Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 25

No obstante, Vanesa no creía que Dylan pudiera superar al Grupo Moya en absoluto, porque era un gilipollas que solo sabía flirtear con ella.

—¿Por qué? ¿No lo crees?

—No —Vanesa replicó torciendo la boca.

«¡Yo no me fiaría ni un pelo de él!»

—Si no me crees, podemos apostar. Y si pierdes, tienes que aceptarme una condición.

—Ja, papá, ¡qué malo eres! No apuesto, si obviamente vas a ganar.

«No quiero elogiar a Dylan porque me cae mal, pero tampoco voy a perder por él.»

—Ja, ja, ¡qué niña! —la hija siempre traía mucha risa y alegría al padre, siempre que estaba con ella Felipe se sentía muy relajado.

Justo en ese momento, llegó el ascensor y Vanesa tiró de su padre para que no hablara más sobre Dylan.

El restaurante del personal del Grupo Cazalla tenía un ambiente muy agradable, diseñado como un jardín natural.

Vanesa insistió en que Felipe se sentara y se fue a hacer la cola para comprar el almuerzo.

En el restaurante, fuera el Grupo Cazalla o su hija, nadie tenía privilegios, por lo que, Vanesa hizo la cola dos veces para la comida.

La comida parecía muy rica y Vanesa tenía tanta hambre que podía devorar una vaca completa en ese momento.

—Come, niña.

—Por cierto, tu madre ha preparado muchos platos que le gustan a Orlando. Llámalo para cenar juntos esta noche.

Vanesa y Orlando se conocían desde pequeños y ambas familias se llevaban muy bien, el padre de Orlando era muy amigo de Felipe.

De manera que, Orlando era un buen yerno para los padres de Vanesa y ellos todavía no sabían la traición de Orlando. En cuanto al incidente en el banquete de aquel día, nadie se atrevía decir nada por la influencia de la familia Moya en la Ciudad Pacífica.

Vanesa tampoco quería que se enteraran de tales escándalos, por eso planeaba ocultarlo hasta el divorcio.

Vanesa le contestó después de un instante de aturdimiento:

—Vale.

Felipe no se dio cuenta de su leve cambio de expresión y volvió a su oficina después del almuerzo.

***

Vanesa suspiró deprimida en su propia oficina, no quería llamar a Orlando, pero tenía que hacerlo para no decepcionar a sus padres.

Había pensado que Orlando se negaría con la excusa del trabajo.

Sin embargo, inesperadamente Orlando lo aceptó y preguntó la hora para venir a recogerla después de la jornada.

Melina miró a Orlando con un poco de resentimiento y preguntó:

—¿No me acompañarás esta noche?

—Lo oíste, mi suegro me invita a cenar.

Orlando respetaba a Felipe mucho, por eso clararamente no rechazó su invitación.

—Pero has prometido salir a una cena romántica conmigo y ya he hecho la reserva, ya que no es fácil reservar una mesa en ese restaurante. Orlando, ¿no me acompañarás? —Melina puso cara de pena frente a Orlando.

Ella creía que Orlando la quería, y seguramente aceptaría su petición.

Inesperadamente, Orlando la rechazó con frialdad:

—Melina, ¿es por qué te estoy consintiendo mucho?

—¿Qué? —Melina lo miró asustada con ojos llorosos, tratando de dar pena.

Orlando levantó su barbilla y le exhaló a la cara antes de tocar sus labios. Melina se sonrojó tímidamente en este ambiente encantador pensando que Orlando sería seducido por ella.

Sin embargo, Orlando se burló de ella:

—Te mimo, porque eres la hermana de Vanesa, pero no eres más que mi herramienta de venganza contra ella. Si crees que puedes controlar mis decisiones, te puedo dejar ahora mismo.

El rostro de Melina se puso pálido en un instante, porque nunca había pensado que sería una simple herramienta para Orlando.

El desprecio y la burla del hombre que ella amaba tanto le despedazó el corazón.

«¿Es este el hombre que amo tan desesperadamente?»

No obstante, su tristeza agradó a Orlando, y éste deslizó sus dedos suavemente sobre sus labios y le dijo de manera cariñosa:

—No tengas miedo, mientras seas obediente, te seguiré mimando.

De un tirón abrazó a Melina, acariciando su cuello y deslizando la mano poco a poco en su pecho.

—Pero, quiero que lo tengas en mente, nunca sustituirás el puesto que tiene Vanesa en mi corazón.

—Lo sé —Melina asintió obedientemente, pero su corazón ardía en odio y celos.

«¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!»

«¿Por qué Orlando sigue amando a Vanesa después de ver sus fotos y lo ridícula que es ella?»

«¿Por qué mi papá y todos los miembros de la familia Cazalla, incluyendo a Orlando solo se preocupan por Vanesa? ¡Yo también soy la hija de papá! ¡Yo también soy una señorita Cazalla! ¡Yo también amo profundamente a Orlando!»

«¡Vanesa es la culpable de todo esto! Si no fuera por ella, papá me querría, las sirvientas me respetarían y Orlando no me trataría tan despiadadamente».

Los pensamientos de Melina estaban totalmente retorcidos por su resentimiento.

***

Vanesa no quería volver con Orlando. Había pensado en volver con su papá después del trabajo, pero éste se marchó con antelación para dejarla a solas con Orlando.

—¡Por qué me haces esto, papá! —Vanesa murmuró deprimida y pulsó el botón del ascensor para bajar.

Orlando llegó justo a tiempo, se estacionó en la puerta principal del Grupo Cazalla. Cuando Vanesa salió del edificio, bajó la ventanilla mostrando su hermoso rostro y dijo impacientemente:

—¿Qué haces parada? Súbete.

Vanesa se subió al coche sin decir nada y al instante se disparó el coche.

Condujeron en silencio hasta el este de la ciudad, donde estaba el chalé de la familia Cazalla. Era una comunidad de villas algo viejo, pero tenía muy buen ambiente y mucha vegetación, por lo que, a muchos ancianos jubilados les gustaban vivir aquí y la familia Cazalla llevaba casi veinte años viviendo allí.

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