hace falta hacerlo verdaderamente. También lo hicimos mismo antes.

—¿Dejaste que Daniel hiciera esto también? ¿Cómo yo podría saberlo? ¿Quién puede probar la inocencia de la relación entre vosotros? Daniel siempre es una persona arrogante. Sin que le ofrezcas el beneficio, ¿cómo le hiciste a Daniel caer en el amor tan rápido?

—Ambos sois médicos, y podríais saber más los juegos excitados...

Camila no pudo soportarlo más, y con todas sus fuerzas, abofeteó a Lorenzo, y la cara de Lorenzo se torció, en la que se dejó una pequeña huella de bofetada.

Esta bofetada interrompió las palabras que hicieron que Camila se sintiera avergonzada, y toda la habitación quedó en silencio sepulcral.

Lorenzo no reaccionó, hasta que el cigarrillo se consumió por completo, como si terminara su misión, incluso su mano estaba quemada.

Le dolía la mano, más aún, el corazón.

—Yo...

Al despertarse instantáneamente de su ira, Camila se tambaleó, levantó las manos y las colocó suavemente sobre el rostro hermoso de Lorenzo, preocupándose mucho por él.

—¡Lo siento! Yo... yo solo... no lo hice a propósito...

Lorenzo bajó los ojos y miró a Camila. Los ojos brillantes de Camila estaban llenos de lágrimas. Ella levantó la cabeza desesperadamente para evitar que las lágrimas cayeran.

—Lo siento, señor Lorenzo, no hará más malentendidos entre nosotros en el futuro, ¿de acuerdo?

—Me siento muy mal. No te miento. Hace frío... Hace mucho frío. Abrázame, por favor...

Camila tomó la iniciativa de mostrar su amabilidad y abrazó a Lorenzo con fuerza. Todo el cuerpo de ella temblaba incontrolablemente.

Lorenzo no era tonto. En el momento en que Camila se pegó a su pecho, no pudo evitar estremecerse. Sin duda alguna la cara de Camila estaba pálida y su cuerpo estaba frío debido al loto de tinta.

Qué triste debería estar Camila, más aún, se sentía mal, e incluso se vio obligada a escuchar sus palabras detestables.

Sin embargo...

Lorenzo apretó las manos en puños, resistiendo desesperadamente la ansiedad de abrazar a Camila con fuerza.

—Lorenzo, no espero que me menciones el divorcio otra vez. Creo que dijiste estas palabras porque hoy estás de mal humor. No escuché nada y no lo sabía nada.

—Me siento mareada. Abrázame, ¿vale? —Camila sollozó.

Lorenzo estaba de pie en silencio, sin darle ninguna respuesta a Camila, y no quería decir nada.

—Juro con mi vida que no me enamoro de nadie, excepto de ti. No sucede nada entre Daniel y yo. Somos inculpables.

—Si yo, Camila, le mintiera a Lorenzo, yo moriría miserablemente...

Antes de que Camila pudiera decir sus últimas palabras, Lorenzo la empujó, mientras que Camila cayó al suelo, apaleada.

La oscuridad la rodeaba, y no podía ver nada...

¿Esta vez no podía ver nada por completo?

Camila estaba tan desconcertada que le costaba respirar. Apretó las manos con fuerza. Tenía miedo de que no volviera a ver la luz nunca más.

Lorenzo sabía que Camila se había caído. Su cuerpo robusto se congeló y su mirada mostró la preocupación por ella. Quería acercarse a ella varias veces, poniendo a Camila en sus brazos y diciendo a Camila que lo que acababa de decir era mentira. La ama, hasta la locura.

Sin embargo...

—Nunca me faltan las mujeres. ¿No quieres nada, ni siquiera la dignidad? Fírmalo lo antes posible. Odio a las mujeres que me asedien sin cesar.

Lorenzo se rio con diferencia, y dijo con una voz fría.

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