La Dama de los Sueños Dorados romance Capítulo 2

Miró la pantalla y se dio cuenta de que había pasado otra noche en vela.

Afuera, el aguacero era torrencial y el calor que se enredaba en su cintura como lianas que se apretaban cada vez más.

Cogió su teléfono y vio que era Bruno quien llamaba, por lo que sin más, contestó.

"¿Hola?"

El hombre a su lado parecía haber despertado.

Ariana rápidamente bajó la voz: "Habla, ¿qué pasa?"

Su garganta estaba tan ronca que apenas podía hablar y se levantó de la cama para servirse un vaso con agua y aclararse la voz.

"¿Dónde has estado estos días? Verónica y yo te hemos enviado muchos mensajes y tú ni los miras."

Ariana, mientras se ataba el cinturón de su bata, levantó la vista y se encontró con la mirada de Oliver.

El hombre tenía una presencia imponente, nariz prominente y cejas marcadas, párpados pesados que formaban una estrecha línea, complementando la leve elevación de las comisuras de sus ojos, que le daban un aire distante y frío.

La irritación de Ariana se disipó bastante y aunque había sido una noche movida, al menos había conseguido ponerle los cuernos a Bruno, por decirlo de alguna manera.

Era un juego de dar y recibir.

"Ah, no vi los mensajes, ¿hay algo urgente?" Dijo despreocupadamente mientras recogía un traje del suelo.

"Oliver ha vuelto al país, te recogeré en diez minutos para ir a casa a comer."

Bruno colgó antes de que Ariana pudiera responderle.

Ella arqueó una ceja, luego miró hacia Oliver y le preguntó: "Oliver, ¿irás a la casa de los Borges?"

Su tono era seductor, fresco y encantador.

Ni bien había terminado de hablar, cuando alguien golpeó a la puerta.

¿Bruno había llegado tan rápido?

Miró hacia Oliver, tratando de encontrar en su rostro algún rastro de culpa, pero no había nada, Oliver se veía tan cómodo como si estuviera en su propia casa.

Ariana señaló hacia el baño y soltó una risita mientras decía: "Mi prometido ha llegado, ¿te importaría esconderte un rato?"

Quien hablaba lo hacía con desdén y quien escuchaba, era aún más despreocupado.

La voz que venía del otro lado de la puerta era de un hombre desconocido: "Señorita Moore, he venido a entregarle la ropa al presidente."

Ariana alzó una ceja, ya que al parecer no era Bruno.

Abrió la puerta y vio a un hombre con pinta de asistente sosteniendo un traje, el cual la saludó con una reverencia y no preguntó nada sobre la relación entre ella y Oliver.

Ese era un hombre de Oliver.

Ariana tomó el traje y se lo pasó a Oliver.

"Eres bastante considerado."

La voz que brotó de su garganta era como un arroyo congelado, frío y distante.

A pesar de que aún se notaba en sus ojos los vestigios de la pasión de la noche, una vez se puso el traje, volvió a su habitual semblante frío y distante.

Ariana pensó en la intensidad con la que él la había manejado en la cama y se dijo a sí misma que aquel "hombre perfecto" realmente no hacía honor a su nombre.

Sin embargo, al ver las marcas de uñas en su espalda, no pudo evitar que sus mejillas se calentaran.

No había esperado que después de ayudar a un borracho a llegar a su apartamento, terminarían mezclándose más de una vez.

Estaba a punto de decir algo para aliviar el momento cuando su teléfono sonó nuevamente, era Bruno y su tono era de impaciencia cuando preguntó: "¿Ya bajaste?"

Ariana pensó que si el protagonista de la cena familiar aún estaba allí, no había razón para apurarse, pero Bruno no tenía mucha paciencia con ella y dijo: "La lluvia está fuerte y hay tráfico, no me hagas esperar más y mejor recuerda quién eres." Él no escondió su disgusto cuando pronunció aquellas palabras.

Ariana tampoco quería seguir hablando, por lo tanto colgó el teléfono y como venganza se puso de puntillas y besó a Oliver.

Las manos del hombre respondieron apretando su nuca.

Abajo estaba el auto de Bruno y ella sentía un placer secreto.

"Ariana, ten cuidado de no quemarte jugando con fuego."

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