El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 39

El velero por fin encalló en la playa de la isla.

El Capitán Mark arrojó la cuerda para que las personas de tierra pudieran atarlo.

El Capitán bajó a los camarotes y tocó levemente la puerta del camarote cerrado.

"Señor Situ, hemos llegado a la isla y llegamos en buen tiempo."

Fueron las amables palabras del Capitán.

Edward quien había estado dormido, despertó y con voz algo ronca dijo.

"De acuerdo, gracias."

Edward se sorprendió de haberse quedado dormido tan rápido y tan profundamente...

Tal vez era porque se sentía tranquilo y sentía que nadie le haría daño.

Hacía algún tiempo no se sentía así de comodo y en confianza con alguien más.

Los recuerdos del sueño que estába teniendo antes de que lo despertaran gradualmente se fueron desvaneciendo sin que pudiera seguir recordandolos.

Edward aún frotándose los ojos subió a cubierta y se acomodó la ropa.

En la cubierta del barco no estaba Emily.

La caja seguía cerrada en dónde Él la había dejado.

Edward pensó que tal vez ella ya había descendido a la isla.

Cuando se asomó a la playa, un simpático y sonriente hombre de mediana edad, muy bronceado le dió la bienvenida.

"Señor Situ, bienvenido a esta isla!"

"Los estábamos esperando, por favor, bajen, está todo listo para ustedes."

La esposa del hombre tenía en la mano dos collares de flores para ponerselas a Él y su acompañante.

La pareja con una enorme sonrisa, esperaban que los visitantes descendieran

Edward aún medio dormido, bajó con cuidado y vió a su alrededor.

Habían hamacas, cocos, palmeras, sombrillas y dos jet sky.

El Capitán Mark aún seguía amarrando el velero.

"Dónde está Emily?"

Cuestionó Edward al capitán, pues no la había, ni escuchado más.

"Señor Situ, la señorita me comentó que se sentía mal y quería regresar a su hotel."

"Yo tenía que seguir mi curso, pero un velero que regresaba la llevo de vuelta a tierra."

"La jovencita me pidió que no se preocupara por ella."

Edward despertó del todo al escuchar las palabras del capitán.

Un escalofrío lo recorrió completamente y lo sorprendió.

"Ella que?"

"No está aquí?"

"Idiota, dónde está?"

Exclamó furioso Edward mirando al Capitán.

"Señor Situ, lo lamento!"

"Ella de verdad se veía pálida y parecía que estaba en gran dolor pues tenía los ojos rojos por haber llorado."

"Ella no quiso molestarlo."

"El otro capitán aceptó llevarla de vuelta a la costa."

"No sabía...discúlpeme por favor."

El capitán pensó que eran esposos o novios.

Además no creyó que estuviera haciendo nada malo.

Entonces, porque estaba tan enfurecido el señor Situ?

En la pequeña isla había primeros auxilios muy rudimentarios.

Si la joven se hubiera sentido mal habrían tenido que regresar al hospital de la playa con urgencia.

Edward comenzó a agitarse e ignoró a las personas que lo trataban de calmar.

Marcó el número de celular de Emily.

Uno, dos, tres, cuatro,cinco, seis, siete tonos.

"Lo sentimos, el número que..."

Emily no contestaba.

Edward colgó.

Marcó de nuevo.

Uno, dos, tres, cuatro tonos sin respuesta.

Edward colgó pero siguió intentando.

"Los jet sky, puedo usar uno?"

Preguntó Edward nervioso.

Sentía el creciente nudo en el estómago.

"Si señor Situ...pero, no se quedará?"

Edward se guardó bien el celular en su bolsillo oculto.

Sin escuchar más encendió el jet sky.

"Cuánto tiempo tardaré con esta cosa en llegar al hotel?"

Le gritó Edward al capitán

"Tal vez 10 minutos, señor Situ."

"El velero en el que regresó a la señorita llegaría al hotel al lado de donde ustedes se están quedando."

Edward le dió una mirada de odio al capitán y se dispuso a regresar lo más rápido posible.

Su mente era un caos, completo.

Mil pensamientos pasaban a cada momento y Él se mortificaba más a cada segundo.

"Porque se fue Emily?"

"Pasaría algo malo?"

Se preguntaba en la mente Edward.

"Maldición, porque tuve que dormirme?"

Se reprochó Edward.

"Baje la guardia!"

"Pero..."

El pensamiento de que esas podrían ser una de las muchas vacaciones que compartiría con Lucy lo había entristecido.

Al grado de que una leve depresión se había apoderado de su mente y corazón.

Edward había planeado toda una vida con Lucy.

Vida que había sido destrozada por ese accidente.

Vida que ahora trataba de remendar con Emily.

Pero ella no era su amada Lucy.

Las gotas de agua salada lo golpeaban en los brazos, piernas y cara.

Era por eso que Edward tenía los ojos rojos.

No es cierto?

Emily sin fuerzas para caminar se sentó en la arena.

A su alrededor las personas reían, bromeaban, jugaba con pelotas, hacían castillos de arena.

Novios se besaba, mujeres se bronceaban al sol, niños corrían al mar con flotadores.

Todos estaba felices y ella era la única desdichada en esa playa.

Una chica se le acercó y elogió su vestido.

Emily miró su vestido negro de la chica y le preguntó si podían cambiar.

La chica accedió, su vestido era mucho más hermoso que el que traía puesto.

Ambas fueron a los vestidores e intercambiaron vestidos.

Incluso Emily le dió el collar que había tirado en la playa.

Lo había recogido por impulso.

Ella planeaba dejárselo a Edward en la recepción junto con una carta.

La chica le agradeció con un abrazo que hizo que Emily sonriera levemente.

Emily se miró al espejo y su reflejo asomaba un poco sus sentimientos.

Sabía que tenía que darse prisa e ir al aeropuerto y huir pero...

Que sentido tenía?

El mini vestido negro la envolvía como si fuera una toalla y unas ligeras manchas moradas se alcanzaron a distinguir en su piel.

Emily tenía pocas ganas de cubrirlas.

Eran recuerdos dolorosos de que ella se estaba acostumbrando a Él.

Recogió su cabello en un chongo alto y suspirando fue a la recepción del hotel.

Pidió papel y pluma a la recepcionista.

Emily escribió una líneas, las leyó varias veces para estar segura.

Con cuidado dobló el papel.

Solicitó un sobre y escribió con letra grande "EDWARD SITU."

Le pidió a la recepcionista que se lo entregara al señor Situ en cuanto lo viera.

Emily caminó a la playa.

Sus pensamientos sombríos la destrozaban.

Quería sentarse en la playa y despedirse del mar.

Tal vez ella nunca volvería a regresar.

Era cierto que nunca había tenido vacaciones con la familia Mu.

Ellos nunca la habían llevado ni siquiera a un parque de diversiones.

Cuando su padre la llevó a su casa, después de adoptarla, Lily y Flora la veían como un insecto sucio.

Como algo desagradable y podrido.

Cuando su padre estaba en casa, ellas trataban a Emily un poco mejor.

Al menos le permitían compartir la mesa con ellos.

Pero cuando David no estaba, ellas la golpeaban, castigaban y regañaban sin motivo alguno.

Además de que le ordenaban que limpiara la casa como si Emily fuera una sirvienta.

Emily nunca tuvo juguetes bonitos como Flora y solo en una ocasión fue feliz.

Su padre le había regalado una libreta con hojas blancas y colores brillantes.

Ese día Emily se sintió como si hubiera ganado la lotería.

Durante la semana que su padre estuvo de vacaciones descansado en casa, ni Lily ni Flora la molestaron.

Ella pudo dibujar mucho sentada en la sala del piso.

Pero cuando David regresó a trabajar, Flora tomó los dibujos de Emily.

Lily, su madrastra la sostuvo de los hombros.

Ese día Flora, rompió todos sus dibujos y los colores.

Emily con ojos llorosos se refugió en su pequeño cuarto y lloró hasta dormirse.

Desde pequeña su vida había sido difícil y dura.

De adulta su vida no había mejorado ni un poco.

Emily estudió mucho y empezó a trabajar a una edad muy temprana.

Ella quería volverse independiente y poder dejar esa casa donde había sufrido tanto.

Cuando conoció a Ryan pensó que alguien la quería.

Pero Él también la había abandonado después de la humillación que sufrió.

Emily lo borró de su corazón y mente.

Su única amiga se había marchado en ese entonces a estudiar al extranjero.

Así que Emily se concentró en ganar dinero.

Tanto como ella pudiera para ahorrarlo en el banco y poder comprarse un pequeño departamento donde pudiera vivir tranquila.

Pero como se habían torcido tanto sus planes?

Ni siquiera había tenido un novio decente es esos años.

"Aunque huya y me esconda en otro país no puedo llevarme a mi padre conmigo."

"Él fue el único bueno conmigo."

Meditaba Emily.

Sabía que Edward la encontraría aunque ella huyera de Él.

Además dependía de Edward para que se llevará a cabo la operación del corazón.

También dependía de Él su trabajo, aunque Carl y su jefa fueron los que dirigían el nuevo edificio de diseño.

Edward era el CEO de todo.

Él era el último en tomar decisiones.

Sentada en la arena su celular sonó con su tono de canción favorita.

Las olas mojaban su vestido y piernas.

Ella no sentía nada, ni el sol, ni la brisa marina ni el agua salada.

"Caemos en lo inconsciencia, en lo inconsciencia..."

"Me gustas, quiero hacerte enojar, me mareas, eres maravilloso."

"Estas lleno de secretos que quiero conocer..."

Una y otra y otra vez su tono de escuchaba y ella cantaba tristemente.

No podía hacer nada, solo esperar.

Sabía que Él llegaría y la castigaría.

Tal vez después de que su padre se recuperarse y Él se casara con Shirley, ella podría recuperar su vida.

Tal vez.

Si Edward no la dejaba después de eso, ella consideraría huir con su padre lejos de Él y tratar de vivir feliz.

Ryan podía defender a Flora.

Desbloqueó su celular y vió la foto del estado de su hermana.

Ryan y ella sonreían alegremente muy juntos.

Una ligera envidia pasó por sus ojos y apagó su celular.

Porque tenía ella que sufrir tanto si era buena persona?

"Porqué?"

Se cuestionó Emily.

A quien había ofendido ella en su vida pasada pa a qué ahora pasará por tantas penas?

O que dura y difícil lección tenía que aprender?

Dejó caer su cabeza entre sus piernas.

Quería que las olas se la llevarán mar adentro y no salir más.

Edward mientras tanto había conducido como loco el jet sky.

Había llegado a la playa en tiempo récord.

Un chico del hotel recibió las llaves e instrucciones de manos de Edward para que regresara el jet sky a la isla cercana.

También le pidió que pidiera le guardarán su reservación hasta el día mañana.

Edward corrió al hotel.

Se fijaba atentamente a todos lados buscándola incesantemente.

Edward por fin la divisó a lo lejos.

"Emily!"

Gritó Edward.

Él corrió hacia la chica que caminaba tranquilamente por la playa.

Emily escuchó su nombre a la distancia.

Ella supo que su demonio personal había llegado por ella para disfrutar torturandola.

Edward corrió tras ella y dijo

"Emily!"

"Emily!"

"Porque te fuiste?"

"Te pasó algo malo?"

Cuestionó Edward a la niña.

La chica volteó y no era Emily.

Solo era el vestido y collar que Emily llevaba puesto!

"Quién eres tú?"

"Dónde está Emily?"

La interrogó Edward molestó.

La chica no entendía nada de lo que ese hombre le preguntaba.

Ella estaba asustada frente al loco, pero guapo hombre frente a ella que le gritana

"Quién demonios eres tú?"

"No soy Emily, sueltame!"

"Me lastimas!"

Edward había apretado con fuerza los hombros a la chica por la confusión.

"Emily, la chica que llevaba ese vestido..."

"Donde está?"

"Hacía donde se fue?"

"Estaba sola?"

Edward disparó sus preguntas ansioso.

La chica pensó que tal vez se trataba de algún pleito de novios y que aquella chica lo había dejado.

"Ella solo me pidió que cambiaramos de vestido."

"La ví hace como 5 minutos."

"Salí primero del vestidor así que no supe a dónde fue."

Declaró la chica.

"Es todo lo que se."

"Si quiere le regreso la ropa."

La chica se iba a quitar el vestido y el collar, pero Edward echó a correr por la playa ignorandola.

Él necesitaba seguir buscando a Emily.

Tal vez ella aún seguía en la playa.

Emily alzó la vista buscándolo.

Alzó su mano y dijo

"Aquí!"

Edward la vió y respiró más tranquilo.

Se acercó a ella y vió que ahora traía un vestido negro corto completamente mojado y manchado de arena.

Sus ojos estaban demasiado rojos y su semblante era de suma tristeza.

"Le pasó algo a tu padre?"

"Te paso algo Emily?"

Edward no comprendía porque se veía así ella.

Hacia unas horas atrás ella estaba alegre y reía.

Su semblante era hermoso entonces y ahora había perdido por completo el color de su rostro.

Emily lo contempló con calma.

Se había arrodillado en la arena y su cara estaba frente a ella.

Una de sus grandes manos estaba en su mejilla.

"Porque eres tan guapo pero tan malo?"

"Ojalá pudiera creer que me quieres un poco..."

"Ojalá no fuera tu amante."

Pensó Emily.

Ella bajó los ojos mientras preguntó.

"Trajiste el suero de la verdad Edward?"

Su pregunta le hizo fruncir el ceño a Edward.

"Para que necesitaría el suero de la verdad estando de vacaciones?"

Acaso no se habían llevado bien en esos pocos días?

Incluso en la mañana, Emily le había confesado que eran sus primeras vacaciones.

Él realmente se había sentido mal por ella.

Esa confesión había sido muy personal y espontánea.

Entonces porque pedir el suero?

"Para que lo quieres?"

"Hiciste algo malo que quieras confesar?"

Preguntó entre enojado y temeroso Edward.

Emily se miró las manos y se sintió inútil.

"No hice nada malo yo."

"Pero no sé si me creerás si te digo porque regresé al hotel."

"O lo que quería hacer después."

Declaró Emily con desgano.

"Después?"

"Que ibas a hacer después?"

La cuestionó Edward.

Él la giró para obligarla a enfrentarlo.

"Vamos a la habitación y ahí podrás inyectarme."

Edward de repente se sintió mal.

Si quería que ella fuera sumisa y obediente, pero no a este grado.

Un oscuro recuerdo pasó por su mente.

Él vió a Emily como esa niña hace tantos años.

La había "comprado" por unos cuantos miles de dólares.

Esa niña de 14 o 15 años permanecía parada absorta de todo en medio de la habitación de hotel.

Ya no luchaba ni sus ojos eran brillantes.

Había aceptado su destino y estaba a su entera disposición.

Edward la miró con detenimiento.

Muy joven, algo golpeada, vestido sucio y roto.

Estás niñas eran vendidas para satisfacer a hombres quienes podían golpearlas, torturarlas, tener sexo con ellas hasta matarlas.

O disponer de sus órganos.

Solo eran mercancía sin alma mi sentimientos.

Edward había estado aburrido en ese entonces y le pareció interesante experimentar eso.

Pensó que se sentiría excitado por ella y había sido todo lo contrario.

Le tenía lástima a la pobre chica.

Esa fue la primera vez que Edward se sentiría absolutamente avergonzado de Él mismo.

No había nada de sexy, sensual o provocativo en una muñeca de trapo humana.

Esa vez, Él le regaló dinero y su libertad.

La pequeña niña le besó los pies y corrió a reencontrarse con su familia.

Ahora Emily tenía esa misma mirada como la de esa pequeña niña.

Su comportamiento también se le asemejaba demasiado.

Edward no soporto verla en ese estado, por lo que la cargó en brazos.

Emily no se resistió ni habló nada.

No la bajó hasta que llegaron a la habitación.

Ahí, Edward le quitó el vestido roto que terminó en el bote de basura.

Emily se había puesto un bikini azul marino debajo y se veía muy bien.

Edward giró la llave de la ducha, comprobó la temperatura del agua con sus dedos.

Se quitó su playera sucia arrojandola al suelo.

Delicadamente condujo a Emily a la ducha.

La baño con cuidado y delicadeza.

Las lágrimas de ella se mezclaban con la gotas de agua.

Gracias a eso ella pudo desahogarse sin que Él la interrogara.

Sabía que la estaba limpiando para tener sexo violento con ella después de haberla inyectado.

Edward veía con preocupación a la sumisa y callada Emily.

No decía nada y eso lo mortificaba más.

Que demonios fue lo que le pasó?Porque estaba en ese estado?

Los hombres siempre han sido lentos en entender a las mujeres.

Los hombres siempre han sido increíblemente lentos en comprender los sentimientos y pensamientos de las mujeres.

Le quitó el bikini para deslizar con cuidado la suave esponja con refrescante gel para ducha.

Eliminó por completo los residuos de arena que estaba adherida a las delgadas y blancas piernas.

Emily se sentía como una muñeca sin alma en sus manos.

Que más podía hacer ella?

Ya había intentado luchar contra Edward, pero siempre terminaba cayendo en sus garras.

Había creído que Dorian la protegería de 3l.

Y había sido un grave error.

"Porque no hay un solo hombre bueno que me amé a mi?"

"Es que acaso jamás conoceré el verdadero amor?"

"Estoy maldita o condenada a sufrir por siempre?"

Emily se torturaba así misma preguntandose todo esto una y otra vez.

Cuando estuvo seca y vestida de nuevo, Edward se dió un duchazo rápido.

Pero se aseguró antes de cerrar con seguro puertas y ventanas para que Emily no intentara escapar de nuevo.

Sin embargo, Emily no lo intentaría más.

Había aceptado resignadamente su jodida vida en ese momento tan difícil y cruel para ella.

Cuando Edward estuvo vestido, Emily se recostó en una orilla de la cama sin que Él se lo pidiera.

Sin expresión alguna en su rostro extendió su brazo derecho hacía un lado.

Con voz muy baja y temblorosa ella susurró hacía su maldito captor.

"Estoy lista."

Sus ojos ya no tenían más lágrimas.

Emily fijo sus ojos sin emoción en el techo esperando el agudo dolor del pinchazo de la aguja.

El corazón de Edward se desplomó al verla así.

Se acercó a Emily despacio.

Por primera vez, Edward no sabía que hacer con ella.

Parecía que ella había perdido toda fuerza de voluntad y espíritu de lucha.

Edward se sentó en la cama a su lado.

Le acarició el brazo mientras le susurraba..

"Emily..."

***By Liliana Situ***

Valoro mucho tu opinión.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Prohibido Amor de un CEO