La Dama de los Sueños Dorados romance Capítulo 150

Oliver nunca se negaba y con un abrazo, la llevó a la habitación.

El departamento estaba decorado con calidez y desde la ventana se escuchaba el sonido prolongado de las bocinas de los autos.

Los panaderos habían comenzado a trabajar temprano y el aroma del pan recién salido del horno cubrió todo el barrio.

Todo era muy hermoso.

Aunque todos sabían que la intimidad entre ellos era como un engañoso teatro de sombras.

Ariana cerró los ojos y su razón le advertía mil cosas, pero la felicidad que se filtraba por cada poro no podía engañar a nadie.

El sudor teñía sus mejillas de rojo, como si todos los actos rebeldes florecieran en engañosas y hermosas flores.

Oliver la tenía bajo su control y mientras la miraba dormir, de repente se preguntó qué habría hecho si ella hubiera dicho que quería terminar todo aquello.

Ese instante de oscuridad no podía engañar a nadie y no sabía si era por el orgullo masculino o por no poder soportar ser descartado con indiferencia.

"¿Ariana?" La llamó.

Ella, exhausta hasta no poder mover los dedos, solo pudo murmurar una respuesta confusa.

"Solo terminará cuando yo lo diga."

Ella realmente no entendía lo que él decía y seguía dormida profundamente.

Al despertar por la mañana, Ariana sentía todo el cuerpo adolorido.

Se giró y la luz del sol que se colaba la obligó a abrir los ojos.

Estaba en su propio apartamento, sin dudas.

Recordó la noche anterior y aún pensaba que había sido un sueño.

Se levantó, aún en pijama y casi se desploma al intentar bajar de la cama.

Se tocó el rostro, que había cambiado de color y se apoyó en la pared, preguntándose cuánto tiempo había durado la noche anterior.

Al salir de la habitación y ver al hombre sentado en el sofá, pensó que quizás era fin de semana, pero era miércoles, un día laboral, ¿no debería estar en la oficina?

"Presidente Borges." Lo llamó y se sentó frente a él en un sillón cuando dijo: "Hoy me tomaré el día libre, fue un accidente laboral."

Ella sabía que él entendía muy bien la razón del "accidente".

Él murmuró en respuesta pero no levantó la vista, pues seguía revisando unos documentos, probablemente los que Nicolás le había llevado esa mañana.

El cuello de Ariana también le dolía y justo cuando iba a masajearlo, sonó el timbre de la puerta.

Ella miró instintivamente hacia Oliver, pero este seguía con sus documentos, sin prestar atención.

Ariana caminó hacia la puerta y al ver que era Inés, apretó los labios con nerviosismo y se tocó el cuello.

Volvió a su habitación, se puso un suéter de cuello alto y finalmente abrió la puerta.

Inés parecía preocupada y al ver al hombre sentado en el sofá, su expresión se complicó.

Ariana, sintiéndose culpable, cerró la puerta y le preguntó: "¿Qué te trae por aquí tan temprano?"

"¿Llamas esto temprano?"

Inés señaló el reloj en la pared y ya eran las doce del mediodía.

Ariana no sabía qué decir y quiso cambiar de tema, pero Inés se acercó a Oliver y dijo: "Vaya, parece que alguien se ha levantado con el sol después de una noche corta pero intensa."

Ariana, frustrada, se sonrojó y rápidamente tiró del brazo de Inés.

Inés parecía algo enojada, se sentó y comentó: "¿Viste el mensaje que te envié? Los Moore han anunciado que reconocen a Verónica como su hija y dicen que tú has usurpado su lugar todos estos años. ¿Es Verónica realmente de los Moore? ¿Hubo un error inicialmente?"

Inés no podía creerlo y al pensar en cómo Verónica debía de estar regocijándose, se sintió aún peor.

"Sí, hubo un error, se hizo otra prueba de ADN y resulta que ella es la hija de los Moore."

Ariana habló sin emoción, incluso pensando si debería pedir algo de comida a domicilio.

Inés suspiró y dijo: "Hay de todo tipo de rumores, dicen que eres una manipuladora, que desde muy joven sabías cómo alterar los resultados de las pruebas y que todos tus días de gloria han sido robados. Quieren que le pidas disculpas a Verónica."

Inés mostró su disgusto con una mueca.

"Mañana por la noche, los Moore van a dar una fiesta para anunciar oficialmente a Verónica."

Ariana frunció los labios, pues no se imaginaba que un video de infidelidad pudiera llevar a tanto.

¿Pedirle disculpas a Verónica? Ni en sueños.

En aquel entonces, había sido la propia familia Moore quien cometió el error y ella no era más que una niña de diez años. No había razón para que cargara con los errores ajenos.

Tras un momento de reflexión, inclinó la cabeza y procedió a transferir un millón de dólares a la cuenta de Roberta.

Lo que los Moore habían gastado en ella a lo largo de los años, sin duda, no alcanzaba tal suma. Con consideración, incluso había incluido los intereses en el cálculo.

Justo después de hacer la transferencia, el teléfono sonó con la llamada de Roberta.

"Ariana, ¿qué significa esto?"

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