Héroe Retrasado romance Capítulo 34

El rostro de Lin Yuzhen se oscureció cuando su abuelo la regañó.

-No seas arrogante sólo porque estás a cargo del proyecto. Debes agradecer a tu tío por haberte recomendado, de otra manera no hubieras tenido la oportunidad.

Las palabras eran claras. Eran una burla para ella. Había trabajado muy duro sin quejarse, ¿cuánto habrá sufrido? Su tío nunca la ayudó y la hizo tropezar varias veces en secreto. Ahora su abuelo le estaba pidiendo que le agradeciera. ¿Agradecerle qué, hacerle la vida difícil?

-Abuelo, estoy bien con el hecho de que siempre estuviste de su lado. -Yuzhen respiró profundamente-. ¿Pero acaso no puedes diferenciar entre lo que es verdad y la mentira?

-¡Cuánta desfachatez! -Lin Xiao golpeó la mesa furioso-. ¿Cómo te atreves a hablarme así?

Miró a su nieta con furia, no pensó que ella tuviera pésimos modales.

—¡Lin Wen! ¿Así es cómo educaste a tu hija? ¡Si no sabes cómo criar a tus hijos, entonces no tengas! ¿Para qué tienes hijos que sólo gastan dinero y no retribuyen? ¿Y quieres que confíe en ti? ¡Largúense ya!

Lin Wen quiso defenderse, pero no encontró palabras para hacerlo. Se percató del dolor en el rostro de su hija y se culpó por ello. Estaba avergonzado de que como padre no podía proteger a su propia hija de los ataques, y que ella tenía que sufrir tal desdén y humillación. Apretó el puño con fuerza. Nunca había sentido tan profunda desesperación hasta el día de hoy.

-Yuzhen, vámonos.

Miró fijamente a Lin Xiao y por primera vez sintió a su padre muy distante. Lin Yuzhen no dijo más y empujó a su padre hacia afuera mientras el viejo seguía gritando con ira detrás de ellos:

-¡Sanguijuelas! Toda una familia de sanguijuelas. No tienen ni una sola migaja de gratitud, debí estar ciego al darles una oportunidad.

Padre e hija sintieron su corazón roto. Tales palabras insultantes les fueron lanzadas por alguien muy cercano. Ninguno de los dos se veía muy bien cuando salieron por la puerta del búngalo. Sus rostros estaban llenos de sufrimiento silencioso, impotencia, decepción e ira.

Jiang Ning lo había adivinado. Después de esto, ahora deberían entender que ya no tenían nada que ver con esa familia. Pudieron permanecer en la familia sólo porque Lin Yuzhen les era útil. Sin embargo, una vez que se completara este proyecto, Lin Xiao echaría a Lin Yuzhen sin dudarlo.

No preguntó nada. Sólo se acercó y relevó a Lin Yuzhen para empujar la silla de ruedas de Lin Wen.

-Yuzhen, abre la puerta del coche, vamos a casa.

El aire en el coche era muy pesado. Lin Wen estaba sentado en la parte de atrás y no pudo más. Furioso, se golpeó las piernas entumecidas.

-¡Inútil! ¡Inútil! -Y continuó golpeando sus piernas-. ¡Lin Wen, eres un bueno para nada!

—¡Papá! —Yuzhen le llamó la atención. Sentía en su propio corazón la pena de su padre. Se volvió y las lágrimas empezaron a caer-. No seas así.

-¡Yuzhen, soy un inútil y te he defraudado! Te he hecho sufrir así.

Los labios de su padre estaban temblando. Se culpó y se avergonzó de sí mismo. Si no hubiera quedado paralizado, no estarían en esta situación. Incluso si Lin Xiao despreciaba a su nieta por ser mujer, al menos hubiera podido protegerla y no permitir que nadie la tratara así.

-Papá, no tienes la culpa. Nunca te he culpado en absoluto -Negó con la cabeza-. Tú y mamá me aman mucho y sé que ambos siempre me han dado lo mejor, no tienen que culparse a sí mismos.

Hoy había visto muy claramente por sí misma que su familia no tenía ningún lugar en los ojos de Lin Xiao. ¿Y qué si trabajaban duro? Al final, ni siquiera valían la pena unas palabras amables de Lin Qiang. Lin Wen se jaló el cabello. Odiaba lo indefenso que estaba. Cuanto más Lin Yuzhen trataba de consolarlo, más avergonzado se sentía.

-Papá, es tu culpa que Yuzhen haya sufrido tanto -Jiang Ning había permanecido en silencio todo este tiempo y miró por el espejo retrovisor.

Lin Yuzhen se volvió

—Jiang Ning, ¿qué estás diciendo?

-Es porque has permanecido débil, así que la familia Lin los desprecia y pisotean a mamá y a Yuzhen. Son mujeres y han tenido que soportar tanto abuso, por lo que es justo que te sientas avergonzado.