Encuentro cercano romance Capítulo 383

—No comas grasa. Come más pescado y cangrejos de río —Yolanda tomó el control de lo que Alya comía incluso en la comida. Alya estaba tan molesta que no quería comer más.

—Mamá, ¿te llama papá? ¿Cuándo vas a volver?

—Cuando tu lesión se cure. No me alejes —Yolanda no cayó en la trampa.

Lo que hizo Yolanda casi vuelve loca a Alya.

—Mi madre es igual. Me deja comer menos de lo que me gusta cuando cree que no es saludable. Alya, come algo de pescado —Danitza pensó que Alya y Yolanda eran interesantes.

Yolanda era tan mandona que Alya no sólo no sentía su cariño y amor, sino que además le caía mal.

Alya aceptó el pescado. De hecho, le gustaba el pescado, pero tenía una psicología inversa que no comía nada de lo que Yolanda quería que comiera.

Yolanda no dijo nada más. Danitza seguía poniéndole más comida a Alya y muchas de ellas eran las favoritas de Alya, así que hoy comió más. En realidad, siempre tenía buen apetito.

Después de la cena, Yolanda le pidió a Alya que comiera algunas frutas, pero Alya la ignoró.

—Bueno, me voy a ir. Cocinas muy bien, Yolanda. Deja que Alya vaya a mi casa y pruebe las comidas que cocina mi madre otro día. Mi hermano también es bueno cocinando, aunque es malo pintando —Danitza hizo una invitación a Alya antes de marcharse.

Danitza recibió una llamada de Alejandro cuando salió de la casa de Alya. Dijo que estaba un poco más claro sobre la explosión y que deberían analizar bien.

Danitza condujo hasta su casa y Alejandro la esperaba en el salón.

—¿Alguna buena noticia? —Danitza estaba ansiosa por saber quién les había hecho esto.

—Lucy ha averiguado que el repartidor recibió el paquete de un hombre en una fábrica abandonada. Según la descripción del repartidor, el hombre era Ernesto. Ernesto le dio cien mil euros y le pidió que se escondiera después de la entrega. Impulsado por el atractivo del dinero, el repartidor hizo lo que le había pedido —Alejandro hizo una breve descripción.

—Entonces, ¿dónde está el repartidor ahora? Lo hemos encontrado durante mucho tiempo —Danitza pensó que el repartidor era un excelente escondedor.

—Huyó a un pueblo remoto. He enviado a alguien allí, pero no han encontrado a Ernesto. Debió de oír algo y huyó antes de tiempo —Ernesto era el presidente del Grupo Yepes y tenía fuertes conexiones, así que no es fácil tratar con él.

—No me sorprende en absoluto. No puede estar esperando a que le cojamos. Podemos encontrar otra oportunidad. Alejandro, me parece que Alya y su madre, Yolanda, son muy interesantes. Resulta que todos los padres tratan a sus hijos de manera diferente —Danitza se divirtió al recordar la interacción entre ellos.

—Por supuesto. Cariño, he oído que la nueva niñera es buena. Parece que a Abel le gusta mucho —Alejandro cambió de tema repentinamente.

—Oh, eso es bueno. Temía que no le gustara —Danitza no sabía a qué se refería Alejandro al mencionar a la niñera, pero aun así siguió su charla

Alguien entró antes de que terminaran de hablar.

—Sr. Hernández, Sra. Hernández, he preparado algunas frutas, ¿quieren probarlas? —Malena entró con un plato de mangostanes.

—Bájalo. Por cierto, ¿de dónde eres? No sé nada de tu familia. Haremos una comprobación completa de la familia de todo el personal —Danitza dejó que Malena se sentara y habló con ella.

—Señora Hernández, soy natural de Ciudad R. Nací en una familia pobre de las afueras. Mis padres prefieren a los niños que a las niñas, así que les pidieron que trabajaran para ganar dinero para la boda de mi hermano —Malena agachó la cabeza, con cara de disgusto.

—¿Cuántas personas hay en tu familia? —preguntó Danitza.

—Como una docena. Tengo dos hermanas y dos hermanos. Yo soy la tercera chica. Mi hermana se ha casado pero mi hermano no. Las hermanas trabajamos para ganar dinero para los matrimonios de mis hermanos —Malena hizo un relato completo de su familia.

Parecía que no había nada malo. La dirección era la misma con su identificación.

—No me extraña que hayas trabajado tanto. Estamos muy satisfechos contigo. Te aumentaremos si trabajas bien —Danitza expresó su satisfacción a Malena.

Malena suspiró aliviada, y también quedó satisfecha con su respuesta. Al echar un vistazo a Danitza y Alejandro, no notó nada malo.

Ella había estado escuchando a escondidas detrás del salón. Como Danitza y Alejandro hablaban en voz muy baja y ella se escondió un poco lejos de ellos, no escuchó mucho más que algo sobre Ernesto.

—Ya puedes irte —Danitza le pidió que se fuera.

—Señora Hernández, ¿puedo pedir un permiso de tres días este mes? —Malena no fue de inmediato porque quería pedir el permiso.

—Bueno, no hay problema y recuerde que recibirá el salario este mes —Danitza era una buena jefa.

—Bien, gracias, señora Hernández —Malena se marchó tras mostrar su agradecimiento. No esperaba que Danitza fuera tan inocente como antes.

—Vamos a descansar arriba —Alejandro llevó a Danitza al piso de arriba.

Malena salió de la villa de Alejandro con su paquete y se dirigió directamente a su destino.

—¡Qué casualidad! —Roberto se detuvo al ver a Malena, que caminaba por la carretera.

Al oírlo, Malena lanzó una mirada a Roberto y siguió caminando.

Ignorado por ella, Roberto se bajó de su coche y la atrapó.

Malena llevaba una camiseta blanca y unos vaqueros. Hacía un poco de frío a principios de la primavera, pero la ropa moldeaba su cuerpo.

A Roberto le recordó la primera vez que conoció a Danitza.

Danitza llevaba entonces la misma ropa, joven y activa, y se presentaba ante él como una diosa.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Encuentro cercano