El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 47

"Como es que hasta para ir al supermercado puedes tardarte tanto?"

Preguntó Tommy detrás de dos laptops y sin despegar la vista de las pantallas.

"Toma, la gané para ti, ahora tienes una nueva mochila decente."

Dániel comentó hacía Tommy pateando su mochila vieja y desgastada hacia el otro lado de la habitación.

"Oye idiota no molestes!"

"Ya te dije que no necesito otra, esa aún aguanta..."

Comentó Tommy mientras se levantaba para ir por su mochila rota.

Dániel no se molestó en preguntarle cómo había entrado y cuando había llegado.

Sabía que tarde o temprano lo encontraría a dónde se fuera.

Tommy es la sombra de Dániel.

Su mejor amigo, mano derecha en los negocios y son inseparables.

Dániel de verdad había llegado el día anterior y la mudanza de verdad había roto cajas y muebles por ser tan brutos al bajar sus cosas.

Obviamente los había demandado, gracias a Tommy.

"Aún no respondes mi pregunta."

Volvió a recordar Tommy a Dániel.

"A quien conociste tan pronto?"

Tommy conocía muy bien a Dániel.

De hecho tenían años de conocerse y no guardan ningún secreto entre ellos.

Dániel, un niño cuyos padres fueron vendedores de droga y adictos, lo descuidaron desde muy temprana edad.

Dániel, quien muchas veces fue a sus entregas con ellos, se hizo amigo de ladrones, consumidores, clientes, prostitutas e incluso de los jefes que manejaban la droga en la zona.

Le había tocado ver de todo.

Asesinatos,

asaltos,

robos,

ajustes de cuentas.

Había visto a su padre golpeando a su madre, entre otras cosas más.

Un día le tocó estar en medio de una disputa entre bandas rivales y una pistola cayó cerca de Él.

Sin pensarlo la tomó y disparó a los jefes de ambas bandas.

Tenía solo trece años en ese entonces, pero con eso se había ganado el respeto y miedo de muchas bandas.

Conoció a Tommy cuando necesitó un técnico en informática que le ayudara a tener "limpias" sus cuentas de efectivo.

Tommy es el mejor, por lo que pronto se llevaron muy bien, además de que comenzaron a hacer negocios juntos.

Tommy es extremadamente inteligente y le encantan los videojuegos, las computadoras y hackear.

Estaba en el top cinco del ranking de mejores hackers del mundo.

Entre ellos también se encontraba John y Paul, quienes eran leyendas entre los hackers.

Ahora Tommy estaba tratando de derribar el mercado de algunas criptomonedas, pues le había quitado algunas utilidades y habían bajado de precio, cosa que lo enfureció.

"Cómo se llama ella?"

Inquirió de nuevo Tommy.

"Es solo una amiga que acabo de conocer.

"No te preocupes, ella nos ayudará a acomodar el departamento, no la vayas a asustar Tommy."

Comentó Dániel.

A pesar de todas las experiencias malas y desagradables en su niñez y adolescencia, Dániel seguía teniendo un carácter afable y lindo.

Así nadie descubría quien era en verdad.

Le gustaba mantener un perfil bajo y fingir ser un freelance de videojuegos como Tommy.

"Cuando vendrá?"

Preguntó Tommy.

"Ella me llamara, no sé..."

Contestó vagamente Dániel.

"Trajiste algo de comer?"

"Me muero de hambre."

Preguntó Tommy moviendo los dedos ágilmente entre dos teclados.

De repente palmeó fuerte las manos y gritó.

"Bingo!"

Había derribado y sepultado el mercado de esas criptomonedas y ahora no valían nada.

Obviamente Él había retirado todo su dinero de esas inversiones antes de que no valieran nada.

Todo el mercado digital sufrió un colapso por esto y en todos los medios electrónicos solo se hablaba de eso.

Emily se despidió de Flora y Ryan y regresó al departamento con Maggie.

Cuando llegó las maletas estaban en su recámara.

Se las habían entregado a Maggie y ella solo las había colocado ahí hasta que Emily regresara.

Sonrió triste al recordar su aventura con Edward...

Todos los días pensaba en Él.

Pero de repente la sonrisa de Dániel llegó a su mente y eso le dió fuerzas para abrir la maleta.

Sacó algunas cosas y entre ellas estaba el celular que Edward le había comprado...

Ahora tenía dos.

Revisó las fotos del antiguo celular y se dio cuenta de que todas habían sido borradas.

Salió a la calle y regaló toda la ropa a las chicas que pasaban por ahí.

No quería nada que le recordara ese viaje.

Cuando Maggie regresó al departamento, Emily le entregó los souvenirs que le había comprado.

Su amiga encantada la abrazó  agradeciendole.

"Emily, ya tienes una idea para el slogan y logo de tu compañía?"

Preguntó curiosa Maggie al ver un papel en su escritorio.

"Aún no, pero sigo pensando en uno."

"Ya verás que ganaré, debo ganar."

Aseveró segura Emily.

Esa mañana había regresado al trabajo y encontró publicada la convocatoria del concurso.

Ella estaba atrasada en sus diseños, pero se decidió a solo concentrarse en eso y en los proyectos que tenía.

Quería dejar atrás a Edward, el viaje y sus sueños extraños.

"Emily, tu ganarás esa competencia, yo le diré a James que te de ideas."

"Porque no vas a su galería en busca de inspiración?

Sugirió Maggie.

"Tiene una galería en esta ciudad?"

Emily se había desconectado de todo y no se había enterado de que James había abierto una galería con sus obras donde daba algunas clases muy caras a jóvenes promesas como Él.

"Si, mañana le comentaré para que te reciba."

A pesar de supuestamente ser novio de Elizabeth, James prefería pasar el tiempo con Maggie, quien era mucho más fácil de tratar.

Maggie además es mucho más genuina y para nada celosa.

Elizabeth por su parte, estaba ahora ocupada desarrollando su propia empresa de cosméticos exclusivos, algo que le apasionaba y que su abuela y Edward patrocinában.

Edward por su parte estaba inmerso en sus empresas.

Todos los días llegaba a las ocho de la mañana y se retiraba a la media noche.

A veces dormía en el mismo edificio, en su habitación privada con la esperanza de separarse de Shirley, quien no se le despegaba ni un segundo.

A ella no le había hecho nada de gracia que Edward hubiera desaparecido unos días.

Y que ella ni Joseph, el padre de Edward supieran donde estaba.

O el porque se había ido solo.

Aunque ella sospechaba que no se había ido solo...

Esa idea y los celos la carcomían día y noche.

Lo único que la consolaba es que la fecha de la boda estaba tan próxima y sabía que estarían atados y podría controlarlo más.

"Edward, vamos a tu departamento, quiero dormir contigo hoy."

Suplicó coquetamente Shirley.

"Hoy no puedo, ya casi termino estos documentos que necesito revisar."

Explicó frío y serio Edward.

"Vete, no tienes que resolver todo está noche."

La voz de su abuela resonó en el pasillo oscuro.

"Abuela!"

Hablaron los dos al unísono.

"Tal parece que te volviste un adicto al trabajo mocoso."

"Vete con tu prometida y relajense está noche, es una órden."

"Quiero nietos lo antes posible, escucharon?"

Shirley río nerviosa.

Edward solo cerró los ojos.

"Shirley querida adelantate al auto, tengo que hablar un momento con mi nieto."

Pidió la abuela Situ hacia Shirley.

Ella accedió y se fue dándole un beso en la boca a Edward.

"Aún espero que me traigas a la chica que te tiene así.."

Comentó su abuela en tono consolador.

"Abuela...tal vez no esté a la altura de tus expectativas."

Habló Edward volteandose para no ver a su abuela.

"Ella es inteligente, capaz, está sana?"

"Lo más importante...te quiere?"

Preguntó su abuela

"No es de familia influyente como Shirley."

"Abuela, ya no quiero hablar más."

Rogó Edward quien estaba muy cansado.

"Está bien, pero lo que decidas te apoyaré."

Aseveró su abuela mientras que tomaba el brazo de su nieto para que ambos se fueran al auto.

Dejaron en su villa a su abuela y juntos de fueron a Golden Osmanthus.

Shirley se puso cómoda, pues ya se sentía en su casa.

Edward abrió el otro departamento y encontró algunos dibujos de Emily del diseño de muebles y distribución de los mismos.

Los sostuvo en sus manos observandolos con cuidado.

Aún tenían defectos pero eran buenos y sus ideas eran originales.

Cuando entró a su departamento pensó que Emily estaba ahí, pues en la cocina se escuchaban ruidos.

Shirley quería darle una sorpresa a Edward cocinando algo pero al ser tan inexperta, se le había quemado lo que preparaba.

"Lo siento mejoraré, lo prometo."

Dijo ella apenada por el humo.

La cara de decepción de Edward fue muy evidente.

Emily cocinaba muy bien y nunca quemaba nada.

Ordenaron la cena y en silencio total cenaron.

Edward se sentó en el sillón y encendió su laptop para seguir trabajando.

Shirley se puso un baby doll blanco sugerentes sexy para intentar seducir a Edward.

Él necesitaba un poco de desahogo y se rindió a las caricias de Shirley quien fue la que disfrutó más de Él.

La mente de Edward comparaba a Shirley con Emily.

Shirley era una belleza más mundana.

Ella sabía perfectamente que era hermosa y se aprovechaba de eso para conseguir lo que quería.

Y se ufanaba de que ningún hombre se le había podido resistir.

Edward era la joya de su corona al ser el más guapo y distante.

Emily es una belleza más auténtica y delicada, lo excitaba constantemente con su sola presencia e ingenuidad.

Además de que era muy complaciente y obediente con Él.

Acabaron pronto, por lo que Edward fue a su armario a cambiarse para salir al gimnasio del edificio y poder distraerse un rato.

Shirley se quedó dormida agradecida con Edward.

Ella había hecho el amor.

Él había tenido sexo crudo nadamas.

Al buscar sus tenis, Edward encontró unas cajitas en el fondo del armario.

Eran unas pruebas de embarazo.

Las dudas lo asaltaron.

"Emily estaba embarazada?"

"Porque no se lo dijo?"

"Desde cuándo estaban ahí esas pruebas de embarazo?"

Un sudor frío le recorrió la espalda cuando recordó las cajas encima de ella y su cabeza sangrando.

Si bien, Edward trataba de cuidarla, muchas veces la excitación y placer eran tantos que no podía contenerse...

Nunca le había preguntado que metodo anticonceptivo usaba ella.

De repente se imaginó teniendo un bebé con ella y su abuela feliz.

Pero también se imaginó a su padre matando a Emily.

O Shirley provocándole un aborto o peor, matando al bebé.

Debería averiguar si estaba embarazada o no.

Marcó un número.

"Doctor, buenas noches, disculpe, la señorita Mu está embarazada?"

Ese doctor fue el encargado de recibir a Emily en el hospital, pero no la había tratado Él sino su segundo a cargo.

Él otro médico tenía los resultados.

"Lo siento señor Edward, esa noche tuve una cirugía de emergencia."

" Mi segundo la atendió, permítame confirmar con él este dato que usted necesita y le vuelvo a llamar."

Se disculpó el médico, temiendo que Edward se enojara con él.

"Mándeme mensaje con sus resultados, los quiero lo antes posible."

Comentó Edward en tono serio y colgó.

"Emily embarazada de mi hijo..."

Con esa idea en mente abrió su galería de fotos y miró la foto de ella en la playa, radiante y hermosa.

La extrañaba tanto, pero solo Él sabía eso.

Emily por su parte iba riendo con Dániel hacia su departamento.

Ya le había advertido de que Tommy era algo...peculiar y que ignorara su sentido del humor.

"Este es mi espacio vacío y esas son mis cajas y muebles arrumbados..."

"Crees poder hacer algo de magia?"

Le preguntó Dániel apenado por el desorden.

Emily revisó primero los muebles y después las cajas.

"Dániel, podrías apartar los muebles grandes de los pequeños para que me sea mas fácil buscarles el lugar adecuado?"

Pidió Emily.

"Te ayudaré."

Dijo Tommy detrás de ella, asustandola un poco.

Ella sin querer había puesto sus manos en el brazo de Dániel.

Cuando se dió cuenta de esto las retiró apenada.

Tommy escudriñó a Emily con cuidado.

No notó maldad, envidia, dobles intenciones ni nada extraño en ella.

Es bonita a su parecer y asustadiza también.

Le agradó Emily.

"Abrazalo bien!"

Tommy arrastró a Dániel hacia ella y tomándolo de los brazos para que se abrazaran.

La reacción de ambos divirtió a Tommy quien se rió.

Dániel le dió un golpe el hombro a su amigo y se disculpó con Emily, quien solo se alejó de ambos algo nerviosa.

"Porque querré abrazarlo tanto?"

Se cuestionó sinceramente Emily.

Ambos chicos terminaron de separar los muebles.

Emily dió instrucciones de dónde podían acomodarlos.

Les tomó más de cuatro horas terminar de acomodar y limpiar.

Los tres observaron la distribución del departamento y sonrieron felices.

"Aún podía hacer cambios, les dijo Emily a ambos."

"No, no así está bien, estamos exhaustos!"

Dijeron ambos a coro.

Dániel hacía bastante ejercicio, pero mover muebles era desgastante.

Tommy no estaba acostumbrado a demasiada actividad física, por lo que estaba realmente agotado.

Emily comprendió.

Levantándose del sillón, les dijo a ambos.

"Los dejaré descansar!"

"Me alegra haberlos ayudado!"

Tomando sus cosas se dirigió a la puerta.

"No sé levanten, se dónde está la puerta!"

"Los veré luego."

Dániel saltó como resorte del sillón donde estaba casi acostado y detuvo a Emily.

"Emily, aún no te vayas!"

"Te debemos una recompensa por lo que nos ayudarte a hacer."

"Quédate a cenar con nosotros."

Pidió Dániel con ojos de súplica.

"Pizza!"

Gritó Tommy.

Dániel esbozó una sonrisa encantadora y Emily se perdió en ella.

"Es tan lindo cuando sonríe."

Emily se asustó por sus pensamientos.

Tal vez, se sentía tan desesperada por tener a alguien que se preocupara por ella que se estaba imaginando...

O creyendo cosas...

Se reprimió a ella misma, por lo que trató de tener la cabeza fría.

Se acordó de Dorian quien al principio fue tan encantador y lindo como lo era Dániel.

Ese pensamiento la devolvió a la realidad.

"Gracias pero se hace tarde y debo regresar a preparar algunas cosas."

"Por favor ustedes disfruten."

Dijo ella en tono firme y sin esperar respuesta, se fue.

"Que te pasa Emily?"

"Es que acaso no entiendes nunca?"

"Y si ellos son como Dorian?"

"Dániel se ve lindo, pero no quiero..."

"No puedo ilusionarme otra vez..."

"Es muy pronto y no..."

"Ya no quiero llorar."

Emily descendia por las escaleras lo más rápido posible, casi corriendo.

Decidida a no volver a confiar en ningún hombre fuera de Ryan o su padre.

Dániel la buscó en el pasillo, en el elevador y entonces la vió por el cubo de las escaleras.

No era reto para Él alcanzarla.

"Emily, que pasa?"

"Te ofendimos de alguna forma?"

Cuestionó Dániel de sudando un poco.

Respiró hondo tratando de recuperar su respiración.

"No es eso Dániel, de verdad."

"Solo debo irme, espero verte otro día, adiós."

Respondió la chica.

"Emily, discúlpame si me aproveché de ti al pedirte este favor!"

"Que puedo hacer para recompensarte?"

Cuestionó Dániel mirándola.

"Puedes viajar en el tiempo y evitarme haberlo conocido?"

Pensó ella.

"Dániel, perdóname..."

"Es que he pasado por malas experiencias recientemente..."

"No quiero sufrir más."

Se sinceró Emily.

"Emily, no estés triste!"

"Quien fue el bastardo que te hizo daño para poder golpearlo?"

Esa idea la hizo sonreír.

"Es un idiota, no supo valorarte."

Comentó Dániel acercándose a ella.

El abrazo llegó primero de parte de Emily, quien ya no pudo resistir.

"Que débil soy."

Pensó ella amientras enterraba la cabeza en su pecho y cerraba los ojos.

Dániel, sorprendido, la abrazó con gentileza.

Acariciaba su cabello con calma.

Emily respiraba su loción y de repente sus manos lo apretaron más fuerte.

Casi era su complexión.

Casi la abrazaba como Edward

Casi podía sentir su deseo por Edward.

Lo extrañaba tanto a pesar del dolor que le había inflingído antes.

Algunas lágrimas mojaron la playera de Dániel, quien no se separó de ella.

Con una mano acariciaba su espalda.

"Quien la habrá dañado tanto?"

Él se preguntaba.

En lamente de Emily solo se repetía el nombre de Edward.

"Emily...estás bien?"

Preguntó Dániel sacándola de sus pensamientos.

Emily se dió cuenta de que se había dejado llevar.

Soltó a Dániel a toda prisa y corrió fuera del edificio dejando al joven atónito.

"Emily, Emily espera!"

Gritó Dániel, tratando de que ella se detuviera.

Necesitaba hablar con ella tranquilamente.

Emily no quiso escuchar nada, por lo que detuvo un taxi para subirse a toda prisa con el afán de alejarse lo antes posible del lugar.

Su celular sonaba incesantemente.

Dániel le llamaba.

Después de mucho tiempo dejó de sonar.

"Debo mantenerme alejada de Él..."

"Pero que estúpida soy."

Se regañaba a si misma Emily.

Ella bloqueó el número de Dániel y el de Edward.

"Lo siento, ya no quiero sufrir más."

Se consolaba a ella misma por sus acciones.

Decidió enfriar su corazón y no darle oportunidad a nadie más hasta comprobar sus verdaderas intenciones.

Dániel frustrado no comprendía nada.

Pero estaba decidido a volver a ver a Emily, pues su abrazo le había encantado.

Aunque no le había gustado que ella llorará.

"Debe de haber terminado con su novio."

Reflexionó el joven, por lo que una sonrisa franca apareció en su rostro.

"Tengo una oportunidad."

Pensó seguro, mientras Tommy lo observaba hacer caras chistosas y se reía de Él.

"No me digas que vas a querer conquistarla?"

Preguntó Tommy.

"Sería malo?"

Susurró Dániel.

"Quieres que averigüé por ti?"

Se ofreció Tommy.

"No, prefiero que ella me diga en persona."

Declaró Dániel.

"Amigo, estás loco, acabamos de llegar..."

Suspiró Tommy.

"En fin, espero que no olvides porque estamos aquí y te concentres también."

Declaró Tommy volviendo sus ojos a las pantallas de sus laptops.

"Lo sé, pero ella tiene algo que me atrae..."

Dijo Dániel tocando su playera mojada por las lágrimas de Emily.

"Se que puedo hacerla feliz."

Pensó muy seguro de si mismo.

Se recostó en sucama para ver la foto de ella.

No era la foto que les habían tomado ese día en el supermercado.

Era otra de ella riendo feliz al haber ganado la competencia.

Dániel también sonreía cuando veía su sonrisa.

"Eres tan linda..."

Pensó el guapo joven besando la pantalla del celular.

***By Liliana Situ***

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