Amor, Guerra&Mi Marido Vegetativo romance Capítulo 349

Del otro lado del teléfono, la mano de Stuardo, que sostenía el móvil, se quedó quieta.

Media hora después, llegó al hospital.

"Señor Ferro, lo siento. No pudimos salvar a su hijo." Dijo el médico, "La señora Fernández está demasiado angustiada, se desmayó."

Delfina estaba al lado, sollozando sin poder hablar.

El padre de Yolanda tenía en la mano una bolsa negra, con una expresión severa en su rostro.

Dentro de la bolsa, estaba el bebé muerto que Yolanda acababa de dar a luz.

"Stuardo, no le diste un nombre a mi hija, eso ya pasó. Pero ahora, otra mujer mató a mi nieto, ¿no te parece demasiado?" Gritó con voz fuerte.

Stuardo echó un vistazo a la bolsa negra y dijo: "Dame al niño."

Se sintió complicado en aquel momento.

No podía decir que estaba triste.

Pero al pensar que Ángela fue quien lo mató, surgió una ola de ira en su interior.

En su ira, su razón le hizo pedir el niño para realizar una prueba de paternidad.

"¡Ja! ¿Para qué quieres al niño? ¿Puedes revivirlo?" El señor Fernández apretaba la bolsa, escupiendo palabras duras, "¡No eres digno de ser su padre! Mi hija se enamoró de ti, ¡fue la cosa más estúpida que ha hecho en su vida! ¡La has arruinado! ¡Y también arruinaste a tu hijo! ¡Este niño no te perdonará!"

Estaba demasiado emocionado, sus palabras eran muy duras.

El guardaespaldas intentó llevárselo.

Empezaron a forcejear.

En ese momento, se oyó el grito de una enfermera en la habitación del hospital.

"Doctor, ¡la paciente de la cama 38 está sangrando demasiado!" La enfermera salió corriendo de la habitación para llamar al médico.

Stuardo echó un vistazo a la habitación.

Yolanda yacía en la cama del hospital, pálida como la muerte.

Su corazón se apretó y se dirigió rápidamente hacia la habitación.

Después de revisar la cantidad de sangre que Yolanda había perdido y su presión arterial, el médico dijo: "¡La paciente ha perdido demasiada sangre! ¡Tenemos que detener la hemorragia!"

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Ángela estaba inquieta, revisando constantemente su teléfono para ver si había mensajes o llamadas.

¿Cómo estaba Yolanda? No lo sabía.

Después de toda la mañana, sin importar si el niño estaba bien o no, seguro que había alguna noticia.

¿Acaso el niño estaba bien? ¿Por qué Stuardo no la había llamado para recriminarle?

Esperaba que todo estuviera bien.

No quería causar problemas.

"Ángela, ¡vamos a comer!" Mike abrió la puerta de su oficina y la llamó.

Ella negó con la cabeza: "No tengo hambre, ve tú a comer."

"Entonces te traeré algo para comer. ¿Qué te apetece?" Preguntó Mike con cariño.

"¡Lo que sea!"

"¿Qué te pasa? Pareces decaída." Mike se acercó a ella y le tocó la frente, "¿No tienes fiebre? ¿Alguien te molestó?"

Ángela miró a Mike y sintió que tenía que soltarlo: "Esta mañana Yolanda me pidió que nos viéramos, me tendió una trampa. Me han pillado."

Justo después de decirlo, su teléfono sonó en su escritorio.

Al ver que era Stuardo quien llamaba, su corazón se paralizó.

Respondió la llamada y escuchó a Stuardo decir: "Ángela, ¿debo ir a buscarte o vienes al hospital?"

Su voz sonaba calmada, pero debajo de esa calma, se escondía una emoción aterradora.

No quería que él viniera a buscarla, ni quería ir al hospital a verlo.

¡No quería verlo en absoluto!

"No empujé a Yolanda. Quería irme y ella no me dejaba, así que le solté el brazo... Solo le solté el brazo, ¡no la empujé! ¡Ella fue quien se cayó!" Ángela se sonrojó, defendiéndose.

"¿Estás diciendo que, aparte de Yolanda, mi madre y la criada de casa están todas incriminándote?" La voz de Stuardo era oscura y fría.

Ángela soltó una risita fría en su interior, y cuando volvió a hablar, ya había perdido la razón: "¿Y qué si la empujé? ¿Vas a vengarte por ella?"

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