El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 169

"Y ahora que pasará?"

Cuestiona ella.

"Tu regresarás a tu villa encanto."

"Yo sigo con mi vida."

Responde el hombre.

"Siempre eres así de frío?"

Cuestiona ella sin poder creer lo que escucha.

"Cuando tuve sexo contigo no fui frío o si encanto?"

Responde él burlonamente.

"Deja de llamarme así!"

"No soy encanto, me llamo Ekaterina, ya te lo había dicho y soy..."

Exige molesta la chica.

"Si, si ya se, la hija del embajador ruso en esta ciudad, uy que importante."

De nuevo se burla Jens.

"Mira encanto Ekaterina, te sugiero que no nos volvamos a ver."

"Ya te probé, ya te usé y no eres la gran cosa."

Declara Jens ligeramente.

La chica abre los ojos la escuchar las irritantes palabras que golpean su ego.

La chica iba contradecirlo pero el imbécil Jens se le adelanta.

"Además yo voy tras una presa más grande, que vale mucho mas la pena que tú."

"Una presa que será difícil de cazar, pero en cuanto lo haga le haré la asesinare para colgarla en mi pared como el trofeo que representa."

"Tu solo fuiste un aperitivo encanto, asi que puedes irte ya a..."

El ruido de la mano estrellándose fuertemente contra la pomposa cara de Jens fue lo más satisfactorio que pudo tener Ekaterina, pues a pesar de que si Jens pues sabía medianamente provocar algo de placer, la verdad dicha es que no fue un gran amante.

Y su miembro dejaba mucho que desear en longitud y grosor.

Además que sus gemidos o rugidos o ruidos que Jens producía durante el acto eran incomodos de oír, exagerados y burdos.

"Pues tu no fuiste un gran amante, apenas y disfrute y tuve que fingir algunas veces mis orgasmos para que te sintieras bien."

Se defiende Ekaterina.

"Deberías consultar algún especialista para tu pequeño problema entre tus piernas."

Ekaterina señala moviendo el dedo pequeño de su manita, cosa que Jens entendió muy bien.

"Y si tu no abres la boca yo no esparcire rumores acerca que eres un pésimo amante con miembro pequeño."

La chica sale furiosa de la habitación de hotel después de amenazar sutilmente a Jens.

Detrás de ella caminó su guardaespaldas que la había escoltado la noche anterior cuando Jens la llevó a ese hotel con la promesa de sexo brutal.

Brutal....

Se repetía ella en su mente.

Lo único brutal fueron sus ruidos incomodos.

"Puedes creerlo Igor?"

"Ese idiota dice que no soy memorable, que soy poca cosa, que no..."

Los sollozos no la dejaron continuar caminando ni hablando por ese pasillo de hotel lujoso.

Igor, su guardaespaldas abre la puerta de otra habitación para que ambos entren.

Cerrando la puerta detrás de ellos Igor le extiende un pañuelo desechable a la chica para que se limpie las lágrimas de su bella carita de niña.

Cuando terminó, Eksterina abraza al guardaespaldas porque se siente realmente mal.

Ella solo se fijó en la hermosa cara de Jens y su porte refinado.

Ella creyó que había encontrado un caballero que la haría suspirar en la calle y gemir en la cama, pero se había equivocado tan rotundamente que su ego y su cuerpo ahora le pesaban.

"Gracias Igor, siempre eres un ángel conmigo."

"Me daré una ducha y nos iremos."

"Me asquea el toque de ese imbécil en mi cuerpo."

Igor sin hablar le hizo una seña y ella pudo ver que su padre le había mandado ropa ya para que se cambiara.

Lentamente Igor se acercó a su espalda la chica y la rodeó con sus brazos fuertes.

Igor media más de metro ochenta y posee el cuerpo increíblemente marcado, musculoso y fuerte.

Ekaterina se deja querer, pues ahora se siente increíblemente mal.

Ella cerró los ojos, disfrutando de los besos que Igor deposita en su cuello.

"Eres deliciosa, ese estúpido no sabe la joya que tuvo el placer de poseer por unas horas en sus manos."

Susurra Igor en el oído de la chica.

La reacción de ella fue pegar sus caderas con las de él y recargarse en su fuerte pecho mientras dejaba escapar un suspiro de excitación.

Igor comprende que tiene la oportunidad perfecta de cumplir sus fantasias al disfrutar los placeres carnales que esa hermosa niña podría darle.

Y no la dejaría pasar.

Lentamente la desvistió repartiendole besos cálidos y caricias que provocaron que Ekaterina se sintiera amada, adorada, deseada, frágil en las enormes manos blancas de ese gran hombre.

Igor siempre se mostraba duro y serio en la calle, protegiéndola de todo.

Pero, ahora en la intimidad se comporta terriblemente dulce.

Acariciandola con lentitud, como memorizando cada centímetro, cada curva de la piel de Ekaterina, Igor procura darle el placer que ella merece.

El beso de ambos los unió de forma demoledora, la pasión los inundó y cuando los dos llegaron juntos tomados de las manos al clímax, supieron que nunca más se separarían.

Ese día Igor borró fácilmente el patético recuerdo del cuerpo de Jens y su asqueroso toque del delicado cuerpo de Ekaterina.

Igor le enseñó, varias veces, como se siente un orgasmo devastador y apabullante.

Juntos usaron la habitación durante todo el día.

Ellos no lo sabían en ese entonces, pero serían pieza clave para acabar con Jens y ayudar a Lorelay en un futuro.

Mientras ellos terminaban su segunda ronda de sexo increíble y sudoroso, Lorelay se dedica a pintar un cuadro para Dániel y Johana por su inminente boda.

Por la mañana habían ido a la prueba del vestido de novia.

Johana parecía una princesa sacada de un cuento de hadas que se casaría muy pronto con el príncipe azul, en este caso, Dániel.

La tela del vestido era hermosa, el talle le quedaba perfecto y se amoldaba a su delgada figura de la chica como si fuera un guante.

El vestido dejaba al descubierto la espalda de la novia.

El escote esta revestido de una tela de encaje hermosa y sumamente suave al tacto.

El velo y el tocado de flores era simplemente exquisito.

Todas las chicas que acompañaron a Johana ese día suspiraron al verla salir del vestidor para que le dijeran sus opiniones.

Lorelay se sintió encantada al ver a su amiga y guardiana tan bella.

Ella felicitó a sus diseñadores por tan hermoso vestido.

De igual forma, Maggie y ella usarán un vestido de color perla que daba justo arriba de la rodilla, elegante y discreto pero también muy hermoso.

"Te ves simplemente hermosa Johana!"

"Eres la novia mas hermosa que haya visto."

"Y ya hemos tenido dos bodas en muy poco tiempo."

Maggie halaga a Johana mientras le acomoda el velo.

"Estoy tan nerviosa que no he podido dormir bien."

"Dániel ha tenido mucho trabajo, me siento bloqueda por momentos..."

"Dios, me gustaría que no fueramos tan vigilados por los paparazzi."

Johana toma solo infusión para mantener sus nervios tranquilos.

Ella aumentó la dosis de esa infusión, pero a pesar de todo sentía nerviosa todo el tiempo.

"Solo será un día, olvídate de lo demás."

"Pasaras toda la vida al lado de Dániel como su esposa."

"Y serán muy felices."

"Anímate Johana!"

"Será hermoso y te apoyaremos en cada paso."

Maggie abraza a Johana para tranquilizarla.

"Espero que haya un vestido también para mí, pero de color negro porque no pienso ponerme color perla o blanco nunca."

Carolina entra por la puerta de la lujosa tienda de vestidos de novia confiada y feliz.

Luce muy recuperada, descansada y bronceada.

"Vaya!"

"Te ha tratado bien Dinamarca y Paul Carolina?"

Exclama Maggie mirando a la chica.

"Es un gusto que estés aquí Carolina!"

"Amiga, te extrañé, porque no me avisaste que vendrías?"

Lorelay se levanta para darle un abrazo fuerte a la ruda chica.

Cuando contempla el semblante de la chica y solo puede encontrar felicidad reflejada en sus ojos.

"Todo es culpa de Paul."

"Véanlo ustedes mismas!"

"Esta afuera en el auto esperándome."

Exclama Carolina con fastidio.

Todas se asoman por el enorme ventanal para efectivamente ver el auto de lujo de Paul el cual esta estacionado con él esperando a Carolina a que salga de la tienda.

"Es tan incomodo!"

"No me deja en paz ni un solo momento!"

"Me sigue a todos lados, no me deja hacer nada sola, me trata como una niña, me consiente demasiado..."

"Si sigue así lo mataré, en verdad juro que lo haré!"

"Me esta volviendo loca con sus mimos y sus atenciones!"

Todas las chicas escuchan las palabras de la chica antes de echarse a reir.

"Bienvenida al club de hombres que nos aman demasiado!"

Dijeron casi todas al unisono.

"Dániel no me deja ni ir al supermercado sola."

Declara Johana.

"James no me deja ir sola a comprar algo a la farmacia."

Asevera Maggie.

"Tu ya sabes a qué grado puede ser posesivo Edward."

"Aunque antes no podíamos vernos por sus obligaciones."

"Ahora me ha estado vigilando mucho y tampoco me deja hacer mucho sola."

Asegura enfatica Lorelay.

Todas estan de acuerdo que sus hombres las aman demasiado como para separse de ellas por unos minutos siquiera.

"Pues ustedes los soportan porque los aman!"

Se queja amargamente Carolina.

"Tú porque Edward es tu alma gemela."

"Tu te casas con Dániel, tu alma gemela, tu amas a James."

"Pero Paul...ahora es diferente."

Responde la chica en voz baja.

"Prefería como era antes cuando peleábamos y nos golpeábamos."

"Ahora la única violencia que obtengo es cuando me da nalgadas cuando..."

"Ustedes comprenden y es tan vergonzoso eso!"

Todas volvieron a reir por las palabras de decepción de Carolina.

Ellas saben que Paul la ama demasiado, por eso es así con ella.

"Él te ama demasiado, se que no es lo que quisieras, pues antes eras muy independiente, pero valoralo."

"Paul hace todo eso por ti, te adora demasiado Carolina."

Indica Lorelay.

"Dániel adora demasiado a Johana por eso es que se casa con ella en este evento super publicitado y estan felices los dos."

"No es así Johana?"

Lorelay le quita el velo a la chica para que responda.

"Si, estamos nerviosos, pero ansiosos y felices."

"Ya queremos que sea el día de la boda."

"Ya queremos ser esposos para toda la vida y tener hijos."

"Dániel quiere muchos hijos pero niego a tener más de dos pequeños a los que amaremos con locura."

Johana declara decidida.

Carolina se sienta en el sillón junto a la ventana mirando al auto donde Paul la espera pacientemente revisando su celular.

Paul aprovecha cada minuto que no está con su amada Carolina para revisar sus empresas, las entregas de sueros de la verdad y armas, pues los Black jamás pararon de distribuir y elaborar compuestos químicos.

Salvo la vez que secuestraron a Daniel Black y Lara su esposa.

Pero ahora, los Black vuelven a ser los número uno en drogas, sueros y armas de todas las ciudades y el mundo.

"James se casará pronto con Maggie en una boda enorme como la de Aurora."

"Y lo hará porque la ama."

"Yo eventualmente también me dejaré convencer por el insufrible y tonto Edward para que nos casemos."

"Y lo haré porque lo amo y es mi alma gemela."

"Aunque también es un bastardo la mitad del tiempo."

Carolina se ríe al escuchar a su amiga.

Las palabras que más le gustan para describir a Edward fueron "Insufrible" y "Bastardo."

"Dale una oportunidad a Paul, Carolina."

"Ahora, ya que estás aquí llamaré al diseñador para que te tome medidas para tu vestido especial."

"Tengo en mente algo fabuloso y oscuro para ti."

Las risas femeninas de las chicas se escuchan fuerte en el salón donde se prueban los vestidos.

Después de tres horas de risas, pláticas del corazón y de hombres, todas se despidieron para regresar a sus actividades.

Lorelay se sienta un momento a descansar sus ojos rememorando la hermosa tarde de chicas que pasó junto con sus mejores amigas, sus compañeras de aventuras .

Ella revive el momento en que Carolina salió dem edificio para ir al auto con Paul.

Todas vieron a Paul bajar del auto para abrirle la puerta del pasajero como un verdadero caballero.

Carolina se quedó un minuto mirándolo para después abrazarlo por el cuello, pararse de puntitas y besarlo apasionadamente ante los silbidos, aplausos y gritos de felicidad de sus amigas.

"Se que ella ama tanto a Paul."

"Si llegarán a separarse le dolería tanto a ella que no sabría que hacer con su vida."

Piensa Lorelay mientras bebe su elixir para combatir el dolor que aún le aqueja en su costado izquierdo.

A veces el dolor se dejaba sentir como en ese momento.

Mirando sus manos manchadas de pintura roja Lorelay recuerda haber compartido el postre de fresas con Edward la noche anterior cuando él volvió a darle a beber el elixir de amor cuando ella salía de una reunión con un socio de la empresa de diseño.

Cuando salía de la sede del edificio Lorelay se sorprendió al sentir un pinchazo como una picadura de abeja justo cuando Edward apareció a su lado.

Cuando volvió a abrir los ojos, Lorelay estaba en la cima de un edificio muy alto adornado primorosamente.

Los esperaba una mesa elegante para que cenaran.

La cena fue exquisita, refinada y cuando llegó el postre, Lorelay se maravillo al ver que era de fresa, pues durante mucho tiempo ella no pudo comer fresas porque le recordaban a Edward y le causaban indigestión.

Pero al estar con él sentada, sintiéndose extrañamente ligera y feliz, compartió con Edward el postre.

Postre que disfrutaron con una sola cuchara para los dos.

Después, la cuchara fue reemplazada por el dedo de Edward.

Después los labios con sabor a fresa reemplazaron el postre.

Sin saber como, Lorelay terminó sentada encima de Él besandolo apasionadamente a la luz de la luna llena.

La desesperación por reconocerse, por saborearse, por sentirse...

Todo estaba resumido en sus labios, en la lengua de ambos.

En los jadeos, sus inhalaciones cortadas de aire, sus suspiros, sus gemidos en la boca del otro.

"Te amo demasiado, te amo."

Susurra Lorelay intoxicada de amor.

"Yo también te amo y te deseo."

"Te extrañé tanto, pero ahora estas aquí."

Eres mía, siempre fuiste mía."

Edward habla mientras recorre con su boca la piel exquisita de la chica en su regazo.

Edward carga a su amada para llevarla a una habitación especial donde una cama blanca los espera.

Pero no iba a tener sexo con ella.

Edward quiere dormir al lado de su amada.

Hace mucho tiempo que Edward no dormía bien pues solo pensaba en ella.

Aunque está vez nada le impidió a Lorelay regalarle un orgasmo purificador a Edward.

Él hizo lo mismo después.

Contentos más no saciados con ese pequeño entremés los dos durmieron enredados en esa cama blanca.

Abrazados fuertemente, desnudos completamente, los dos por fin se fusionaron en ese único ser que tenían que ser.

En esa alma única perfecta.

La energía de los dos se apaciguó para darles una merecida tregua y permitirles dormir bien, recuperando sus energías perdidas.

"Buenos días mi amor."

Despertó tiernamente Edward a Lorelay susurrando en su oído mientras que ella despertaba del hermoso sueño donde sus hijos y Edward siempre eran los protagonistas.

Y vivían una vida plena, libre y extremadamente feliz.

"Buenos días amor mío."

Respondió Lorelay agazapada contra duro y musculoso pecho de Edward, recostando su oído para escuchar el corazón de su alma gemela.

"Lamento esto, pero si no lo hago explotaré."

Se disculpa Edward antes de colocarse encima de Lorelay para besarla con ternura.

Poco a poco abre las piernas de la chica para tener acceso a su cálida entrepierna.

"Que pasó con eso de que necesitabas veinticuatro horas para..."

"mmmmhhh..."

"aaahhhhh..."

"Sigue, solo sigue...."

"No.....no pares..."

Gime Lorelay perdida en el placer que le da Edward al penetrarla de forma tan divina.

"No lo haré mi amor, no soporto más sin estar dentro de ti..."

"mmmhhh..."

"Tan dulce como siempre."

Abrazados, besándose con suavidad y conciencia de su placer se prepararon para llegar juntos a ese lugar donde ambos explotaban.

Lorelay acaricia la espalda dura y marcada de Edward trazando los surcos de sus músculos.

De vez en cuando entierra sus uñas en su piel pues la intensidad de sus fuertes acometidas es demasiada.

"Te amo...dios..."

"Emily...te amo."

"Edward...si...."

"Sigue...casi....si..."

Las sensaciones seguían siendo las mismas.

Parecía que ellos nunca se habían separado, pero para sus cuerpos los cuatro años de sequía de caricias y placer fueron muy duros.

Por eso ahora todo se sentía magnificado por dos, por tres...

Por mil!

Últimos jadeos y gemidos antes de llegar al extasis.

Las manos abrazando fuertemente el cuerpo de cada uno antes de que juntos llegaran al cielo, tocando el paraíso juntos.

Riendo felices se abrazaron de nuevo para besarse con delicadeza.

"Seguirás buscando hoy?"

Pregunta Lorelay mientras se viste.

"No, tengo que volver a la empresa."

"He retrasado demasiadas reuniones con muchas personas."

"Tal vez estos días no podré verte tanto a pesar de que estemos en el mismo lugar."

Indica triste Edward.

"Pero siempre buscaré el momento ideal para demostrarte mi amor Lorelay."

En el exclusivo ascensor del edificio ambos continuaron besándose como si fueran novios, recuperando el tiempo perdido.

"Iré con las chicas a la prueba del vestido de novia de Johana."

"Vendrán Maggie también, te veré por la noche?"

"Quisiera decirte que sí pero no lo se y prefiero que sea así, porque me gusta sorprenderte nena."

Último beso y como una pareja de esposos, cada uno se separó para tomar sus autos que ya los esperaban en la entrada principal del restaurante.

Algo había cambiado en Lorelay, ella mismo lo pudo ver cuando dejando de recordar lo que había vivido con Edward y sus amigas en ese día, miró su pintura en su estudio.

Ahora solo podía ver amor reflejado, pasión cruda pero esperanzadora, placer, pero sobretodo amor, mucho amor.

Ella nombró a este periodo feliz su era de satisfacción y buenaventura.

Cerrando los ojos de nuevo, Lorelay recuerda el toque de Edward, sus besos, sus dedos recorriendo su cuerpo.

Sus manos se convirtieron en las de él.

Cerrando los ojos, la chica murmura su nombre.

Como si de le hubiera cumplido su deseo Edward apareció detrás de ella.

"No comiences sin mí."

Indica Edward besándola.

"Parece que te llamé con mi deseo."

Responde Lorelay.

"Me invocaste, soy un demonio que ama a un ángel."

Responde Edward mirándola de forma perversa y lujuriosa.

"Pero eres mi demonio Edward."

"Y me encanta arder contigo en el infierno."

Sin importar si se manchaban de pintura la ropa quedó esparcida por todo el estudio pues estorbaba en sus cuerpos...

***By Liliana Situ***

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