La Dama de los Sueños Dorados romance Capítulo 152

Había terminado de hablar cuando echó un vistazo a Oliver, quien parecía completamente ajeno a esas intrigas, como si fuesen juegos de niños sin importancia.

Ese día, Oliver no llevaba corbata y le faltaban dos botones en la camisa, exhibiendo una informalidad poco habitual en él.

El timbre de la puerta sonó nuevamente y Ariana fue a abrir, encontrándose a Nicolás en el umbral, el cual sostenía una bolsa grande que parecía contener productos frescos, incluyendo algunas frutas exóticas que solo se podían conseguir mediante importación.

"Señorita Moore."

Con respeto, Nicolás la saludó, indicándole al cocinero que llevara las bolsas a la cocina.

"Señorita Moore, varios de estos alimentos han sido preparados en el hotel. He traído al chef para que les prepare el almuerzo a usted y al presidente."

Ariana miró al chef con su toque, ocupado en la cocina y pensó que esa debía ser la vida de los ricos.

Le causó gracia y agradecida, tomó la fruta para lavarla, pero Nicolás se echó hacia atrás y algo nervioso, dijo: "Yo me encargaré, señorita Moore. Por favor, tome asiento."

Nicolás, tras años de acompañar a Oliver, se sorprendía al verlo salir de madrugada por una mujer.

Antes, solo el trabajo motivaría tal acción, pero actualmente, alguien había roto esa norma, tal vez sin que Oliver lo notara, pero era claro que Ariana era especial.

Ariana, de pie frente a la mesa, sentía que el apartamento resplandecía como nunca.

Inés ya se regodeaba, sonriendo y levantando una ceja hacia Oliver.

Él, por su parte, mantenía su habitual actitud fría.

Incapaz de resistirse, Inés se acercó y empujó un montón de papeles sin revisar hacia él mientras le preguntaba: "Presidente Borges, ¿disfrutó su noche aquí?"

Oliver levantó la mirada y respondió con indiferencia: "¿Y qué si fue así?"

"Entonces, ¿irá con Ariana al banquete de mañana por la noche?"

Ni Oliver ni Ariana esperaban tal sugerencia de Inés. Ariana se apresuró a intervenir, pero Oliver ya la miraba y le preguntó: "¿Quieres que vaya?"

Desde un punto de vista racional, ¿qué podía hacer él allí?

No había nada entre ellos, pero si Ariana lo deseaba, él no encontraba una razón para rechazarla.

Aún sin respuesta de Ariana, Inés tomó la palabra: "Ni los Moore ni la familia de Bruno dejarán en paz a Ariana y sumando a Anabel de los Rodríguez y a Paula que está en problemas con la ley, seguramente la familia Romero también le causarán problemas."

La situación de Ariana parecía complicada, pero apenas Inés terminó de hablar, Nicolás apareció con la fruta, añadiendo casualmente: "La familia Romero no molestará a la señorita Moore, ya que Paula fue enviada fuera del país anoche y es poco probable que regrese, además el presidente ya habló con ellos y nadie molestará a la señorita Moore."

Dándose cuenta de que había hablado de más, Nicolás rápidamente colocó la bandeja de frutas en la mesa de centro y dijo: "Señorita Moore, Señorita Torres, disfruten de las frutas."

Las frutas, lavadas por Nicolás, habían sido artísticamente talladas por el chef, haciendo que se vieran aún más apetitosas, pero lo que realmente intrigaba a las dos mujeres eran las palabras recién pronunciadas por Nicolás.

Ariana se giró hacia Oliver e incapaz de contener su curiosidad, indagó: "¿El presidente Borges habló con la familia Romero?"

Oliver, con los labios apretados, mostró una pizca de irritación, pues siempre había preferido actuar en lugar de hablar, por eso, ser tan directamente expuesto lo hacía sentir incómodo y solo respondió con un sonido de afirmación.

Ariana nunca se imaginó que Oliver, con solo mover sus labios, podría deshacerse de un enemigo potencial.

Su corazón ardía de repente.

La distancia y la frialdad de Oliver a veces eran hirientes, pero su ternura ocasional también era conmovedora.

Él siempre había sido diferente de los demás, por lo que no había razón para pedirle más.

En ese momento, Inés agitó el ruedo de su vestido y dijo: "Ariana, el presidente Borges es mucho más confiable que Ángel y estoy segura de que incluso si algún día se separan, él no será tacaño, ¿verdad?"

La última pregunta fue dirigida a Oliver, quien frunció el ceño sin querer y dijo: "No me compares con Ángel."

Una sombra de tristeza cruzó los ojos de Inés, seguida por una sonrisa sarcástica.

"Entonces el presidente Borges también sabe que Ángel es un desgraciado, pero ese desgraciado sí que sabe ser generoso; anoche le dio a Ariana tres millones."

Apenas terminó de hablar, vio a Oliver sacar una tarjeta y colocarla sobre la mesa, empujándola solemnemente hacia Ariana.

Inés quedó perpleja y Ariana más aún.

¿No que no quería compararse con Ángel?

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