El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 139

"Da vuelta a la derecha y suena la bocina del auto frente a esa puerta."

Tom dicta sus órdenes a Lorelay cuando para llegar frente una inmensa puerta negra.

Lorelay se mantiene tranquila ante todo.

Ella memorizó el camino para llegar al lugar y ahora memoriza los detalles de todo lo que les rodea.

La bocina del auto resuena en la calle vacia y húmeda permitiendo que se accione un mecanismo que desliza de lado el enorme portón permitiendoles entrar.

"Avanza y estaciona frente a la puerta de entrada."

La vieja casona donde se encuentran ahora esta casi en ruinas por fuera, pero se alcanza a percibir luz dentro de ella.

Carl sale al encuentro del auto usando jeans oscuros y botas de trabajo.

En ese lugar Carl enterró hace tiempo dinero, monedas de oro y joyas.

Tesoro el cual le era muy útil ahora pues de otra forma Carl no hubiera tenido forma de comprar gente y armas para llevar a cabo su venganza.

"Eres más útil que tu estúpido hermano."

Exclama Carl hacía Tom con prepotencia.

"Y ahora linda, nos sentaremos los tres para que nos platiques la interesante historia de como mataste a esa perra llamada Lucy."

"También quisiera saber como te convertiste en accionaria de las empresas Situ."

"Y tu extraña con esa máscara de Plata que te salvó antes."

La voz de Carl suena bastante diferente ahora.

"Por el momento estás en mi poder y nadie te salvará, pues nadie sabe de esta propiedad."

Lorelay observa al hombre frente a ella.

Su físico, su actitud, sus palabras son muy acordes con el alma podrida y repugnante carcomida por una envidia antiquísima.

"Veo que no eres muy conversadora, eso me agrada."

Sigue hablando Carl.

"No hay nada más desagradable que una mujer que lloriquea por cualquier cosa."

Carl toma bruscamente con su mano el brazo derecho de la chica para meterla a rastras en la casona oscura.

"Es tu turno de cavar Tomó."

"Casi encuentro la segunda caja con monedas de oro."

Carl le señala a Tom la pala y pico que estaba usando hacia solo unos minutos atrás.

Antes de que escuchara el sonido de la bocina del auto y dejara lo que estaba haciendo para abrir el portón.

Tom pone manos a la obra.

Sin dejar de agarrar por el brazo a Lorelay, Carl camina arrastrando a Lorelay hacia las escaleras para llevarla a una habitación especial.

La casona por fuera da el aspecto de estar en ruinas.

Pe por dentro es una casa un poco moderna e iluminada, aunque sucia por el polvo que se eleva debido a las excavaciones que los hombres están llevando a cabo estar en el suelo.

Los dos suben por una escalera enorme hacia las habitaciones antiguas.

Se detienen frente a una puerta de seguridad enorme donde Carl teclea una serie de números sin preocuparse si Lorelay los ve.

Carl asume que ella no podrá escapar jamás de ese lugar.

Ambos entran.

Carl avienta a la cama a Lorelay, ella se da vuelta de inmediato para enfrentar al hombre que cierra la puerta detrás de él.

"Tal vez no me conozcas o tal vez si, pero soy Carl Situ."

Hace su presentación malvada el hombre.

"Se que antes me veía diferente, pero esta es mi verdadera naturaleza y me encanta mi nuevo aspecto."

"Tu que opinas Lorelay?"

La chica observa detenidamente todos los tatuajes que le recorren el torso, los brazos y la espalda con cuidado.

Calaveras,

esqueletos,

muertes,

palabras en latin,

rosas y diferentes símbolos surcan e cuerpo fuerte y desgarrado de Carl.

"Se que ahora eres el centro de atención de mi primo, pero no te emociones."

"Él solo esta enamorado de una mujer..."

"Si tu me cedes por las buenas tus acciones de la empresa Situ consideraré ser delicado contigo mientras te penetro..."

La sonrisa burlona en su rostro indica que miente.

"Pero antes de satisfacerme físicamente con tu cuerpo, queremos que nos cuentes como fue matar en la cárcel a esa desagradecida de Lucy."

"Sabes?"

"Yo tenía pensado torturarla todo lo posible..."

"Pero tú le diste una muerte pacífica con arma blanca."

"Que ganaste asesinadola?"

Justo en ese momento unos toquidos en la puerta se escuchan.

Carl abre la puerta.

Lorelay aprovecha para evaluar la habitación completa.

De repente siente un velo negro que desciende sobre ella...

La oscuridad se cierne sobre su cabeza y espalda, pues quiere tomar las riendas de ese encuentro con el mal en persona.

Tom le informa a Carl que encontró por fin las monedas.

Carl indica donde debe colocar la caja con las monedas antes de ordenarle que siga cavando, pues aun hay dinero y joyas enterradas que venderan para sufragar los gastos de su guerra privada.

Carl cierra la puerta.

Él se extraña al observar que la habitación, a pesar de estar iluminada se nota demasiado oscura.

Camina hacia la chica quien ahora tiene una apariencia sombría, con ojos relucientes, como si tuvieran luz propia.

Además, pareciera que esa oscuridad la rodea.

Al sentarse cerca, Lorelay se apresura para tocarlo en su mano de forma especial haciendo que ambos entren en estado de meditación inducida.

Lorelay ha hecho muchas veces esa meditación antes, en casa de la abuela Freda.

Su abuela le explicó que de esa forma ella podría ver cosas del pasado.

La imágen de una vida pasada se reproduce en la mente de Lorelay, tal como si fuera una película.

O un sueño el cual intenta recordar.

Un apuesto y gallardo joven corteja a una niña hermosa y delicada en un campo de flores.

Ambos ríen bajo los cálidos rayos del sol.

El largo cabello rubio de la niña se mueve suavemente al viento.

El ambiente tranquilo les da la paz que necesitan para disfrutar de su furtivo encuentro en ese campo, mientras sus padres estan trabajando.

Las manos de los jóvenes casi se rozan.

Su amor intenso es innegable.

Los ojos de ambos sonríen felices y se demuestran su amor de mil maneras inocentes.

Un niño más joven que ellos los observa escondido detrás de una pila de heno.

Él odia todo lo que su hermano hace con esa niña hermosa.

El niño también quiere conquistarla, pues casi son de la misma edad, solo los separa un año de diferencia y ha asistido a la escuela de la comunidad con ella todos los días.

El jovencito guardaba la esperanza de declararle sus sentimientos amorosos a ella, pues para él, esa niña es como un ángel terrenal que debe atesorar celosamente.

Pero un desafortunado el niño observó que su hermano mayor le daba una flor en el mercado de la villa donde vivían y la acompañaba en sus compras en el pueblo.

Los siguió a ambos.

El niño hierve por dentro de rabia, celos y envidia, pues su hermano no se encontraba en la villa hasta ese momento.

Él había estado destacado como guardia en las murallas que protegían de ataques la tranquila y pacífica villa donde vivían todos.

Pero con su hermano de regreso, el niño sabía que no tenía ninguna esperanza de aspirar al amor de esa niña bella que le quitaba el aliento y se había metido tan profundo en su corazón.

Atrás de esa pila de heno pudo ver cuando la hermosa niña que bailaba sola dio una vuelta.

Su hermano se acercó a ella justo en el momento adecuado para sostenerla en brazos y besarla.

Beso que ella correspondió también y que hizo que el corazón de ese pequeño joven se rompiera, se ennegreciera completamente y se volviera insensible a toda la belleza del amor.

Planeó matar a su hermano, pues si eliminaba la competencia, podría aspirar al amor de su hermosa niña.

Él conocía unos jóvenes que decían poseer un veneno potente el cual podría matar a un caballo en cuestión de minutos.

También conocía a unos jóvenes que por unas monedas de plata podían darle una paliza a las personas que les indicaban los que compraban sus servicios.

Todas eran excelentes opciones pero quería que su amada misma le diera el castigo.

El niño se rompió la cabeza ideando un plan y cuando lo tuvo, lo llevó a cabo.

Encendió un enorme fuego afuera de las murallas, llamando la atención de las personas de la villa debido a la ferocidad y agresividad del fuego.

Su hermano y varios jóvenes más se lanzaron a sofocar el fuego con tierra y agua que los mismo lugareños les proporcionaban en baldes de madera.

La hermosa niña al enterarse, corrió a ayudar a su amado en la puerta de la muralla.

Al ser hija de una mujer con conocimientos avanzados de la naturaleza, pudo ayudar a que el fuego retrocediera.

Ella conocía bien la dirección del viento, su intensidad y su poder de avivar las llamas en un instante.

El chico veía con preocupación como los chicos luchaban contra las enormes llamas, por lo que corrió a tratar de disuadir a la chica para que se refugiara en otro lugar.

Su preocupación del hermano menor radicaba en que había comprado un poco de polvora para que explotara en cierto punto matando a todos los que estuvieran cerca, su hermano mayor incluido, pero la joven lo ignoró por completo.

Las llamas fueron al lugar exacto donde el hermano menor había dejado la pólvora y estalló....

Después del estruendo inicial y el dolor de oídos de todos, el caos reino en ese lugar.

Gritos de dolor,

fuego en los techos de paja de las casas cercanas,

pedazos de carne de jóvenes esparcidos en el sueño,

humo,

calor,

llantos,

desesperación...

Por todos lados el hermano menor buscó como loco a su hermano mayor y el amor de su vida, pero no los encontró.

Las labores de rescate terminaron bien entrada la noche.

Los habitantes de la villa buscaron a los jóvenes faltantes con antorchas encendidas.

La madre de la niña pidió ayuda al bosque y sus guardianes para encontrar a su hija sana y salva.

Ella caminaba sin prisa y en silencio, hasta que llegó a un claro a la orilla de una roca que delimitaba el mar y la tierra.

Ahi pudo ver que su hermosa, pero quemada niña acariciaba el cuerpo moribundo de su amado, a quien había tratado de curar con hierbas medicinales rústicas.

Pero sus quemaduras y heridas internas eran demasiado graves para que se salvara.

Su madre se arrodilló ante la escena y compadeció a los chicos.

Ella misma había tenido una historia de amor y odio desafortunada.

El que antes fiera su esposo la había engañado por dinero y la había dejado sola y embarazada de la niña.

A quien, con muchos trabajos pudo sacar adelante enseñándole todo lo que ella sabía.

Las lágrimas de ambas mujeres se mezclaron en esa noche fría de viento que aullaba y mar embravecido.

La mamá de la joven pudo ver el amor puro y casto de los chicos.

Sintiendo lástima porque ambas jóvenes vidas terminarian pronto les sugirió que se unieran en un lazo a través de los años y reencarnaciones para que alguna vez pudieran amarse libremente y ser felices por siempre.

Los jóvenes escucharon esa idea con el corazón en la mano.

Ellos sellaron su pacto de almas eternas esa noche, a la luz de la luna, ayudados por la madre de la niña, besándose y realizando una boda simbólica.

De esa forma estarían unidos hasta ser felices.

Tal como les hubiera gustado.

Los corazones de ambos comenzaron a latir más despacio...

Sus respiraciones se hicieron más espaciadas y cortas...

La mamá de la niña los abrazaba a ambos protegiéndolos de todo.

El hermano menor de pura casualidad los encontró y corrió hacia la pareja para tratar de hacer algo por ellos, por la niña, por su hermano, pero la mama se lo impidió.

Los cuatro sellaron su destino en la última respiración de los jóvenes.

"Tu castigo por haber matado a tu sangre será jamás ser feliz en ninguna de tus vidas."

"Seras infeliz tanto como ellos sean felices."

"Tu alma morirá un poco cada vez que reencarnes, hasta que tu cuerpo y tu alma sean tan negras..."

Sentenció la mamá de la bella niña fallecida.

"Y esa será la última vez que los harás sufrir."

"Recibiras tu castigo justo como ellos su amor tan negado."

Como si fuera humo la escena se desvaneció cuando Lorelay parpadeó.

Ella dejó de tocar a Carl, quien se recuperó de ese estado suspendido de conciencia.

No sabía que había pasado, pero inmediatamente tomó el cuello de Lorelay con ambas manos para estrangularla.

Pero algo en los ojos de la chica lo detuvo, su aroma lo tranquilizó y la chica pudo de nuevo respirar.

Tosia y se tocaba la garganta debido al fuerte agarre de Carl.

Sin duda la profecía de su madre se había hecho realidad.

El alma y cuerpo eran del mismo oscuro.

Carl ahora era solo un cascarón vacío sin alma ni sentimientos.

"Responde mi pregunta."

Carl se sentó frente a ella esperando la contestación de la chica después de que ella terminó de tosar.

"Que importa por que la mate, esta muerta y que?"

Responde valerosamente Lorelay.

Carl se levanta al escucharla para enfrentarla cara a cara.

"Me quitaste parte de mi venganza."

"Ya te había dicho que quería torturarla por lo que me hizo, esa perra..."

"Supongo que ahora tendré que hacerte a ti todo lo que tenía planeado hacerle a ella."

"Comenzamos ya?"

Cuestiona Carl con tono siniestro.

"Por cierto, Tom adoptó a esa niña sucia y desaliñada de Lucy pensando que pertenecía a alguna familia rica por su dije de jade, pero todo resultó un completo fiasco."

"Por eso solo la usó para sus fines sexuales, como yo lo hice en algún momento."

"Ella decidió ser malagradecida con mis regalos..."

"Por un tiempo serás mi mujer y la de Tom en nuestra cama."

"Tienes muy bien cuerpo y podrás satisfacernos a los dos."

Las oscuridades de ambos chocaron en silencio, repugnandose.

Hasta que Lorelay sin dejar de ver a Carl a los ojos se acercó a él para dejarlo inconsciente.

Ella quiere ver a detalle que es lo que él había hecho en sus vidas pasadas.

Todo el daño que les había hecho a los dos.

De su bolsillo escondido, Lorelay sacó un pequeño frasco de suero y lo rocio en el rostro de Carl, quien se quedó quieto por un segundo para después dejarse caer pesadamente en el sillón del cual se había levantado.

Lorelay lo evaluó antes de volver a entrar en ese estado de inconsciencia inducido.

Ella pudo ver en su mente que en una vida pasada, Carl mandó encarcelar injustamente a Edward.

En otra lo había apuñalado.

En otra lo había ahogado en el mar.

En otra lo había torturado cruelmente.

En otra había asesinado a su amada.

En esas vidas, Carl siempre era pariente de Edward, aunque jamás volvió a ser su hermano de sangre.

Lo único que no cambió en esas vidas y reencarnaciones fue su profunda envidia hacia Edward.

Edward en sus vidas pasadas siempre tuvo suerte de ser favorecido, ser más rico, tener una familia que lo amaba mucho o el amor de Emily en esas vidas.

Una vida en particular, Carl se había casado a la mala con ella.

La escondio de su verdadero amor por un tiempo, pero un día ella se suicido justo antes de que Edward, en esa vida, la salvara.

Otra vida la había matado sin misericordia ante los ojos de Edward.

El alma de Carl se volvía más amargada,

más negra,

y más inhumana con cada nueva reencarnación enlazada a la de ellos.

Pero entre más veces Carl los separaba, para lastimar a Edward en sus vidas pasadas, menos amor sentía por ella.

Solo quedaba el inmenso y recalcitrante odio combinado con rencor.

Por eso en esta vida, la última, Carl no se había interesado en ella de forma romántica y solo se había concentrado en hacerle pagar a su primo.

Lorelay abrazó su oscuridad y dejó que la poseyera por completo.

Retiró los dedos del brazo de Carl quien de nuevo recuperó su conciencia.

Él pudo ver que la chica que esta frente a él se ha transformado en una mujer aterradora con rojos y resplandecientes ojos.

"Podemos hacer esto por las buenas o por las malas, eso lo decidirás tú."

"Pero esta vez no volverás a renacer."

"Tu alma sabe muy bien de que hablo."

Lorelay habla con voz malvada.

"Podría torturarte por todo lo que has hecho a personas inocentes pero será más bello si dejo que los verdaderos implicados decidan que hacer con tu inútil existencia."

La voz de Lorelay se tornó macabra en este punto.

La oscuridad dentro de Carl también se agitó violentamente reconociendo a un alma vieja como él.

"No tengo nada que perder, así que podemos ver quien es el mejor en esta guerra."

"Esta vez es la última que soporto a esa basura de Edward!"

Vocifera enardecido Carl.

"Siempre ha conseguido todo en la vida y estoy harto de esa mierda!"

"Solo quería algo para mí."

"Quería dejar de ser la sombra de mi primo."

"Quería que dejaran de compararme siempre con él."

"Quería que no me trataran como el miembro más débil y desechable de la familia Situ!"

Grita Carl.

"Siempre lo fui."

"Siempre he sido un bastardo bien educado que sabe bien como engañar a la gente con su falsa amabilidad y encanto superficial."

"Pero eso tu ya lo sabías no es así..."

"Emily."

Carl se levanta de su asiento mientras camina resuelto hasta la chica quien parece más alta y más fornida debajo de su ropa.

Al ser un ser de oscuridad completo, consumido por su propia miseria y desesperanza, Carl no se deja intimidar.

Sabe bien como son sus demonios, los demonios de los demás y el pacto que hizo en una de sus vidas previas para poner fin a su sufrimiento y coronarse como el único sobreviviente.

Lorelay se cierne con semblante malvado frente a Carl quien no baja la mirada ni se amedrenta en su presencia.

Por fuera, Tom puede sentir un inmenso frío que desciende como si fuera neblina inundando la casona entera.

El hombre también observa que la intensidad de las luces disminuye gradualmente.

"Como nunca te engañé, ahora podemos hablar con franqueza."

Responde la chica.

"Morirás en mis manos, pero también en las de Edward."

"Nos lo debes por habernos matado tantas veces."

"Esta vez no reencarnaras, pues es la última de tu miserable y absurda exsitencia."

"Aunque hubiera fallecido y me hubiera salvado del incendio al inicio de todo..."

"Jamás hubiera estado contigo, ni en todas las demás vidas."

"Solo me provocas asco y repulsión."

"Veamos si eres tan buen peleador como tu físico dice."

La batalla inicial está por comenzar!

***By Liliana Situ***

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