Esposa falsa de Simón romance Capítulo 1019

Brotando el amargor por dentro, corrió a velocidad de vuelo hacia su madre y la abrazó con los ojos lagrimosos.

-Ya llegas y estoy tranquila -diciendo, la madre le dio unas palmaditas en la espalda.

Las dos no se habían visto durante tantos años, y ahora que se encontraron, los ojos de la madre también estaban llenos de lágrimas.

Naomí miró a su madre con los ojos enrojecidos y la preguntó:

-¿Cómo está mi papá?

-Después del tratamiento urgente de anoche, el doctor dijo que debería estar en observación durante 48 horas, si podría superar estas 48 horas en un estado seguro, entonces no le pasaría nada grave, pero…

Cuando Naomí oyó este número, casi se desmayó.

-48 horas…que ¿no significan dos días? ¿Cómo puede encontrarse tan grave? ¿Dónde está ahora y puedo verlo?

-Te llevaré a la UCI, pero tienes que verlo por afuera, porque el médico no permite las visitas múltiples ahora y tus parientes han venido una vez por la mañana -la madre negó con la cabeza.

En el camino a la UCI, la madre frunció el ceño de repente y dijo:

-Parece que hay un olor extraño, ¿qué es ese olor?

Naomí estaba tan preocupada por su padre que no olió nada extraño, así que sacudió la cabeza.

Pero en este momento la madre cayó su mirada en Naomí, como si hubiera descubierto algo importante:

-Naomí, ¿por qué has venido al hospital así?

Dado a que no se habían visto por tantos años, al ver a su hija la madre se quedó tan emocionada que no se dio cuenta de que su hija había venido al hospital vestida su pijama con un poco de manchas y su pelo como un ovillo.

-Mamá, ¿qué te pasa? Vamos a ver a papá primero.

La madre se detuvo y pensó por un momento, diciendo:

-Si vas a ver a tu papá como así, podría desmayarse enojado por verte, aunque él estuviera despierto ahora.

-¿Qué he hecho? -preguntó con perplejidad Naomí.

-¡Mira el pelo despeinado que tienes! ¡El gallinero es más bonito que tu peinado! Y ese olor agrio que acabo de haber olido…

La madre se acercó a su hija y la olfateó, después se alejó de ella con repugnancia y dijo:

-Dime, ¿cuántos días llevas sin bañarte? ¿Apestas tan maloliente que no te has desmayado a los demás en el camino al hospital?

Naomí miró a su madre sin palabras durante un rato y al fin no tuvo remedio que agachar la cabeza.

Naomí pensó: “Bueno, tanto tiempo sin vernos y mi madre sigue ser sarcástica. ¿Alguna madre trata a su hija como ella?”

-Menos mal que no puedes entrar en la UCI, de otro modo, este olor podría despertar a tu padre y dejarlo inconsciente de nuevo.

-¡Mamá! -Naomí muy inquieta dijo-, ¿puedes dejar de ridiculizarme? ¡Mi papá aún está en la UCI!

Al oír esto, le su madre echó una mirada con queja, hablando:

-¿Hasta sabes que está en la UCI? Si no se encontrara tan grave, ¿no habrías vuelto?

Naomí no sabía cómo contestarla.

-De todas formas que no puedes verlo, es mejor que regresemos a casa para que te limpies. Mírate, que estás tan impresentable.

-Pero ya estoy aquí, tengo que ver a mi papá, mamá, por favor, déjame echar un vistazo a papá en secreto, ¡solo un rato y después vuelvo a casa contigo.

Por fin, la madre la llevó a la UCI, y mientras Naomílo veía a su padre por la ventana, quien reposaba en la cama del hospital, se le comenzó a entrar unas ganas de llorar.

-Maldito viejo, ¿cómo puedes ser tan descuidado al conducir? Ya eres tan mayor y sigues tener el accidente de coche, lo que va a ser el hazmerreír cuando se sepa -dijo lagrimeando Naomí.

Al ver esto, la madre que estaba al lado de la hija no pudo evitar enjuagarse las lágrimas, acariciando el hombro de la hija y habló:

-¡Caramba con la niña! Tu padre ya está en la UCI, pero todavía le llamas maldito viejo, eres una chica despiadada.

Las dos se abrazaron y empezaron a llorar.

Unos diez segundos para abrazarse después, la madre se secó las lágrimas mientras la reprochó a su hija:

-Ya está, no se permite hacer ruido en el hospital, lloramos así que molestaremos a tu papá, volvamos a casa a llorar si queremos, por cierto, lávate bien -cuando terminó las palabras, empujó a Naomí especialmente disgustada.

Su hija no dijo nada y pensó: ´´Es mi madre y ¿qué puedo hacer con ella?

Cuando llegaron la casa, la madre abrió la puerta con la llave, diciendo:

Tantos años sin que hubieras vuelto, pero tu habitación siempre se ha limpiado para ti, estos días tu padre es hospitalizado, así que te mudas a casa, aunque la ropa es vieja, parece que estás más delgada que antes, pues podrás ponértela.

Chasquido.

La puerta se abrió, y Naomí entró en casa siguiendo a su madre. Al ver el mobiliario familiar de la casa, las ganas de llorar volvieron a surgir, sin embargo, no lo consiguió, ya que la madre le dio una palmada en la nuca y dijo:

-Dúchate ahora mismo, y quítate los zapatos porque ayer fregué el suelo.

Naomí no contestó. Las lágrimas se detuvieron por este golpe y Naomí entró en el baño con una expresión deprimida.

-¿Por qué no te pones la ropa? ¿Quieres estar desnuda?

-Mamá, ¿permites que yo entre en casa vestida así?

-Acertada.

Levantó la cabeza para mirarse en el espejo, pero se quedó sorprendida y retrocedió unos pasos, mirando a la mujer desaliñada en el espejo con expresión de horror.

Se preguntó: “¿Soy yo? ¿Por qué me encuentro así?”

Naomí se miraba en el espejo, los labios pálidos temblando y se acariciaba la mejilla con las manos trémulas. Tenía el pelo tan desordenado como un nido de gallinas, los ojos hinchados, los labios secos y descascarillados, la piel sin lucidez, quien parecía a una mujer que venía de las zonas montañosas.

No, las mujeres que venían de las zonas montañosas eran hermosas, porque el ambiente de esos lugares era beneficioso para las personas. A diferencia de ella, tan fea.

De seguir así, ¿cómo le gustaría a Diego?

Se compadeció de sí misma mirando a su sombra, pero lo que solo resultaba una broma.

Diego Leguizamo no la vio, aunque lo hiciera, no sentiría pena por ella. Su vida empeoraba cada día, y la gente se mantenía alejada de ella como un monstruo cuando salía, e incluso a su madre le desagradaba su olor.

¿No se quedaba mala con este estado?

Naomí no se había mirado en el espejo recientemente, y ahora que veía su apariencia parecida al fantasma por un hombre, de repente se sintió extremadamente ridícula.

Había estado con Xenia por tanto tiempo, y entonces Xenia y Simón se separaron, Xenia llevó un tiempo doloroso, pero no como Naomí

Para Naomí, todo lo que solo significaba el fin de un amor no correspondido, se iban a morir de risa si se enteraron de su situación.

Al abrir la ducha, Naomí se ponía desnuda debajo de ella, dejando que el agua caliente le lavó el cuerpo.

Naomí pensó: “A partir de hoy, no puedo seguir así. La vida de una persona es muy larga y me quedan muchas cosas interesantes en la vida por probar, así que el amor no es una necesidad ni el hombre tampoco.”

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Esposa falsa de Simón