El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 37

Emily se despertó por los leves golpes en la puerta.

Una recepcionista le entregó un maletín gris.

"Señorita, aquí están los lentes que el Señor Situ encargó más temprano,."

"En cuanto llegaron se los he traído."

"Necesita otra cosa?"

"Lentes?...ah sí..."

Pensó Emily.

Ella tocó cara buscándolos.

Ayer los había perdido.

"No, señorita, muchas gracias."

La recepcionista le sonrió y se fue.

Emily abrió el maletín.

Dentro pudo sentir y ver toda clase de lentes.

Se probó varios hasta que encontró unos con los que pudo ver bien.

También había lentes de sol.

De repente se acordó de algo..

"Mi celular?"

"Y mi bolsa...no..."

"Los perdí ayer tambien?"

Buscó ropa para cambiarse e intentar buscar sus cosas en la calle, pero ahí en el tocador de madera estaba todo.

La bolsa estaba rota, había un poco de dinero y su celular tenía estrellada la pantalla...

"Ay mi celular...no puedo comprarme otro ahora..."

Se lamentó Emily mientras lo tomaba en sus manos e intentaba encenderlo.

No tenía batería.

"Esta muerto...oohh dios."

"Ese chico... Edward..."

Los recuerdos de la noche pasada llegaron rápido.

Ella recordó la pelea, el quejido sordo.

"Lo habrá matado también?"

Edward aún estaba dormido en la cama.

Emily lo observó desde el sillón de la habitación.

Se veía diferente dormido.

Mucho menos agresivo, mando y malo.

Fruncía un poco el ceño como si estuviera teniendo una pesadilla.

Emily estiró su delicada mano para acariciciarle con delicadeza el cabello.

Con sus dedos le alisó la frente.

Lo arropó bien con la sábana para después asomarse por la ventana de la habitación.

El murmullo del mar era muy relajante.

Las palmeras se movían ligeramente por el viento y todo el ambiente olía a sal marina.

La mañana era fresca, poco a poco el sol comenzaba a emitir sus cálidos rayos.

Emily en bata de baño, se sentó en la silla del balcón.

Ella reflexionó sobre lo que pasó después de que Edward la salvó de su atacante.

No solo no se había molestado con ella.

Ella había tomado el control y le había exigido a Edward que la complaciera muchas veces hasta bien entrada la madrugada.

"Debió ser afrodisíaco lo que ese chico me dió..."

Meditó mientras un aroma delicioso llegaba a su nariz.

Alguien estaba asando pescado y eso despertó su hambre.

No había comido nada desde ayer en la mañana.

Regresó a la habitación y dudó si despertar a Edward o no.

Era raro que ella despertara antes que Él.

Por eso ahora lo podía ver sin miedo.

Su cuerpo tonificado se notaba través de la delgada sábana.

Su bella cara, sus labios, sus grandes y suaves manos.

Emily comenzó a respirar rápido al verlo.

"Que es esto que siento?"....

Para relajarse, abrió el closet para buscar que ponerse.

El vestido floreado blanco largo y otras sandalias se le veían muy bien.

Se maquilló poco, puso especial énfasis en ciertas "marcas", tomó un sombrero y un collar.

Emily se miró al espejo desde todos los ángulos y si, se veía muy bien.

"Le avisaré."

Emily quería bajar a desayunar algo al comedor, tenía hambre.

"Edward...Edward..."

Dijo tratando de despertarlo mientras lo movía un poco con su mano.

Edward escuchó a lo lejos su nombre y trató de abrir los ojos.

Solo había dormido una o dos horas en toda la madrugada.

"Edward..tengo hambre."

"Puedo salir al restaurant a comer algo?"

"Está bien, pero solamente a comer, de acuerdo?"

"Verifica el número de habitación, lleva la llave, no la pierdas."

Replicó Edward más dormido que despierto.

"Gracias, descansa."

Emily susurró agradeciendole.

Sin hacer ruido, cerró la puerta y se fue.

Ella se sintió como si le hubiera pedido permiso a su padre para salir a jugar.

El restaurant del hotel era enorme y había mucha gente, turistas en su mayoría, de todas nacionalidades.

Emily se acercó a las mesas de buffet con toda clase de delicias estaban a su disposición.

Mesas con fruta picada, postres, sopas, platillos preparados, café, jugos, té, cereal y mucho más ella observó con cuidado.

Los platos blancos estaban dispuestos en una mesa especial.

Emily tomó uno y cubiertos para comer.

Divisó una mesa pequeña sola y ahí dejó un plato y sus cubiertos.

Regresó a las mesas y se sirvió un poco de todo.

Estaba tan feliz de estar ahí, a salvó, en su mente le dió las gracias a Edward por haberla salvado anoche.

Con gracia, se sentó en la mesa que daba frente a la ventana abierta y la brisa marina le alborotó un poco el cabello.

Edward la miraba desde lejos.

Nunca la había visto así, relajada y hermosa.

De madrugada había terminado con sus pendientes, debido a eso Edward había dormido solo un par de horas en total.

Pero después de escucharla que ella bajaría sola, se vistió y salió a buscarla.

Emily comía pequeños bocados de fruta cuando Edward se sentó frente a ella.

"Buenos días."

Dijo ella felíz.

"Buenos días comelona."

Y con una servilleta le limpió la comisura de la boca que estaba manchada de fresas.

Emily no supo que hacer, pero se quedó quieta hasta que Él terminó.

Entonces ella vió la comida que había en los platos que Edward trajo a la mesa.

Carne, pollo, sopas picantes, pan...

"Con razón le duele el estómago muy seguido."

Pensó Emily.

"Edward, no crees que es demasiado temprano para que comas tan pesado?"

Preguntó la niña preocupada.

"Hum?"

Edward miró sus platos.

Esto era un desayuno ligero para Él.

"No comes verduras?"

Cuestionó Emily.

"Acaso soy conejo?"

Respondió Edward

"Las verduras y frutas en el desayuno son excelentes para tu estómago."

"Puedes comer algo de carne pero sería más provechoso para ti comer huevos, jugo de fruta fresca y algo de.."

Le informo Emily.

"No me des órdenes."

Dijo Edward molesto.

"Que?"

"No te daba órdenes, lo siento."

Emily bajó la cabeza.

Comenzó a comer más despacio y en silencio.

Ella había dicho eso por su bien.

"Entonces que puedo comer en el desayuno?"

Edward preguntó al verla suspirar triste.

"Puedo servirte yo?"

Preguntó Emily audaz.

Tenía una buena razón.

En esa playa no tenía las hierbas con las que le hacía su té y ella ignoraba si podría conseguirlas en ese lugar.

Edward era muy molesto con dolor de estómago o con cualquier otro dolor.

Sin esperar su respuesta, Emily se levantó.

Le trajo un plato pequeño de frutas picadas, un plato de huevo con verduras, té y pan integral dulce.

Edward comparó los desayunos y no le agradó el de Emily, pero ella lo veía con expectativa...

"Entonces esto debo comer?"

Preguntó Edward frustrado.

"Puedes comer pescado si quieres, hay a la plancha..."

"Esta bien esto, pero que haremos con lo demás?"

"Podemos pedir que lo pongan para llevar?"

Edward suspiró por la petición de la niña.

Él se concentró en comer.

Emily lo imitó.

Ambos desayunaron con la música tranquila de comedor y el barullo de la gente.

Edward, por primera vez en su vida y con mucha pena pidió que le pusieran la comida para llevar.

Nunca antes Edward había hecho eso.

Emily le dijo que era desperdiciar comida si lo dejaba ya que nadie más podía comerlo.

Edward no pensaba igual, pero de todas formas lo hizo.

Emily caminaba alegre por la arena con una bolsa de comida.

Admiraba el mar, los botes a la lejanía, las palmeras, las gaviotas, el sol y las nubes.

Se sostenía el sombrero con una mano y Edward la seguía detrás.

El sol hacia que su cabello y su piel brillará.

Entonces surgió una duda en Él que lo hizo apresurar el paso.

La agarró del brazo y la miró con atención.

No se le veían chupetones ni marcas.

Emily notando que la "inspeccionaba con lupa" se rió de Él.

"Máquillaje."

Dijo tranquilizandolo.

Edward le soltó el brazo.

Pasó su brazo por su cintura, le quitó la bolsa de la mano mientras le preguntuntaba.

"No te sientes cansada o mal?"

Anoche Él y ella retozáron muchas veces en la cama en tan variadas posiciones.

Edward si estaba un poco cansado.

"No, porque?"

"Debería saber que droga fue para usarla yo..."

Pensó Edward con malicia.

Siguieron caminando hasta el fin de la playa privada y regresaron al hotel.

"Podemos ir a la alberca?"

Emily preguntó.

"No, acabas de comer."

"Es dañino nadar después de comer."

Replicó Edward.

"Solo quiero meter mis pies, no sé nadar."

Respondió apenada la niña.

"De acuerdo."

La alberca estaba llena de niños, mujeres y hombres.

Edward se sentó en un silla larga y Emily a su lado.

Se quitó el vestido y Edward inmediatamente la tapó con la toalla.

"Quien te dijo que podías ponerte bikini?"

Preguntó con enfado.

"Hay algo malo en mi traje de baño?"

"Yo creo que me veo bien."

Inocentemente declaró Emily.

"Demasiado bien..."

Pensó Edward.

"Será mejor que te dejes puesto el vestido si solo quieres meter los pies o nos iremos a la habitación..."

"Mandón."

Pensó Emily.

Ella se puso su vestido otra vez, se sentó en la orilla y metió los pies.

Unos chicos jugaba con una pelota de playa y sin querer la salpicaron.

Unas chicas de su edad se acercaron y le dijeron.

"Amiga! Quieres jugar con nosotras? Necesitamos una más."

Emily quería jugar, pero volteó a ver a Edward.

Él negó con la cabeza.

"Lo siento, no puedo."

La chica volteó hacia donde estaba sentado Edward y le dijo.

"Tu hermano mayor no te deja jugar?"

"Que malo es!"

Edward escuchó lo que dijo la chica.

Tomó sus cosas se levantó.

"Emily, vámonos."

Emily se levantó, se puso sus sandalias y le dijo adiós con la mano.

Edward le agarró la mano y caminó a la habitación con ella.

Al abrir la puerta ella entró y dejó sus cosas en la mesa.

Edward un poco molesto por el comentario salió a fumar al balcón.

Hizo una llamada en lo que Emily se recostaba en la cama.

"Esta todo hecho?"

Preguntó Edward.

"Si jefe, todo limpio."

Respondió su hombre.

"Muy bien, espera más órdenes."

Entró a ver a Emily quien había encendido la televisión.

Ella no tenía nada más que hacer.

Edward observó el celular estrellado de Emily.

"Vamos al pueblo a comprar otro celular para ti, este ya no sirve."

"De verdad Edward?"

"Pero no puedo pagartelo ahora."

Emily en verdad no quería tener más deudas con Él.

"Ya encontraré otra forma de cobrarme."

Edward la levantó y rodeándola con sus fuertes brazos la besó muy profundamente.

Emily al principio no cerró los ojos pero gradualmente lo hizo.

Edward besaba muy bien.

Se separaron y Edward caminó a dónde estaba los lentes.

"Por cierto, gracias por mis nuevos lentes Edward."

Le agradeció cuando lo vió observando todos los armazones.

Edward tomó varios y le quitó los que traía puestos ella.

"Con estos puedo ver bien."

Protestó Emily.

Edward le probó varios mientras le preguntaba con cuál veía bien.

Le probó los lentes oscuros hasta que dos le agradaron a Él y tomando otros dijo.

"Estos se vuelven opacos en el sol, comprueba si ves bien con ellos, sal al sol."

Emily se los probó.

Los lentes tenían un poco más de graduación.

Caminó con torpeza al balcón y en efecto se volvieron opacos cuando le dió de frente el sol.

"Prefiero los primeros, estos me marean."

Ella regresó agarrándose de los muebles para no caerse.

"De acuerdo, elige tres de ellos y los demás los devolveré."

"Ahora vámonos, tenemos que ir al pueblo..."

Apuro Edward a Emily.

"Esta vez no saldrás sola, de acuerdo?"

"Si."

Respondió feliz Emily.

Un Jeep moderno los esperaba en la entrada del hotel para ir al pueblo.

El caminó no fue largo en auto.

Ayer le había parecido que estaba a kilómetros el hotel del pueblo...

De día, el pueblo era muy tranquilo y no había tanta gente en sus calles.

Los puestos de comida y vendedores ambulantes era lo que en su mayoría se veía.

Edward la llevó a un edificio antiguo y ambos entraron.

Dentro estaba fresco y olía a humedad marina.

Una exposición de arte religioso los recibió.

Ambos recorrieron las galería y de vez en cuando Emily le preguntaba a Edward una que otra cosa en voz baja.

En una sala un poco oscura, una pintura enorme de algún santo rodeado de angeles y nubes era lo único que se veía.

Había bancas de piedra tallada para sentarse y las diminutas ventanas dejaban pasar débiles rayos de sol.

Emily cansada se sentó en una de ellas para darse un masaje en sus piernas.

"Cansada?"

La cuestionó Edward.

"Un poco, pero es tan hermoso."

"Sabías de estás exposición?"

Le preguntó Emily mirándolo.

"A mí también me gusta el arte."

"También puedo diseñar y pintar solo que no tengo tiempo para eso."

Declaró Edward sin mucho afán.

"De verdad?"

"Podrías enseñarme?"

Preguntó Emily ilusionada deseosa de poder aprender más.

Edward vió su hermosa e inocente sonrisa, Él tomó su nuca para besarla.

Emily no se resistía tanto como antes.

Cuando se separaron ella tenía una mano en su pierna y su cuerpo le pedía más.

Ella se acercó a Edward para besarlo por impulso.

Edward correspondió a su pasión y la la cargó para llevarla hasta el rincón más oscuro del lugar.

"No, aquí no, Edward por favor."

Emily susurró algo aprehensiva al sentir que Edward le subía el vestido.

"Me complaceras en el hotel como ayer en la noche."

Habló Edward con su boca pegada a la de ella.

"Si, vámonos por favor."

"Quiero seguir viendo."

Rogó Emily.

"Está bien."

Edward sonrió complacido.

Ella estaba cediendo ante Él.

Salieron del edificio antiguo y recorrieron la plaza en busca de una tienda de celulares.

Por fin encontraron una y entraron.

Emily salió con celular nuevo y estaba muy feliz.

Ese celular era mucho mejor que su antiguo celular, por lo que lo guardó muy bien.

Caminaron un poco más, compraron helados de chocolate y regresaron al Jeep.

La tarde caía, el sol rojo pintaba las tranquilas aguas del mar.

Más gente se apreciaba en las calles.

Los puestos comenzaba a iluminarse y los espectáculos callejeros comenzaba a atraer gente.

"Quieres que nos quedemos?"

Preguntó Edward viendo a Emily.

"No, prefiero irme a la playa del hotel."

Dijo ella con decisión.

Emily ya no quería recordar nada malo.

"Está bien."

La música y risas de las personas se escuchaban en el hotel.

El espectáculo nocturno del hotel estaba a punto de comenzar.

Edward tomó la mano de Emily. y

Juntos caminaron al salón del hotel.

Una obra de teatro se presentaría en el lugar.

Se sentaron en una mesa VIP para apreciar la puesta en escena.

Emily se excusó para ir al baño.

Había muchas chicas en el baño, por lo entró disimuladamente al baño de hombres.

Se estaba lavando las manos cuando un chico entró.

"Perdón, perdón ya me voy."

"Disculpa."

Se disculpó Emily caminando a la salida.

"Cuál es tu prisa hermosa?"

"Ya estás aquí, yo también..."

Emily lo empujó para alcanzar la puerta.

El chico la detuvo con su mano y la arrastró afuera del salón.

"Tienes algún problema con la señorita?"

Una voz masculina preguntó detrás de ellos.

"Ninguna."

"De hecho mi novia y yo peleamos.."

"Ahora está enojada, no te preocupes, vamonos."

Dijo el chico enojado sin voltear a ver a quien había hablado.

"Sueltame."

Emily subió el tono voz.

Pegándole en la mano se deshizo de su agarré y corrió para abrazar a Edward.

"Ah, entonces es tu mujer hombre?"

"No eres demasiado viejo para ella?"

"Ya se, es tu sugar daddy no muñeca?

"Yo también puedo pagarte sabes?"

"Podemos compartirla viejo, no crees?"

Edward había escuchado suficiente.

Emily se acercó al chico y lo abofeteó.

"No soy objeto y no es mi Sugar Daddy!"

"Él es mi novio!"

"Lárgate idiota, no nos molestes más."

Gritó furiosa Emily.

Edward se acercó también para alejar a la enojada Emily del chico.

"No solo eres viejo si no que dejas que ella te defienda."

"Que cobarde pusilánime eres!"

"Si quiere un hombre de verdad búscame."

El chico trató de pasar por delante de ellos.

Edward le dió un puñetazo en el estómago tan fuerte que instantáneamente escupió sangre.

Sin que nadie los viera Edward lo levantó y lo llevó afuera del hotel.

Lo dejó caer al suelo como costal de papas y le dio dos patadas más.

Sacó su celular para dictar una orden.

"Otra basura que recoger, mismo lugar."

Un auto negro se acercó después de unos minutos.

Un hombre saludó con respeto a Edward y a Emily.

Procedió a meter al chico a la cajuela, la cerró para alejarse del lugar con el auto.

Emily observó todo como una película.

Edward la abrazó por detrás.

"Nos deshacemos de basura humana que nos roba valioso oxígeno."

"No sufras por nada."

"Regresemos, quiero ver el show."

Sentenció Edward.

Tan fácil se había desecho de una persona!

"Debo tener más cuidado..."

Pensó Émily.

Ella caminaba de la mano de Edward al salón de nuevo.

Vino, pescado asado y frutas los recibieron en una área privada.

"No comas demasiado."

Habló Edward.

Emily comió poco.

Pero si bebió más vino gracias a qué Edward seguía llenando su copa cada que vez que ella se lo terminaba.

Al final ella se sentía algo borracha.

Sus mejillas rojas la hacían ver muy adorable y deseable.

Emily se quitó el vestido, pues estaba acalorada.

Sus manos doblaron con torpeza el vestido para dejarlo a un lado de ella.

Edward la observó con atención, pues Él no estaba nada borracho.

"Esta Emily borracha me gusta también."

Pensó Edward mientras se levantaba de su silla.

Sentó en su regazo a Emily para besarla y acariciarla sin restricciones.

"Que bueno es estar de vacaciones."

Pensó Emily algo mareada, pero feliz.

Sentía las cálidas y grandes manos de Edward por todo su cuerpo.

La boca de Edward la quemaba con cada beso.

La lengua de Edward le hacía el amor a la pequeña lengua de Emily...

Los gemidos subieron de intensidad.

Los jadeos entrecortados también aparecieron.

La pasión comenzaba a desatarse.

***By Liliana Situ***

Valoro mucho tu opinión.

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